domingo, 13 de marzo de 2011

El opio de las masas


Hemos repasado en numerosas ocasiones ya los modos aristocraticos de concebir el juego, y nos centraremos ahora en su relación con el espectáculo. En un articulo reciente describíamos el espectador que pretenden los poderosos para este nuevo futbol mercantilista, de palcos y estrellas de cartel, donde el juego interesa mucho menos que las ganancias. Por lo tanto lo que se vende no es el juego, sino el espectáculo: los casos del Real Madrid y los equipos ingleses alimentados de narco y petrodólares son manifiesto claro de que lo que se busca es vender camisetas y publicidad, y no alcanzar la gloria.
El futbol espectáculo es un negocio, sencillamente: el espectador debe pagar la entrada, comprar el souvenir y atender al show. La lógica del deporte queda deformada, y no extraña entonces que las interpretaciones (periodisticas o personales) se deformen y confundan continuamente cuestiones estéticas con cuestiones deportivas.
Y entonces el futbol muestra la hilacha: su potencialidad de espectáculo, de “futbol-espectaculo”, ha facilitado el uso del futbol por parte de la política. Se trata del conocido “pan y circo”, el dominio de las masas a partir de las distracciones. Si hoy en dia los estudiosos en la materia nos alertan sobre el alto contenido de simbolismo nocivo y aristocratizante en películas y videosclips, cabe decir que sucede lo mismo en el futbol, y en cualquier espectáculo masivo.
El espectáculo, la apreciación pasiva en busca de un beneficio frio, estético, es sin dudas el opio de las masas. Se opone diametralmente a la educación. Las propagandas bienpensantes y progresistas que hoy en dia muestra Futbol para todos muestran un ideal estructuralmente opuesto al modo en que el futbol es utilizado por el Gobierno: por mas que haya clubes que fomentan la educación, el sistema fomenta el espectáculo. En lugar de promover el deporte, que es un modo valiosisimo de formar a los jóvenes en valores sanos, de sacarlos de las calles, de dotarlos de herramientas para afrontar la vida (es ese el valor del deporte, y del futbol, frente a la sociedad, en definitiva), promueve la visualización pasiva del deporte, el Futbol para todos seguido de su profundización, el Deporte para todos. Y en lugar de aprovechar potenciales ganancias publicitarias para reinvertir en el deporte y su desarrollo, se usa el espacio publicitario para promover al propio gobierno, lo cual demuestra a las claras este lazo entre espectáculo y política[1]. El espectador pretendido entonces es el espectador que no analiza sino que mira, el espectador pasivo, que no participa. La influencia del deporte en la ciudadanía genera (sobre todo a partir del nuevo programa de futbol) un ciudadano pasivo, opiómano.
El futbol espectáculo genera, entonces, no solo el mencionado destierro del hincha tradicional de los estadios y la formación de un espectador teatral, sino también los llamados “self appointed defendors of the status quo”: aquellos que defienden la ideología del establishment sin saberlo, por motus propio e imaginando que se defienden a ellos mismos, a su integridad y a su “gusto personal” legitimado por el “arte”, por la belleza del espectaculo. Estos defensores pueblan los medios y los bares, y discuten a muerte, inclusive insultando las perspectivas que no incluyen la belleza y el espectáculo en su modo de ver el deporte. Pronto hablaremos de la oposición fundamentalista y su funcionalidad al plan hegemonio: lo primordial es abandonar la postura belicista, confrontativa, fundamentalista que acorta nuestras visiones. Y hablemos de futbol, pensemos el futbol, el deporte, el proyecto, eduquemos nuestras mentes y nuestros hijos, único modo de emancipación de este circulo vicioso. El abandono total de las creencias será siempre imposible, pero por eso mismo debemos ser abiertos y humildes, escuchar: creemos haber descripto los peligros que entrañan las conciencias creyentes en sistemas cerrados de interpretación. El peligro de perpetuar el status quo.


[1] El opio funciona como metafora perfecta, dado el conocido uso de la droga que hacen los paises poderosos sobre los paises pobres, vaciandolos de future a traves del trafico sistematico.

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