miércoles, 6 de julio de 2011

Soberanos


Finalmente hoy Daniel Scioli rubricó su firma y las tierras de 1 y 57 pasaron a ser patrimonio del club. Terminó así una larga historia de trabas políticas, charlas improductivas y marchas atrás que el hincha de Estudiantes supo acompañar con una emotiva lucha durante un tiempo, pero que luego, hijo del rigor, cómodo en el estadio de 32 y aplacado por los éxitos deportivos, abandonó y dejó en manos de la voluntad dirigencial. Hubo durante este período de la lucha una especie de consenso tácito de que el dinero estaba mejor invertido en materia deportiva que en una larga construcción que presentaba, para colmo, dudas y objeciones en lo judicial, y básicamente hubo dos o tres años donde la idea se guardó en un cajón olvidado, en una oficina olvidada.

U2 despertó al hincha, pero hay que decirlo: nunca fue la protesta pincharrata audible como en aquellas épocas de banderazos multitudinarios contra Alak. Hay un hincha más cómodo, más aburguesado y quejoso, y paradójicamente, su queja inmóvil, atrás de un celular o una computadora, generó suficiente ruido mediático para que los dirigentes pusieran otra vez manos a la obra con el tema. Unos cuantos meses después, unos cuantos sustos después también (cerca estuvo Estudiantes de perder las tierras), llegó el acuerdo con los ambientalistas y la firma de la Municipalidad. Se evitó la instancia judicial, en esto hay que darle la derecha a los dirigentes, y se logró algo histórico: por primera vez Estudiantes será soberano de sus tierras.

Entonces, empieza otra discusión. Paralelamente a las charlas, se comenzó a tratar el armado del equipo de este semestre y ya entonces se veía la decisión, seguramente nacida en la mente de los gladiadores históricos que necesitan sacarse el gusto por el mal trago del primer semestre, de armar un equipo para pelear. Entonces, la dicotomía: equipo o estadio. En principio, siempre ha sido nuestra opinión que se trata de una falsa dicotomía. Porque el estadio no puede hacerse ya, no hay plata aún si no se apuesta a lo deportivo, pero sobre todas las cosas porque el dinero del estadio tiene que salir de otro lugar (de un ahorro a mediano plazo, de un crédito o alguna de las iniciativas que manejan los socios, llámese fideicomiso, fundación, socio-ladrillo o lo que sea).

El tema de los refuerzos, sin embargo, condiciona la construcción del estadio al tratarse de un proyecto ciertamente ambicioso y de poco rédito económico: contratar a préstamo a jugadores como Coria o Boselli implica no solo una erogación de dinero importante sino la imposibilidad de promover juveniles, que es donde está la posibilidad de equilibrar las finanzas siempre amenazadas (no es Estudiantes un club grande, tampoco es el Mercado argentino el más propicio para hacer dinero). Así lo demuestran los casos de Rojo, Fernández, el mismo Piatti o, en la otra vereda, Ricky Alvarez, cuyo pase tras apenas un puñado de partidos jugados (muchos de ellos de suplente) significará para Vélez la posibilidad de reforzarse muy fuerte de cara a este semestre. La apuesta es claramente deportiva, no institucional, lo cual de cara al último año de Sebastián como jugador no deja de ser una opción acertada. Una posible y parcial solución a este problema futuro sería aprovechar el buen momento deportivo para ir mostrando a algunos pibes, aunque sea en alguna de las dos competencias para dar descanso. La saludable limpieza del plantel dejará un equipo corto, y la ayuda de los juveniles puede resultar una de las claves tanto a presente como a futuro. Sin embargo, sea cual sea la cosecha de pibes, después de estos semestres es probable que Estudiantes necesite un período de austeridad que implique un lento avance en la construcción del estadio. Sin dudas, dada la cantidad de espectáculos programadas en 32, algo que implicará un dolor de cabeza para los dirigentes futuros.

Es entonces el momento para poner en marcha las cabezas de los asociados y simpatizantes, para que sumen en lugar de utilizar el poder neuronal en críticas foreras. Ya la desidia dio un retraso enorme y Estudiantes sigue sin cancha a más de un lustro desde que cerraron las puertas del mítico Jorge Luis Hirschi. El estadio no va a construirse solo, y sin lugar a dudas llevará tiempo y paciencia. El paso uno es no dejar que la paciencia se agote y genere brotes de bronca que no sirven para nada, o sencillamente un alejamiento de la causa por frustración. El paso dos es dilucidar métodos alternativos para conseguir plata, materiales, lo que sea. Existen los espacios para debatir y pensar, pero esos espacios a menudo se llenan de críticas vacías, rumores baratos o intenciones políticas. Prueba de ello fue que en la protesta organizada por internet para acudir a la Municipalidad el día en que podría haberse firmado el acuerdo, había menos de 300 hinchas. Esa postura cómoda, criticona y vividora del club es una postura que Estudiantes no debe volver a tomar. Mucho menos debe pensar que porque las tierras sean nuestras, se terminó todo, para volver a quejarse en unos meses cuando toque viajar a Quilmes. El club lo hacemos entre todos.


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