viernes, 8 de marzo de 2013

Teoría poscolonial


Por un instante invade la desolación. Está bien, van 4 fechas, no es para balearse en un rincón. Pero cuando la pelota pica y entra, y es el tercero de Colón, dan ganas.

Estudiantes mejoró notoriamente. Claro, ante un rival muy limitado, atravesando una crisis muy similar a la nuestra y que empató casi sin quererlo, sin ir a buscarlo suicidamente. Lo empató, además, por un exceso de confianza de la defensa, a la cual este año no le sobra como para andar mirando la pelota en vez de siguiendo a los jugadores. Lo empató, claro, por el mal momento del Gori Silva, quien también necesita una buena caga a pedos.

El equipo, otra vez, volvió a demostrar flaqueza en los momentos importantes. Falto de andamiaje colectivo, y también falto de fe en lo que se está jugando, Estudiantes mejoró pero continúa sin ser un equipo que contagie, que insufle esperanzas a partir de su sostenido mejoramiento. Estudiantes va queriendo, pero hoy por hoy su techo no parece lo suficientemente alto con invitar al hincha a creer en un retorno a las Copas. Más bien muestra una versión emparchada de un equipo de mitad de tabla.

El problema es que hoy otro cimbronazo (es decir, un nuevo cambio de técnico, como se rumorea podría devenir de una derrota de local ante Newell’s, que llegará con un mix) resultaría probablemente improductivo, sobre todo sin un reemplazante natural. El problema está desde el inicio: el diagnóstico de jugadores (que siguen pensando en transición, a pesar de tener un muy buen plantel), técnico (de constantes volantazos que modifican solo lo superficial y aciertan y desaciertan en el mismo porcentaje) y dirigentes (que confunden estabilidad con idoneidad a la hora de decidir sobre técnico y jugadores), el diagnóstico de todos falla y lo que decanta es lo que debe decantar por lógica.

Para que Estudiantes contagie de nuevo a sus hinchas, para que vuelva a contar historias de las heroicas, habrá que esperar por una improbable revolución interna: que los gritos de Cagna le lleguen a los jugadores, que los jugadores se decidan a embarcarse en este navío así alcance la ballena blanca o naufrague. Que se termine la tibieza, que se acabe la desconcentración: los volantazos, y también algo de mala suerte, desconciertan, agotan, y deben combatirse para no acostumbrarse a la mediocridad. Para este objetivo, dos peces gordos como Newell’s y Vélez vienen mejor que dos necesitados como fueron San Lorenzo y Colón.

Estudiantes despilfarró el triunfo por su tibieza. Seguro, podrá recaerse en la inconsciencia de Jara al intentar picar lo que era el final del partido, o en la inseguridad de Silva para proteger el arco. Pero al fin y al cabo es el técnico quien debe aportar un contexto que obligue a la concentración y a la seriedad, donde nadie la pique por respeto a sus compañeros y por miedo al conductor, donde nadie se pase los minutos finales del partido “definido” deambulando, esperando el pitazo final (además debe aportar, obviamente, el contexto táctico en el cual los jugadores jueguen cómodos). Cagna, hoy, con sus idas y venidas discursivas y tácticas, no impone esa lógica. Asoma como un guía confundido, y hasta algo débil en su manejo de grupo. Su lectura del partido ante Colón fue desacertada, y ese puesto por puesto de Zapata por Carrillo pareció más el cambio de un técnico que cree que el partido está terminado a una búsqueda por apuntalar lo que el equipo comenzaba a hacer: defender y salir de contra con Auzqui, Núñez y Jara. Con el resultado puesto, la entrada de más volantes a defensores parece imponerse.

Sacar conclusiones semana a semana lleva a una gran ansiedad: se arman relatos con los resultados puestos que quizás nada tienen que ver con lo que sucede en la cancha y terminan empujando a renuncias y despidos apresurados. La salida, hoy, de Cagna, a cuatro fechas del inicio, sería idéntico a uno de los criticados volantazos del DT: un parche a las apuradas, luego de un mal diagnóstico. Sí está claro que el técnico, en lugar de continuar con sus cambios constantes, equivalentes a pasajes de boleta, debe encargarse de concientizar y potencias este equipo. Las excusas se van terminando.

Para que Estudiantes juegue por algo, para que el equipo contagie, y se contagie, para que cuente alguna historia, necesita una revolución de la cual no parece ser capaces varios de estos jugadores conducidos por este DT. Si no no habrá debacle, pero tampoco épica, ni siquiera pequeña, cotidiana, dominguera, como esas victorias de los equipos de 2004 y 2005, que gestaron el glorioso 2006: así se ganará cuando se pueda, cuando se dé, y se perderá con resignación y desconcierto. Estudiantes está en una nueva encrucijada, una más desde la partida de Sabella: en el pasado las resolvió bien. Ultimamente, no.

No hay comentarios:

Publicar un comentario