viernes, 13 de mayo de 2011

AL PIE... DE LA LETRA: Verón para todos ("El lado V", de Sergio Maffei)

VERON PARA TODOS
Reseña de “El lado V”, de Sergio Maffei, por Prof. M. Belvedere
Maffei es conocido por el pincherío mayormente por su columna partidaria en el diario Olé, donde en escuetos caracteres, dado el poco espacio del club en los medios capitalinos/nacionales, logra ajustadísimas descripciones del fútbol y el estado de ánimo de Estudiantes y sus hinchas. También, claro, es uno de los responsables de la brillante revista Animals!, por lo que su voz, de mucho Country y gran capacidad, es sin dudas, como demostrarán las numerosas anécdotas, datos e intimidades que se cuentan en el libro, palabra autorizada a la hora de hablar del hombre en cuestión: de Juan Sebastián Verón trata el libro que escribió para editorial Sudamericana en el aparente marco de una colección de libros sobre deporte que vienen lanzando.

No se trata de un detalle menor: el Verón del que habla Maffei es un Verón más nacional que local. Es, por ende, el Verón polémico, temido, odiado, enjuiciado, y no el Verón adorado, el Verón nuestro. La obra guarda espacio de un capítulo a las aventuras del Gran Capitán desde su retorno a Estudiantes, y se explaya, a lo largo de las viñetas que construyen un personaje que crece a lo largo de su vida y no escapa a las contradicciones, en su otra vida, la vida previa, hecha de Mundiales, trofeos europeos, autos y pocos pelos en la lengua.

El libro de Maffei intenta, justamente, acercar a Verón al gran público, ese que lo chifla todas las tardes, explicando, pero sin pedir perdón o poner excusas: Verón es quien es, un ser frontal, que no come vidrio. Un personaje malinterpretado seguido, por la necesidad que hay en este país de buscar un chivo expiatorio: señalado culpable de la inexplicable debacle del 2002, desde aquel momento se consolidó como el pirata, el tipo despreciable, sucio, que venden los medios y compran los que miran más televisión que fútbol. Maffei intenta un acto de justicia hacia el eternamente vituperado Sebastián, se centra sobre todo en su historia mundialista y justifica su rendimiento en 2002 al revelar por primera vez desde la voz de Verón que jugó desgarrado, herniado y mal diagnosticado aquella Copa del Mundo, problemas físicos a los que le sumó la durísima preparación que un Bielsa siempre fundamentalista armó para tipos que venían de una temporada pesadita. De aquella seña de calma, que se puede decir: los necios se conjuran siempre contra los lúcidos, piden soluciones drásticas, magicas, centros sin sentido y apuros que pierden tiempo y pelota. Pero los lúcidos saben que cuando uno está apurado, hay que vestirse despacio. Aquel gesto de Verón fue un llamado a pensar y luego ejecutar, en un país que tiende a ejecutar sin pensar. Que lo hayan convertido en villano por el mismo gesto que, en el césped uruguayo tras la clasificación al último mundial, lo elevó a la categoría de único ser pensante, coherente, de líder magnífico, gracias a una operación de prensa nacional antimaradoniana, no deja de hablar una vez más sobre la incoherencia futbolera del país y lo sugestionable que es el público.

Es cierto que el hincha de Estudiantes hubiese deseado que le libro ahonde más en cuestiones pincharratas, como el alejamiento de Caldera, Pires o la relación con Sabella. Puede para ello leer el libro que Sergio Marelli, hijo del Dr. Marelli, escribiera sobre la Brujita hace cosa de año y pico, tras la obtención de la Libertadores. Se trata de un libro un tanto empalagoso, sin embargo, puramente pincharrata pero lleno de loas (y de un extraño liricismo para el tema que trata). Preferible es el personaje que pinta Maffei, el rebelde que amamos, el problemático, el que lucha contra todas las fuerzas de la “naturaleza” (la opinión naturalizada de los medios), el que nos enorgullece por su coraje y porque, cada tres páginas de su vida, menciona su deseo de pegar la vuelta a su casa, a su lugar de pertenencia. Ese Verón, el abanderado de la escuela pincharrata que llevó la bandera por el mundo y decidió volver resignando plata y prestigio, nos llena el pecho.

Existe una historia oficial, de blancos y negros, hegemónica y parcial. Y existe el lado anverso a esa historia, el lado sin humo, sin correcciones políticas, sin mentiras mediáticas, el lado que escriben los parias de la historia oficial: ése es el lado que cuenta la historia de la Brujita, el lado V.

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