domingo, 3 de julio de 2011

El potrero del Mundo

Como un espejo de aquella creencia tan argentina de que somos el granero del mundo, que tan mal ha hecho a la moral trabajora y a la mitología del argentino en general, en Argentina sigue creyéndose que somos el potrero del mundo.
La realidad dista cada vez mas de esta afirmación. Es cierto que la tradición futbolera argentina sigue haciendo brotar jugadores  por toda el país. Como también es cierto que esta naturalidad con que surgen talentos ha ido emparentada cada vez mas con una falta de arado, de riego y de cuidado de la cosecha que se acrecenta cada vez mas, de la mano del mito de la nuestra. Mientras tanto, el resto del mundo ha laburado para compensar las carencias en su “naturaleza”, su dificultad para generar talentos, y poco a poco ha conseguido no solo selecciones muy fuertes sino, incluso, una rica y ascendente producción de talentos.
Las selecciones juveniles han tenido desde que subieran a Pekerman, obligado, a la mayor, un rumbo improvisado. En puestos clave han caído paracaidistas, tipos sin experiencia ni verdadera nocion de lo que deben hacer en el cargo que ocupan, en absoluto idóneos para lugares tan importantes como los encargados de formar. Si la primera cosecha de este exceso de confianza en lo que da natura fue no haber clasificado al Mundial Sub 20 del 2009, el segundo ha sido sin dudas la nefasta campaña del Seleccionado Sub 17 en el Mundial. Conducidos por , Argentina cayó como cabeza de serie en un grupo que compartía con Francia, Japón y Jamaica. Más que facilongo, claro. Pero solo por un milagro no quedó la selección afuera en primera ronda. Tras ser vapuleado por Francia, venció apenas 2-1 a Jamaica y enfrentó confiado a Japón. Y los japonesitos, laburantes, ordenaditos y humildes, producto de un país que hace tiempo viene creciendo a pasos agigantados en el mundo futbolístico (en octavos le metió 6 a Nueva Zelanda y en cuartos cayó en un memorable 3-2 con Brasil, esperaron bien paraditos y de contra le pegaron un bailongo memorable a Argentina. Fue 3-1, pero con el uno  a dos del final, pobre consuelo para una Selección que pasó de ronda como mejor tercero gracias a resultados ajenos. En octavos cayó por penales ante Inglaterra (que no pasaría de cuartos), en una actuación discreta.
La improvisación y la desidia con que el área juvenil está siendo tratada en AFA parece indicar que también ellos creen que alcanza con lo que crece naturalmente en tierras pampeanas. El problema aqueja también a los clubes, y se trata de un panorama, a futuro, desolador, que de seguir así acentuará más y más la actual tendencia que convierte a la Selección en un equipo de segundo orden, peligroso por espasmos y tradición pero poco coherente y lejos de las grandes luminarias. En un país donde los jugadores emigran jóvenes del país, donde es sencillo para los pibes perderse entre la plata y las vedettes, donde el compromiso es complicado por estos y otros factores, un proyecto vertebral es necesario. Un proyecto donde sea el técnico de la mayor quien se encarga del Sub 20, donde se críe a muchos chicos desde jovencitos en Ezeiza y, sobre todo, donde este proyecto involucre a los clubes de fútbol, los obligue a invertir en inferiores y prohíba o restrinja ciertas prácticas que perjudican a los pibes (ventas demasiado prematuras, demasiados jugadores a préstamo, improvisación en el sector juvenil de los clubes, etc.). Mientras en el resto del mundo la caza de talentos se globaliza, en Argentina, país eternamente a contramano, los jefes se sientan y esperan que el talento crezca de los árboles, que los jugadores se críen solos, aprendan solos el oficio, sin ningún proyecto serio e integral detrás, mientras una a una aparecen las pruebas de que estamos en un período absolutamente decadente para la patria futbolera.

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