miércoles, 30 de mayo de 2012

El Barcelona post Guardiola

Publicado en El Día

Seguramente, sin Josep Guardiola, el Barcelona seguirá ganando y ocupando las primeras planas de los diarios. La era Messi, además, continúa. Pero, aún exitoso, no ha sido lo mismo el Barcelona con Rijkaard, antes de la llegada al banco de Pep. Tampoco lo será tras su salida, sobre todo en el otoño de algunos jugadores emblema que levantan interrogantes acerca del recambio que presenta el equipo. Probablemente, para alcanzar el nivel exigido por el club, el equipo culé necesite en este mercado de pases una mayor erogación de dinero que en los anteriores, donde alcanzaba con conservar la base.

Y es así. El tiempo pasa para todos. Este Barcelona 2012 ya no era el mismo: había una merma en su intensidad y su hambre, una especie de fatiga no de piernas sino de mentes; también un bajón de algunos de sus jugadores, difícil de notar en el marco de un equipo que gana casi todos sus partidos, pero esencial en esos encuentros finales de la temporada, donde todo es a suerte y verdad.

ESA FATIGA
Guardiola, al anunciar que se bajaba de la conducción de la nave fantástica, habló de esa fatiga, de la necesidad de volver a llenarse. El plantel también necesita ese recambio. Y los cambios de ciclo son dolorosos.

Se esperaba un espectacular enfrentamiento entre los "superhéroes" y los "supervillanos" para poner explosivo fin a una era ya no de un club, sino de la historia del fútbol, pero ambos clubes, Barcelona y Real Madrid, naufragaron. Porque, de un modo distinto al imaginado, el Merengue de Mourinho consiguió su objetivo de desbancar al Barsa: a pura chicana, a puro revuelo mediático, colaboró al desgaste del equipo culé, aunque al terrible costo de agregarse presión a sí mismo. Ninguno de los dos pudo manejar el sobrecargado ambiente que generaron y entonces no hubo cambio de guardia, tampoco defensa de la corona, sino un fútbol cada vez más estresado, atravesado por rumores, presiones y peleas.

En verdad, son estos los factores, al menos los mentales, que evitan sostener a lo largo del tiempo los niveles altísimos que ejecutó el Barcelona. En verdad, llegar es el envión, el salto es puro impulso: mantenerse requiere de paciencia, de jerarquía verdadera, de madurez, y el ciclo del equipo de Guardiola ha dado muestras de esa continuidad, sostenida en gran parte gracias a la coherencia del club, a la sensatez del DT y a la ideología común que mancomunó en las malas a los superamigos. Pero, finalmente, tantos cruces, tantas batallas, y la inacabable lucha fundamentalista, ideológica, no pueden no dejar heridas.

UNO PARA CADA UNO

En las películas deportivas hollywoodenses los ciclos terminan en destinadas confrontaciones. El destino fue más aburrido y deparó una especie de disolución del conflicto: cada uno con su trofeo y a buscar nuevos horizontes.

El clásico seguirá siendo caliente, pero todos huelen que se terminó la dicotomía que luchaba por la hegemonía del fútbol: el juego se ha abierto, el Barcelona se ha mostrado mortal y arrancará la temporada con muchas incógnitas y un sabor amargo. El Real Madrid, mientras tanto, continúa con su cuenta pendiente en el frente europeo. Otros equipos, otras formas, surgen para que el fútbol deje de ser una confrontación maniquea: el Bayer Munich, los de Manchester, la Juve, Chelsea, los equipos de Milan. La próxima Champions probablemente no se imagine tan predecible como esta finalmente no fue.

El ciclo del Barsa, quizás el más brillante de la historia del fútbol, se ha terminado con 14 títulos. Nadie consiguió, en verdad, ser mejor que este Barcelona de Guardiola, que a pesar de algunas derrotas ha sido el único equipo persistentemente ganador. Su última victoria (3-0 sobre el Athletic Bilbao de Bielsa, en la final de la Copa del rey) fue un paseo como los de antaño, ante un equipo que alcanzó el techo de rendimiento posible con el material que disponía y con el planteo por momentos unidimensional (y por momentos altamente emotivo) que propone su entrenador, pero que aún así no fue rival en absoluto: la función final fue una especie de tributo al mejor equipo de la historia, actuada por el mejor equipo de la historia. No será el final antagónico de película imaginado por algún guionista del cine, pero por lo menos fue una despedida feliz para un equipo acostumbrado a la felicidad.

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