martes, 5 de julio de 2011

El Farsa

Es facil decir "la idea está": no implica otra cosa que juntar a los muchachos y tirarles un "chicos, vamos a jugar como el Barsa". No existe ningún mérito particular en ello.
El Farsa, la Seleccion Argentina de futbol que dice jugar como el Barsa pero nada que ver, esperaba que su estreno copero fuese con bombos y platillos. Rival mas que accesible, muchas estrellas en cancha, en fin, promesa de festin para los tres delanteros argentinos, entre los jugadores mas cotizados del planeta.
Por supuesto, no fue asi. Un ordenado esquema boliviano, como espejando la performance japonesa en el Mundial Sub 17 que comentamos recientemente, aguanto los embates, metió un gol de pelota parada y si hubiese aprovechado uno de los horrores defensivos que comete este seleccionado cada vez que lo aprietan un poco, se llevaba los tres puntos y dejaba pasmados a todos los periodistas bienpensantes que se comen el verso mediatico de Batista.
Porque justamente Batista se alimenta cual parasito del periodismo bienpensante, alimentándolo con frases bien tribuneras que incluso contagian a sus propios jugadores. Utilizo brillantemente el bolazo del Barsa para llegar donde llego casi sin pergaminos (un Mundial Sub 20 con Messi y Agüero difícilmente constituye merito). En cancha, mientras tanto, se da un espectáculo farsico, messicentrista y milagrodependiente que poco tiene que ver con el Barcelona. Ya no en cuestiones profundas, que hemos tratado varias veces en este espacio: directamente en la superficie, Argentina, que cuenta con jugadores para aunque sea emular el esquema culé, no imita en absoluto a los blaugranas. Juega casi sin laterales (Zanetti ya no tiene el recorrido o la explosión de antaño y Marcos Rojo es un central convertido en lateral de marca), con tres volantes de contención en lugar del doble cinco generador (Xavi-Busquets), muy lejos de los tres delanteros con trayectorias demasiado marcadas (dos extremos y un mediapunta, Messi), alejados entre si, estaticos. El Barcelona utiliza a Messi de nueve, claro, pero con tres volantes ofensivos/mediapuntas que lo acompañan (Villa, Iniesta y Pedro) delante de un doble cinco que mezcla posesión clara con pase vertical. Nada de eso se vio en Argentina, que tuvo la pelota en la línea de los del medio pero siempre con pases horizontales, sin sorpresas y condenando al mano a mano a los delanteros, cada uno por su andarivel, obligados cuando no se imponen en la gambeta a centrear para un petiso.
Todo esto lo soluciona Batista, de cara al partido de mañana, sacando a Rojo e inventando a Zanetti de lateral por izquierda. Allí, parece claro, no estaba el verdadero problema en el funcionamiento ofensivo, sino en el vacío que hay entre volantes y delanteros que obliga a Messi al milagro y a un retroceso que lo perjudica. Pero Batista vuelve a hacer gala de su exclavitud mediática (la misma que lo obligó a convocar a Tévez y luego a ponerlo de titular, la misma que lo lleva a meter el verso-barsa en cada conferencia) y cagonamente cambia al único jugador sin nombre del plantel. No a Lavezzi o a Tevez, de exceso individualista, tampoco a alguien del mediocampo, donde Mascherano y Banega chocan, donde las funciones de los tres parecen superponerse, donde hace falta una reestructuración. Lo mismo había hecho en el armado de la lista, dejando a Milito (a quien no hizo entrar aun cuando el partido se extinguía y se imponía el centro… y entonces cuando va a jugar?) y a Gago (quien jugo una decena de partidos en las ultimas dos temporadas) y sacando a los jugadores del medio local. O es un títere del Pope, o su discurso resulta absolutamente inconsecuente con el rumbo de sus acciones, que muestran un entrenador bastante mareado. Sea como sea, aquella decisión de sacar a Monzon la pago rapidito: un partido paso y ya tiene que andar con experimentos raros por no contar con un lateral izquierdo puro como el jugador xeneize. Un mal armado de la lista, a causa del miedo y la falta de personalidad, es haber hecho para un seleccionador la mitad del trabajo mal. Veremos mañana si al menos mejora en la otra mitad del trabajo, aunque los cañones apuntan a que todo siga, triunfo más triunfo menos, igual.

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