jueves, 30 de junio de 2011

Promiedos

River completó la tríada de campeones de la Copa Angel Cappa y se fue a la B. El sistema creado para defender a los grandes terminó, finalmente, condenando al más ganador a nivel local. Los promedios, un absurdo sistema que hace pagar a los hombres del presente por los errores del pasado, invitando así a la falta de autocrítica entre otras cosas (porque yo me puedo mandar mil cagadas hoy total se paga mañana, y porque si vos te vas es por culpa mía), fueron creados con la excusa un sistema más justo y que invite menos a la histeria, cuando en realidad el aumento de la histeria es notable, producto de la abstracción de un sistema que obliga a sumar, restar, dividir, expecular, todo por ciento y pico de partidos.

La misma excusa fue utilizada para la imposición de los torneos cortos, con el mismo objetivo detrás: favorecer a los grandes, que habían perdido su natural hegemonía por darla por sentada y despilfarrar recursos mientras otros clubes laburaban y amenazaban el orden. Ambas creaciones, ciertamente monstruosas, terminaron perjudicando a los grandes: el papel de los medios independientes (particularmente de internet) en este proceso ha sido clave, porque ante la explosión de información disponible, sumado al natural discurrir de una historia de corrupciones y vaciamientos apañados por AFA, fue imposible ocultar y ayudar secretamente a los clubes grandes ante sus indisimulables crisis nacidas en la primavera menemista.

River fue un club que diversos dirigentes vaciaron a través de operaciones de compra y venta mafiosas. Estos procedimientos eran conocidos por AFA, quien cual FMI seguía prestandole platita por abajo de la mesa, endeudando al club más y más. La alta entrada de dinero que produce River (entradas, camisetas, venta de jugadores con diez partidos en primera) permitió disimular un buen rato su destrucción institucional: como Huracán, como Gimnasia, zafar era el objetivo que se planteaba inconcientemente, sin pensar que zafar implicaba no atacar el problema de fondo, real. River incluso se dio el gusto de ganar un torneito estando el club fundido. Los promedios lo protegieron un tiempo, pero finalmente fue tan prolongada la crisis que se dio lo impensado y bajó a la B. No es producto (al menos directo) de una de esas conspiraciones que los gallinas denuncian tan a menudo, desconociendo concientemente la historia de corrupciones y arreglitos con la casa matriz del fútbol que lo favoreció por años (el negocio, claro, era mutuo). Sencillamente, es el fruto de una crisis tan profunda que ni siquiera en el panorama desolador del futbol argentino pudo ser mejor que 4 equipos a lo largo de tres temporadas. Algo que sin dudas nadie imaginaba cuando, hace tres décadas, se inventaron los promedios: una mala racha de tres años era impensada para un grande dada la distancia económica que existía entre ellos y los demás.

La hegemonía se ha roto, pero solo parcialmente. Ya habilitaron el Monumental, sede para la final de la Copa América, a pesar de los disturbios absolutamente descontrolados que intentaron minimizar los medios diciendo que se trataba de "un grupito aislado", mientras las imágenes mostraban un caos más bien generalizado. Tampoco le descontarán puntos, algo que sucediera tras aquella promoción entre Chicago y Tigre por enfrentamientos más leves. La quita de puntos le significó a Chicago una segunda pérdida de categoría, y saben los que manejan estas cosas (que algo saben) que el primer año en la categoría es difícil y que a menudo los equipos, por estas cosas del promedio (que desprotegen notablemente a los recién ascendidos, por la misma causa por la cual la promoción plantea para los equipos de Primera ventaja deportiva: para proteger a los grandes... paradojas, ironías de la vida), se encuentran peleando tanto en la tabla de posiciones como en los promedios. Una quita de puntos, llegue quien llegue a River (que parece que armará un megaequipo y que apuntará a refundar la identidad del club a través de viejos conocidos de la institución), podría ser lapidario y River en Primera B ya sería absolutamente catastrófico para el club y para la AFA. Un año en el descenso, en cambio, resultará un buen modo de promocionar la categoría, y quizás incluso hasta haga escarmentar a Passarella. Nada trágico, como sugiere la locura de la calculadora, la histeria del promedio. Sencillamente, como se baja de categoría, se puede subir. Si se hacen las cosas bien, claro. Y también, si sos River, con alguna ayudita de tus amigos...

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