domingo, 8 de marzo de 2015

Sin luces

Pongamos las cosas en contexto: Estudiantes se enfrentaba a un San Lorenzo con fama de estar en la mala pero que tan mal no andaba. Ultimo campeón de Libertadores, había tenido algunos resultados adversos (particularmente, una derrota en casa por Copa) pero también triunfos y, en cuanto a lo futbolístico, el equipo de Bauza nunca fue de los que llenan los ojos: o gana, o no gana, siempre con la misma idea pragmática.

Ese equipo arsenalero, bien paradito y con intención de ser eficaz antes que voluminoso, enfrentaba a un Estudiantes diezmado por lesiones, viajes y el trajín en general. Un Estudiantes que improvisó a Pereira en la zaga, que estrenó volantes y delanteros y que puso en cancha medio equipo que venía sin rodaje, sin roce. Algo que suele tener más peso que la supuesta diferencia de jerarquía entre titulares, suplentes y juveniles.
San Lorenzo llegó a La Plata con una agenda muy clarita que no estaba dispuesto a abandonar pasara lo que pasara: paradito detrás de mitad de cancha, con volantes livianitos para la contra y sin darle espacios a Estudiantes. Tomá la pelota, a ver qué podés hacer: un escenario que ha traído sus problemas para los de Pellegrino jugando al 100%, se comprobó un obstáculo demasiado complejo para un equipo muletto.
Estudiantes no pudo crear una sola ocasión clara de gol: hubo alguna aproximación, seguro, producto de mil y un bochazos, pero Sánchez Miño y Acosta, desde las bandas, no pudieron generar fútbol, no contaron con el apoyo de los laterales y nunca conectaron de modo limpio con Mendoza.
San Lorenzo no hizo demasiado, ojo: sí fue más fluido, más claro en sus pretensiones, pero pateó muy poco al arco. Era, por supuesto, su plan de juego, lejos del Gori para agarrar a Estudiantes retrocediendo. Varias veces quedó expuesto el equipo de Pellegrino, muchas desactivadas por Pereira de líbero, recordando a Angeleri. Otras, no: los dos tantos son producto de ataques rápidos del visitante, al que, para colmo, todo le salió redondo, porque apenas a los ocho minutos clavó el primer gol (Blanco, tras pared por la banda que dejó en desventaja numérica a Estudiantes) y entonces el libreto de esperar le venía bárbaro.
Estudiantes buscó, particularmente al inicio de la segunda etapa, con velocidad, con pases cortos, con paciencia y sin paciencia, pero salvo por algunos pasajes previos al corte de luz, no pareció poner en aprietos al rival. En esa instancia, los primeros 20 de la segunda etapa, apretó el acelerador dispuesto a atropellar al Cuervo y parecía que podía llegar al empate cuando el bajón de tensión enfrió el ímpetu y encima, cuando volvió el juego, Barrientos le pegó desde la casa al ángulo, en una contra que parecía inofensiva. Golazo (sin chances para el arquero, a pesar de que le valió algunos silbidos) y partido liquidado.
No hubo grandes aprobados entre los debutantes, y entonces se lleva poco Estudiantes de este partido: derrota sin luces, comienza a pagar el precio de mes y pico con competición entresemana. El equipo de Pellegrino estiró el plantel, y aumentó su jerarquía, pero siempre que se atienden tantos frentes, suceden estas cosas. A poner la mente en el jueves y seguir por la misma vía, con la confianza intacta: un tropezón no es caída.

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