viernes, 16 de marzo de 2012

Raro lo del Rayo

Para Solos Contra Todos

La eliminación en la Copa Argentina levantó una polvareda entre el periodismo verdaderamente crítico y agudo, apoyados sus argumentos por las declaraciones de Desábato primero y Verón después. Y no hubo necesidad de dar nombres para confirmar hacia quien iban dirigidos los dardos: la lista de concentrados que entregó Azconzábal para el crucial encuentro con Tigre marginó a Coria y José Luis Fernández, que tuvieron la chance de mostrarse desde el arranque el martes y a todas luces la desperdiciaron.
En cambio, en la nómina aparece firme el nombre del tercer Fernández, Mauro. El Rayo ha sido convocado consistentemente para todos los matches de 2012, incluso ha sido titular, y si bien le han dado pocos minutos ha mostrado, a veces más y a veces menos, su picante velocidad. Muchacho de perfil humilde, nunca se quejó, ni cuando tras ser figura fue relegado al banco por nombres fuertes. Es joven, viene del Argentino A y sabe que tiene mucho por aprender. Con absoluta coherencia, entonces, el reto-borrón (¿definitivo?) de Azonzábal no recayó en el laburador pibe, a pesar de haber marrado el penal que hubiese depositado a Estudiantes en la siguiente fase y borrado todo lo escrito en el pospartido. Importante espaldarazo para el pibe, que poca culpa tuvo en que el Estudiantes de los nombres rutilantes no pudiera con un Merlo suplente.
Con todo esto dicho, no se comprende la decisión de marginarlo al banco frente a Merlo. Fernández ha jugado de volante por derecha, de mediapunta y de extremo, y sin embargo jugaron en esos puestos jugadores que suelen no ser convocados: Auzqui, José Luis Fernández y Coria fueron de la partida y el Rayo, otra vez, fue al banco, pasando de ser suplente a ser suplente de suplentes. Una decisión que no se puede explicar si no se piensa en el peso de los nombres.
Porque los nombres pesan. Estudiantes, lo hemos dicho, tenía cierta intención de competir por la Copa Argentina. Pero con su largo plantel, legado de una dirigencia inescrupulosa que vació las arcas para vender humo y dejó el muerto en la sede, con los apellidos reconocidos que entrenan todos los días en el Country, Azconzábal no puede hacer otra cosa que meter a los jugadores por los que el club hizo una fuerte inversión y debe apostar a sacarse de encima con el menor costo final posible. La designación de Albil, en lugar de Villar, el único arquero que tiene contrato más allá de junio, fue suficiente afrenta a las trayectorias: si dejaba afuera, además, a Coria y al Fernández académico para poner al piberío 100%, la derrota hubiese conllevado una más fuerte polémica aún: la de haber quedado afuera de un torneo sin utilizar los jugadores de clase europea a los que tan bien se les paga. Comprendiendo esta especie de última oportunidad y de llamado al compromiso que significó el encuentro ante Merlo para los jugadores mencionados, algunos hubiesemos preferido sin embargo el riesgo de poner al futuro en cancha, apostar del todo a los pibes, sobre todo con el diario del miércoles y la derrota consumada.
El debate deportivo se mezcla con cuestiones institucionales y las presiones lógicas de un DT novato que tiene que manejar un plantel demasiado extenso y demasiado pesado: ya en el velorio tras la eliminación aparecieron Coria y Villar para esbozar un reclamo al no jugar, síntomas claros del peligro de tener un plantel demasiado largo y compuesto por celebridades. Pero aún así, y en detrimento de quien fuera, no había motivo para que el Rayo Fernández ocupara el banco: un pibe que ha dado muestras constantes de querer meterse en el equipo, de comprometerse con la causa, recibió un importante ninguneo en favor de apellidos que significarán mucho para los diarios capitalinos, pero nada son para el hincha pincharrata. ¿Coria? ¿José Luis Fernández? ¿Qué han mostrado, con sus credenciales? Muchísimo menos actitud que el pibe que vino desde Guillermo Brown de Puerto Madryn sin que nadie supiera quien es. Pero, además, muchísimo menos fútbol.

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