sábado, 3 de marzo de 2012

TST: El famoso volumen de juego

Para Solos Contra Todos

El concepto de “volumen de juego” se utiliza sincesar en los paneles radiales y televisivos. Esta semana le tocó a Estudiantes: la falta de volumen de juego fue utilizado como explicación del flaco juego pincharrata. Pero el concepto de por sí no explica nada, no designa nada: es un concepto vacío, equivale a decir que Estudiantes no jugó bien porque no jugó bien. Intentemos desentrañar, entonces, por qué no juega bien el Pincha, por qué, en efecto, le falta volumen de juego. 

Algo hemos adelantado al respecto en anteriores ediciones de esta sección: Estudiantes aisla a sus delanteros porque los laterales no ayudan. El cambio de esquema ha sido clave para comenzar a subsanar esta falta: de responsabilizar a Mercado e Iberbia de abrir la cancha y anudar defensa y delantera, el 442 pasó a darle ese rol a Enzo Pérez y, en primera instancia, el chico Jara, dos volantes ofensivos que pueden retroceder pero, con dos laterales custodiando sus espaldas, descansan más que si ocuparan la banda en el esquema 3412, que los obliga a subir y bajar constantemente, cansarse corriendo en contra de su arco y, sobre todo, a marcar, cosa que no saben.


Se sabe que el 442 puede generar previsibilidad en ataque, pero Enzo se movió bien hacia el centro por momentos, y la Gata, ahora sí ubicada en su zona de influencia, también se retrasó para colaborar: allí, en los pies de Fernández, Pérez y, por supuesto, Verón, está la semilla de una de las famosas “pequeñas sociedades” que puede llegar a desarrollar el equipo. Pero todavía le falta: le falta a Pérez, sin fútbol hace meses, le falta a la Gata, que sin ayuda aparece de a chispazos, y también a una Brujita algo errática contra Independiente. Jara está para aportar alguna cosita con Verón y Pérez cerca, robándose el protagonismo, y sobre todo para no recostar demasiado el ataque sobre una banda, la derecha, donde con Enzo y Mercado Estudiantes comienza un alto porcentaje de sus ataques.

Estudiantes ataca despacio, es cierto, porque todavía no tiene ese andar de memoria que permite el toque rápido, la descarga al vacío, la claridad en lo que se busca, juego que se desarrolla con la formación de sociedad. El equipo del Vasco no sabe bien cómo atacar, y a menudo eso redunda en un enlentecimiento del ataque, cero por ciento vertiginoso. El ataque se frena, se enrosca, la defensa rival se acomoda. Le falta entonces cimentar esta sociedad, pero la idea está y los frutos van floreciendo de a poquito. Pero el tema de las sociedades es a menudo utilizado como amuleto explicativo, a la manera del volumen de juego. La falta de velocidad proviene de las dudas en el rumbo elegido de ataque, y las dudas provienen, en parte, de que las parejas aún están conociéndose, pero también les cuesta encontrarse, conocerse, por la falta de opciones. Es que los laterales no pasan, no sorprenden por la punta opuesta mostrándose y tampoco pasan por detrás de la espalda del volante. Suben poco, acompañando atrás, timoratos para encarar, conservadores en las descargas, y así, cada vez que se los busca, frenan el ataque. Estudiantes ataca, entonces, practicamente con tres, con un Jara todavía acompañante y Verón y Braña más retrasados. Si Enzo Pérez pisa el área con tan pocas posibilidades de descarga y pared, será por mérito de su indomable zancada. Los medios no llegan al área, porque los laterales no suben. Así, el trabajo de Boselli, cuestionado en algunos foros y radios, pasa inevitablemente más por ayudar en los tiros libres defensivos, aguantar como se pueda arriba y molestar la salida, laburo que tanto él como Carrillo han realizado satisfactoriamente.

EL PARRAFO ESPERANZADOR

Todo esto tiene, a mi humilde entender, una explicación: Estudiantes está armándose de atrás hacia delante. La defensa está bastante sólida, más allá de algunas cositas extrañas (a veces se defiende muy en línea y adelante, dejando mano a mano a varios ya; los pelotazos cruzados complican a los laterales también por ese posicionamiento demasiado arriesgado). Y con la pelota, el equipo intenta jugar seguro, tener la pelota. La idea parece ser ganar terreno despacito, empujar al rival contra su área. Imprecisiones y la marcada distancia entre las líneas imposibilitan todavía que se desarrolle un flujo en el juego, que la pelota se mueva de un lado para otro, aunque sea sin dañar. Pero la intención del Vasco es, primero, pareciera, esa: orden ante todo. Estudiantes quiere jugar prolijo, y si a veces molesta cierta lentitud, se supone que a medida que se formen las parejas, que ganen confianza las jugadores y, además, que se establezcan definitivamente esquema y titulares, la pelota empezará a rodar cada vez con más velocidad, los laterales empezarán a soltarse, y aparecerán naturalmente las variantes de juego que permitan rápidas descargas de mitad de cancha hacia adelante, con el desordenamiento de las defensas rivales que eso implica.

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