viernes, 6 de marzo de 2015

Puntazo, con ese gustito...



Puntazo: de visitante, restándole dos al gran candidato del grupo, Atlético Nacional, y después de 70 minutos donde por momentos el equipo de Pellegrino estuvo para el cachetazo. Vale más por haber pasado esa prueba de carácter, por otra vez aguantar con paciencia la adversidad: Estudiantes aprovechó la que le dejó el rival y se trae en vuelo charter un gran empate con sabor copero.

El arranque del Pincha entusiasmaba: paradito arriba para la presión, complicaba muchísimo la salida de la defensa colombiana que, de tan prolija, se metía en problemas y evidenciaba algunos problemas. Pero claro, en la cabeza del cuadro albirrojo estaba la cuestión del desgaste: ¿hasta dónde correr, sabiendo que la nafta andaba corta? Estudiantes no reguló ni salió a matar, y ahí, en la tibieza, dejó crecer al local.

Que, además, aprovechó el callejón por derecha: Pellegrino paró un 4231 que dejaba las bandas desguarnecidas y, por ese costado, la dupla García-Berrío (lateral y extremo por la punta de Palito) aprovechaba que no había volante asignado a la zona y llegaba, una, dos, tres veces. Primero avisó Atlético con un centro atrás de Berrío que rebotó en Shunke y Mejía, en el rebote en la puerta del área, pateó afuera. Berrío repitió el desborde y el centro hacia atrás, luego de ir hasta el fondo, cinco minutos después, a los 23, yle sirvió el gol a Zeballos: el 10 pateó solito, pero mal, e Hilario desactivó la primera bomba de la noche con las piernas.

El entrenador intentó tomar nota y abrió a Jara y Martínez hacia las bandas, para contener la subida de los laterales. Con ese nuevo ordenamiento, Román y Pereira generaron la de mayor peligro del primer tiempo, tras un pase al vacío del uruguayo para el volante: Martínez corrió solo hacia el área y eligió el arco antes que el centro. Mala decisión. Además, Román nunca sintió el retroceso y, recién regresado a las canchas, terminó sufriendo el rigor y salió lesionado.

A Estudiantes le manejaron bastante la pelota y la posición, pero el local insinuaba más de lo que generaba: por eso mismo, el gol de Atlético Nacional dolió tanto. Cuando los jugadores ya estaban pensando en el vestuario, un error de Damonte, tocando corto hacia atrás, generó la corrida y puntinazo de Zeballos. Golazo, al lado del palo, casi de la nada.

Creció desde entonces el elenco colombiano. Estudiantes tiró en cancha a Carrillo, y más adelante a Sánchez Miño, buscando más peso en ofensiva, pero la pelota era del rival, que de entrada amenazó varias veces con aumentar. Tan golpeado parecía el Pincha que Atlético Nacional llegaba, al principio, casi sin quererlo.

Pero, más allá de las corridas de Berrío, un enigma para Palito (Aguirregaray pareció tener más ayuda por su banda para contener al extremo por izquierda), el momentum se fue enfriando para los colombianos con el correr de los minutos, y Estudiantes fue reordenándose. Lo suficiente para, sin ser una presencia amenazante para el local, se puso a sí mismo en posición de provocar algo, algún error, alguna jugada. Y entonces, claro, no habría que fallar.

Y Estudiantes, con estirpe ganadora, no falló la que tuvo. El enorme Pocho Cerutti, de emocionante desgaste una vez más, solo contra todos durante buena parte del encuentro y blanco de mil y una patadas, pivoteó en un ataque aislado y Jara, que había merodeado varias veces el área (gran mérito del volante, su predisposición a llegar por sorpresa), le picó. El pase de Pocho fue delicioso, por encima de la defensa, y Jarita no dudó y tiró una exquisita vaselina con poco ángulo por encima del arquero, para enmudecer Medellín.

Quedaban 25. ¿Qué hacer? El Pincha no dudó y, sin perder el equilibrio, apretó el acelerador. No fue una tromba, no era una noche donde las cosas fluyeran como para aplastar al rival y tampoco era cuestión de desguarnecerse y tirar un puntazo por la ventana. Pero Estudiantes se acomodó lejos de su área y hasta pudo haberlo ganado, cuando Auzqui tiró por encima una buena habilitación de Sánchez Miño, mano a mano.



No fue victoria, pero fue gigantesco empate para Estudiantes: supo no volverse loco en la mala, que duró un buen rato, y con paciencia, esperando la chance, se trajo el punto. En ocho días donde había mucho en juego, Estudiantes se llevó 7 de 9, con enormes sensaciones, y se trajo un empate de afuera en la Copa, y, se sabe, entre el árbitro, el viaje y la gente, cada puntito que le sacás al otro en su casa, vale oro.

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