martes, 19 de julio de 2011

El paso inicial para crecer será aceptar que la Selección no es lo que cree ser



ESTE ULTIMO FRACASO QUIZAS SIRVA PARA DESCOLGAR ROTULOS FICTICIOS. Hay ciclos cumplidos. Zanetti y Cambiasso son ejemplos claros. La manera de defender fue ingenua y el diagnóstico también le cabe a Mascherano, ese "intocable" de marketing perfecto y desabrida producción. Faltó, una vez más, convicción y cohesión. Sobran millones, pero no hay espíritu de equipo. 

Por MARTIN MENDINUETA para EL DIA



En muchos órdenes de nuestra vida como sociedad, entre los que se encuentra, por supuesto, la organización integral del fútbol argentino, la falta de rigor y de planificación seria engendran ácidas realidades que, ya plasmadas en los hechos, disparan lamentos histéricos.
Si la máxima autoridad de la AFA designó a Diego Maradona como técnico de la Selección no justamente por estar convencido de sus virtudes como conductor de un grupo de élite, sino por estar harto de escucharlo con hirientes críticas hacia su figura, el resultado nunca podía ser satisfactorio. Si ese mismo dirigente, después de las cuatro bofetadas teutonas en la tierra de Mandela, bendijo la llegada de Sergio Batista, buscando a un gerente menos verborrágico y más obediente, estamos sonados.
Grondona, quien ha tenido la inconmensurable habilidad de ir elevando y soltando al vacío a los últimos entrenadores nacionales sin ver recortada su órbita de poder, ahora parece que apretará el collar de sus exigencias contra el cuello del técnico abrumado que jamás tuvo, ni sintió, apoyo multitudinario en el pueblo futbolero.
El "Jefe", que sabe ver fútbol más allá de disimularlo con talento actoral, tiene claro como usted y yo que Javier Zanetti y Esteban Cambiasso son los más claros ejemplos de ciclos cumplidos con la celeste y blanca. Dicha renovación generacional será el primer pedido firme, por no escribir exigencia, que recibirá el alicaído "Checho".
Además de Zanetti y Cambiasso, Gabriel Milito y Ezequiel Lavezzi ofrecieron la sensación de no estar a la altura de semejante exigencia. Habrá que renovar. Y para hacerlo hay que tener un gusto, una idea y también valentía. La convicción no es precisamente la cualidad que irradia Batista. Condicionado por este sueño roto, no sé si podrá llevar adelante la depuración seria que amerita esta coyuntura.
Se han agigantado tanto las características de algunos jugadores, que ahora se necesitará personalidad y carácter firme para ubicarlos en un escalón más acorde a lo poco que han rendido. Alguien les tiene que decir que no son tan buenos como les han dicho durante tantos años.
El caso emblemático es el de Javier Mascherano. El capitán estuvo entre los peores rendimientos de esta Selección. Flojo en la marca, con despliegue escaso y nada determinante en su zona de influencia habitual. Hace rato que el envidiable marketing de quien fuera idolatrado por los juicios extremistas de Maradona, no tiene relación con la flaca incidencia que muestra en los partidos. No lo vi líder. No lo vi indispensable. Lo noté apagado y su titularidad debiera ser revisada a la brevedad.
UN BAÑO DE REALIDAD
El día que la Selección Argentina vuelva a tener la mitad de toda esa pasión que nos venden los magníficos avisos comerciales que inundan la tele, la situación mejorará considerablemente. Basta de declamar pasión, cariño y compromiso en la previa de una competencia y de declamar tristeza, pena y agobio al final de la misma. ¡Basta de declamar!.
Nadie gambetea rivales como Messi, pero quién nos hizo creer que eso alcanza para construir un gran equipo. Con atacantes famosos, mediocampistas de apariencia combativa y presente opaco y defensores ingenuos, nunca habrá una base sólida como para edificar lindos sueños.
No tenemos todo lo que creemos tener. Argentina no ha conseguido trasladar a los resultados la brillantez de su potencial. Puede hacer y conseguir cosas maravillosas; aunque de allí a que efectivamente lo haga, hay una distancia importante. O la entendemos de una buena vez, o seguiremos chocando contra los títulos catástrofe de los diarios.

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