jueves, 15 de marzo de 2012

La deja escapar

Para Solos Contra Todos

Capogrosso feliz tras su improbable acierto. Martes 13: como
escribiera Leandro Timossi, "superstición inimputable"

Una verdadera lástima. Estudiantes dejó escapar una buena chance por falta de firmeza en el rumbo. Había dado señales de ser el único equipo de Primera con intenciones de jugar la Copa Argentina para ganarla. Pero en los papeles, paró por segunda vez un equipo lleno de gente que nunca juega, sin terminar de apostar por relegar a los refuerzos de la era Russo y jugársela por los pibes. Aquella primera vez que puso el B, le costó muchísimo superar al modesto Unión de Villa Krause. Lógico, unos juegan motivados por el rival enorme y los otros sobrando la situación y hartos de no ser convocados; además, entrar sin partidos encima a jugar 90 minutos suele terminar con jugadores acalambrados y faltos de soltura. Algo de eso se vio anoche en Quilmes: jugadores en mal nivel, algunos incluso desganados, con un deseo a flor de piel de que llegue al fin junio para dejar de vestir la albirroja.

Los que no juegan nunca desperdiciaron un tiempo y medio, despertaron un poco al final del partido y después sucumbieron en una lotería que ni vale la pena analizar, más allá del tirito del Rayo, en quien se hizo carne un Estudiantes sin convicción para ganar, y el increíble acierto del arquero rival al contenerle el disparo a Desábato ¡al medio del arco! Las estadísticas indican que apenas el 1,1% de los arqueros permanece en el centro del arco, según el recomendable estudio “Professionals play minimax”, de Ignacio Palacios-Huerta. Bueno, el acierto de Capogrosso demolió las estadísticas.
Así Estudiantes quedó afuera de un torneo que con ganar apenas seis partidos (tres de ellos, Unión VK, Merlo suplente y Sarmiento, de categorías inferiores) hubiese agregado a sus vitrinas. Exageró el Vasco en mixturar el equipo tan rápido en el año. La Copa Argentina ofrece una agenda lo suficientemente laxa como para que un equipo sin competencia internacional la juegue con todos sus titulares: se juega, cada tanto, un partido que te deposita en otra ronda. Nada de grupos, de idas y vueltas. La cuestión es sencilla, el ritmo tan relajado que casi se olvida uno de cómo accedió a la instancia que le toca jugar. Pero a pesar de que disputar la copa no significa el desgaste que implica jugar un torneo internacional, con sus continuos partidos entresemana y su exigencia, con el cansancio y las lesiones que se apilan, el Vasco prefirió armar un equipo B y darle rodaje a algunos jugadores que no tienen fútbol: sin dudas influenció mucho en su decisión el largo plantel y la necesidad de que jueguen todos... pero son varios los que ayer dejaron dudas acerca de merecer esa oportunidad. No lo digo sólo yo: lo remarcó el Chavo Desábato en camarines, con su habitual fuerte autocrítica que apunta a abandonar el discurso complaciente y aguzar los sentidos de cara al durísimo y crucial partido con Tigre y al resto de las finales que tiene Estudiantes ahora que ya no tiene copa.
El tema es que el partido se pensó más como un desgaste y como un trámite engorroso que como la oportunidad para aceitar a los habituales titulares y su funcionamiento, temiendo demasiado el cansancio cuando había 4 días de descanso entre partidos, y cuando hace poco menos de dos años estos mismos tipos jugaban 8 partidos de exigencia máxima en un mes sin problemas. Se despilfarró así la oportunidad de acceder a octavos de final de un torneo que retribuye muy bien a sus ganadores y que encima otorga una plaza para la Sudamericana, justo cuando las chances de acceder a esa copa por las vías habituales parece clausurarse ante un Tigre sumador. Y despilfarró esta chance ante un equipo que puso también un alternativo, concentrado en el partido con River. Merlo supo que quería hacer, Estudiantes quiso ganar sólo con la jerarquía. No estuvo tan lejos de lograrlo, pero al final la resistencia del Charro venció a un equipo que nunca estuvo convencido de nada: ni de sí mismo, ni de su plan de juego, ni de sus titulares, ni de efectivamente jugar la copa para ganarla.
Es amargo el trago, pero sin histerias. Queda ese sabor feo en la boca, como tras aquellas tempraneras por Sudamericana: la sensación de que se trata de un torneo al alcance de las posibilidades del equipo, y que se escapa porque sí, sin épica batalla, por falta de convicción. Estudiantes se queda demasiado pronto sin la chance de consagrarse en la Copa Argentina y sumar al palmarés y a las arcas. También, en definitiva, se queda sin la oportunidad única que da este federal torneo que se juega en lejanos escenarios neutros y que tendría final en San Juan: vender la marca del club a nivel nacional, adoctrinar de mística a los sanjuaninos que fueran testigos de una nueva gesta con la marca copera pincharrata y así continuar engrandeciendo al club.

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