lunes, 6 de junio de 2011

Pasado, presente, futuro, identidad

 Corren épocas algo grises, shockeantes por el contraste de pasar de campeones a la nada misma, de equipo elegido por todos a barco sin conductor del que todos saltan, de un equipo que de ser considerado invencible pasa hoy a ser declarado muerto. Y andamos malhumorados los hinchas, preocupados por el futuro que hoy luce con muchos interrogantes: ¿quién será el técnico? ¿Quién vendrá a reforzar el plantel? ¿Quiénes se irán?

Y sin embargo, tan glorioso es Estudiantes que el pasado ha traído, aunque fueran tímidas, un par de sonrisas estas semanas. Porque primero el baile que el Barcelona le propinó al Manchester, que no pudo más que esperar el milagro con impotencia y estuvo cerca de irse humillado, hizo que fuera imposible no recordar la grandeza de aquella derrota, dolorosa aún cuando se la recuerda con un inmenso orgullo, de Abu Dhabi. Porque luego, el todopoderoso Vélez cayó por segunda vez consecutiva en el torneo, esta vez ante un débil Tigre, y alcanzará como mucho 39 unidades en el torneo, lo que valora aquellos 40 puntos conseguidos en una doble competencia aún más frenética que esta, aún más acortada que ésta, por el incipiente Mundial de Sudáfrica: el Pincha terminó su participación en 19 de mayo, en cancha de Quilmes contra su archinémesis Inter, sin descansar una sola semana desde el comienzo de las actividades. Logró 40 puntos y se quedó con las manos vacías por errores puntuales y un plantel increíble pero corto, pero sobre todo por la falta de suerte. Lo mismo sucedió en Abu Dhabi. Mientras la mayoría de los equipos fallan y tienen nuevas oportunidades (Vélez, por ejemplo, sigue puntero a pesar de haber cosechado 0 de 6 en las últimas dos presentaciones), Estudiantes jugó un partido perfecto y pagó su único error contra el Barcelona, y luego hizo un semestre increíble y pagó carísimo un empate con un jugador menos (en parte, porque Independiente se abrió de gambas) y un gol entre humo de bengalas y distracciones. Allí, en esa seguidilla de derrotas 2009-2010, había algo, el germen de algo. Y efectivamente, Estudiantes se vengaría de esta racha de mala suerte ganando todos sus encuentros en la recta final del 2010, para no dejar lugar al azar y todo lo demás que, se sabe, nunca son aliados de los equipos chicos, subversivos, hinchapelotas.

Sabella, en aquel primer semestre de 2010, incurrió en algunos errores por ser demasiado cauto: el cansancio de sus soldados, agotados tras una seguidilla infernal de partidos, le hacía querer cerrar los partidos antes de tiempo. Pero la doble competencia no es ningún verso, y el Supervélez, de mucha mayor profundidad en su plantel gracias a un trabajo dirigencial a conciencia, pautado entre dirigentes, técnico y manager, la sufre y ha perdido sus últimos tres encuentros. Es muy probable que se lleve todo, con el cuadro de Libertadores bastante abierto y el torneo, verdaderamente, entregado como no estuvo aquel Clausura 2010: pero aún así su puntaje y sus altibajos ponen de manifiesto el increíble trabajo realizado por Sabella y los suyos, que fueron sin embargo muy criticados por aquella campaña. ¿Qué dirían aquellos hinchas ahora, Apertura 2010 y ciclo Berizzo mediante? Pelear todo ya no parece tan natural y obligatorio y algunos hinchas empiezan a darse cuenta de la importancia de un tipo como Sabella en el club, al tiempo que sus hazañas se hacen pasado y a la vez toman valor. También los dirigentes han entendido su error, y fueron a buscarlo a pesar de su enfrentamiento con el técnico (es decir, a pesar de que pedirlo implicaba reconocer errores). El no de Pachorra los puso aún más en evidencia: fue tan erróneo ningunearlo, pensar que ganaban los jugadores y que el DT nada tenía que ver, mercado de pases tras mercado de pases, como fue estirar el ciclo Berizzo hasta que no dio para más. La falta de reflejos dilató tanto las cosas que Sabella agarró otro club. Para colmo, todos los pronósticos que hiciera Pachorra (sobre Nelson Benítez, la falta de un lateral, la necesidad de otro delantero de jerarquía) quedaron demostrados a lo largo del ciclo Berizzo.

Pachorra no era el proyecto él solo, por su cuenta. Pero sí era una parte crucial, estructural en el proyecto deportivo de Estudiantes. Berizzo fue un paso claro en falso: la juventud no es la única condición que debe tener un técnico pincharrata (juventud significa, claro está, ideas de vanguardia, hambre contrahegemónica y, también, menor ambición para buscar nuevos destinos). La personalidad debe ser una característica del nuevo entrenador, y de todo entrenador pincha: para arriar a un grupo de forajidos se necesitan personalidades fuertes, valientes, pero también humildad y un perfil bajo. Y, claro, debe haber sí o sí una identificación al menos ideológica con el club, lo cual quedó patente en las conferencias de Toto, no era el caso. Es preferible además una identificación con los colores, por obvias razones: conocimiento de la particular familia, las obligaciones, los códigos, pero sobre todo, un cariño por el club que lleva, como llevó a Pachorra, a intentar que el club crezca, a querer construir una dinastía. Sucede con la Brujita, desde siempre.

Bajo esta perspectiva, los tres primeros candidatos estuvieron bien apuntados. Pero de aquellos tres, apenas queda uno y medio, con el Cholo coqueteando con Europa y Russo como un gran signo de interrogación (¿seguirá en Racing? ¿Dan los números?). Y mientras empiezan a sonar nombres, cabe preguntarse si Simeone, que al igual que Fosati nos parece un candidato aptísimo que recibiríamos con mucha esperanza, son técnicos útiles no sólo al resultado inmediato, sino al proyecto deportivo a largo plazo. ¿Cuánta estabilidad, cuánto largo plazo (que implica proyección de juveniles, identidad futbolística, fuerza en los momentos difíciles) puede dar un DT que vislumbra Estudiantes no como su casa sino como un paso más en su carrera? Es un problema difícil de solucionar. Russo parece un candidato de excepción, idóneo por donde se lo mire, de mucha experiencia, conocimientos vastos, ideología pincharrata hasta la médula, pero aún a él es difícil imaginarlo como el Ferguson de Estudiantes.

Saben los dirigentes que para que haya, efectivamente, un técnico que marque una era, hay primero que nada elegirlo bien (y no a los apurones, como sucedió con Berizzo tras la súbita salida de Sabella) y, segundo, reducir el roce entre dirigentes y DT. Para ello, en una noticia a la que no se ha dimensionado correctamente, han tomado la decisión de crear el puesto de mánager, para dialogar con el entrenador sobre refuerzos, proyectos, juveniles y demás y que éste medie entre él y los dirigentes. El manager será el capeador de batallas y eras mucho más duras, el Vasco Asconzabal, y si bien resta ver si está capacitado y, además, si no se trata de una mera medida-copia de Vélez, la medida debe ser saludada como un acierto de antemano. También parecen haber aprendido de sus errores en términos de refuerzos y se saluda el traer jugadores identificados con el club. Estudiantes necesita recuperar su identidad para poner en marcha otra vez, practicamente desde cero, un proyecto a largo plazo. Sabe que necesita para ello un DT y jugadores de la casa, sabe también que tiene que comenzar una transición y que para ello debe mejorar la formación de pibes y darles mucho más espacio. Y hoy, sabe que perdió a Sabella, su candidato ideal. Lo cual no deja de ser una gran lección.

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