lunes, 14 de marzo de 2011

La tercera via

Hemos hablado mucho del modo aristocratizante que domina la apreciación del futbol, y los motivos (económicos, pero también ideologicos) que generan un efectivo contagio de estas ideas entre todos los sectores de la sociedad. Mas de una vez hemos afirmado nuestra simpatía hacia una ambigua oposición, pero hoy procuraremos no solo escindirnos de ese lugar opositor y comenzar a sentar las bases hacia una tercera via, la que lleve hacia la irrealizable utopia de un futbol hecho nada mas que de pelota.
La via opositora nace como una consecuencia natural a lo opresiva que resulta la ideología aristocratizante, que pretende dominar todo y a medida que progresa su dominio, vuelve el dominio de los clubes grandes mas irreversible. La oposición es por ende radical, violenta y orgullosa, peleando por la liberación de los mitos del futbol. Y es ese nuestro punto de partida. Sin embargo, producto de la confrontación, también su apreciación del futbol se ha vuelto absolutamente fundamentalista, ciega a ideas nuevas, tan conservadora como los modos de ver y perpetuar el status quo de la rancia aristocracia del futbol. Por supuesto, han entrado en terrible batalla ideologica: si la oligarquía, amparada por los grandes medios clarinistas (Ole, Clarin, TyC), promueve un futbol de mitos y desconocimiento, un futbol-espectaculo de taquitos para la gilada,  la oposición pretende que se hable de futbol y nada mas (el canal cabecera, Fox, transmite bastante mas futbol que su par clarinista, sobre todo pos Futbol para todos), y en el proceso se vuelve resultadista[1], exitista, simplista en cuanto a que las verdades las maneja quien gana. En verdad, la ideología opositora se vuelve tan extrema que, por supuesto, genera otro mito, relacionado con el imaginario burgues (importancia del tiempo, del dinero, el éxito como medida) por lo cual, por supuesto, es entendible la guerra sin cartel que se sucede entre ambos sectores, pugnando por el poder. Muchos se pliegan, simplemente, por cansancio de la impostura mistificadora aristocratica, en reacción a su opresión simbolica.
El problema surge cuando el publico cree que, porque son los únicos modos de apreciar el futbol que pueden verse por televisión, son los únicos sistemas de apreciación existentes. Es decir, rápidamente el espectador simpatiza con uno o con otro extremo, se alimenta de mitos que deforman la interpretación del futbol. El mesianismo de ambos grupos resulta en fuertes presiones para ser parte de una de ambas ideologías (mi futbol o el apocalipsis), pero sin dudas el peor aspecto es que las presiones, en verdad motivadas por cuestiones económicas y de poder (lo cual es redundante aclarar), se realizan en nombre “de la gente”, del interés de los clubes, de las instituciones: ya hemos hablado sobre la peligrosidad de este procedimiento y los intereses que oculta. Los únicos intereses que se defienden son los propios, y en este caso, el interés de la hegemonía burguesa no reconoce a menudo proyectos y abandona el apoyo en la derrota: en ese momento las cámaras de TyC y de Fox por igual invadirán concentraciones, analizaran a matar cada error pequeño y transformaran circunstancias en crisis, solo porque vende. Sus intereses no son los nuestros, sino los intereses propios del mass media: trabajar con calma bajo esta ideología se torna, en definitiva, insostenible para clubes mas chicos, a los cuales les resulta complicado hilvanar una seguidilla de victorias. Si no hay ideología (es decir, si impera la ideología del resultado), no hay proyecto posible.
La guerra ideologica entre burguesía y aristocracia lleva siglos (aun cuando, finalmente, hermanan sus objetivos y todos forman parte del poder hegemonico), atraviesa muchos aspectos de la sociedad hoy: por ejemplo, la oposicion entre inspiración y trabajo, entre civilización y barbarie y demás mitos fundantes de una identidad; no solo en Argentina, sino en todo occidente es común esta dualidad originaria. Pero es importante resaltar que ambos son modelos clasistas, con potencial para someter por igual a los pobres, de obligarlos a practicar un futbol improductivo, para entretener a una audiencia burguesa/aristocratica y amasar fortunas, o para alcanzar un éxito intrascendente, momentáneo, que no cuestiona de ningún modo el estado de cosas.
El único modo de evadirnos de estas lógicas (en la medida de lo posible, pues nos atraviesan a todos) es a partir de la educación. Mirar futbol, estudiar futbol y apagar los programas de opinión y desinformación que guian la interpretación y desvían la atención de lo importante, lo estructural. La educación es la herramienta de la emancipación.


[1] Me gustaria realizar una distinction basica acerca del concepto de “resultadismo”. brevemente, existen dos nociones en principio similares pero en verdad opuestas, a las cuales se les atribuye el vocablo: por un lado, el citado resultadismo exitista, que analiza el juego a partir del resultado final; por el otro, el resultadismo desmitificador, que busca de cualquier forma alcanzar el resultado. Mientras el primer concepto funciona como modo de cesgar la interpretación, de disminuirla a su minima expresión, de volverla sencilla pero irreal; el segundo concepto funciona como motor de los equipos para explorar todo tipo de herramientas, aun las moralmente condenadas, en su búsqueda por alcanzar el objetivo final del juego, que es el resultado. La primera es una herramienta interpretativa cercana al fundamentalismo, y no debe confundirse con la segunda, que no es un modo de apreciar el juego sino un modo, desprejuiciado y contrahegemonico, de jugarlo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario