lunes, 12 de diciembre de 2011

Pertenencia


La noticia fue opacada por el anuncio del Pelado, que jugará seis meses más en busca de una transición más natural y exitosa hacia un nuevo ciclo. Pero el mismo día que la Brujita alegraba nuestros corazones, Enzo Pérez afirmaba desde Portugal que su deseo era volver a Estudiantes.

El Enzo anda marginado en tierra lusa y ya habló con su representante para iniciar un retorno que tiene mucho de deportivo (para recuperar continuidad y volver a la Selección) pero mucho más aún de cariño por la institución. Podría haber pedido River, el club del cual es hincha, o buscar que lo contrate algún grande, o intentar conseguir alguna ofertita en Europa, pero Enzo tiene claro que quiere regresar a este grupo de hombres con hambre, a este equipo que liderará Juan Sebastián Verón. El deseo de Enzo no puede sino llenarnos de orgullo: en un momento donde el equipo anda rascando puntos en el fondo de la tabla, un jugador de enrome categoría quiere volver a vestir la gloriosa albirroja.

Estudiantes algo tiene. Genera un sentimiento de pertenencia muy fuerte, se convierte para quienes pasan por allí como una escuela de fútbol, un segundo hogar donde los pibes se hacen hombres. Ya comentaba Quattrocchi que alguna vez se encontró en México con el Rusito y se estrecharon en un abrazo fraternal... y nunca habían compartido una cancha. Estudiantes hermana a los hombres.

Y si de hermandad hablamos, ¿que decir de la demostración de amor fraternal que tuvieron los compañeros de la Brujita hacia Verón? Primero encerrándolo en un cuarto, insistiendo hasta la inflación de huevos por su continuidad, luego en conferencia de prensa y finalmente, ayer, calzándose sin divismos, sin el egoísmo tan común en el fútbol, una camiseta en agradecimiento a Verón que más parecía ser de un hincha que de un colega. Los compañeros lo respetan, lo idolatran y lo necesitan: y esto, porque reconocen más allá del maravilloso pie derecho embrujado, la entrega incondicional, amateur, del Pelado indestructible. Es el líder, es la cabeza pero también el corazón, un ejemplo de abnegación y amor por los colores.

Y pobre Pelado, por qué sino por una compromiso total hacia sus hermanos y una total dedicación hacia el club seguirá jugando? No necesitaba Verón otra demostración de su entrega. Pero así siente los colores: encarará seis meses a pura renguera, una vez más con total abnegación por su bienestar físico, una vez más encarnando con el cuerpo, dolorido y golpeado pero orgulloso y valiente, su deseo de un Estudiantes mejor, grande. Un partido con sabor a homenaje terminó, con un hermoso telón de lluvia cayendo sobre un Verón sinceramente agradecido, teniendo una emotividad insospechada. Es que al hincha de Estudiantes se le infla el pecho ante estas demostraciones: justo en este momento magro, difícil, ver estas demostraciones de amor incondicional emocionarían a Bruce Willis. Ha sido un duro 2011, pero Estudiantes, que eternamente resurge de sus cenizas gracias a su historia y a su orgullo, ha dado aún en la derrota motivos para creer en un futuro mejor.

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