martes, 22 de noviembre de 2011

Impotencia en el reino del terror

Para Solos contra todos


Todo mal. Uno sale del laburo, se toma un micrito para ir a ver al Pinchita, que va ultimo y juega con el ultimo un lunes a las siete de la tarde. Y uno llega a Quilmes y la policía lo hace volver hasta Berazategui, sin demasiados motivos para modificar la habitual uta mas que algun calculo mas realizado por los muchachos del operativo.

Llegas, te apretujas haciendo cola, pasas tres cacheos, te hace un gol del Rorro y esto acaba de empezar. Y entonces, para terminarla, te suspenden el partido porque hay 10 tarados que lo único que fueron a hacer fue suspender el partido para mostrar su poder. Quieren parte de la torta, quieren entradas, quieren que se levante el derecho de admisión. Se hacen pasar por hinchas, pero quedo demostrado ayer que les interesa mas lo propio que el club.


Toda la movida que hiciste para llegar a la cancha un lunes, y en 10 minutos ellos resuelven que te vayas. Encima, saltan y se te rien en la cara, regodeándose en lo hecho, vanagloriándose de su poder, burlándose de todo el estadio que se queda sin voz no por alentar sino por putearlos.

 Y que hace la policía? La policía en el futbol sigue estando del alambrado para afuera. Mirando. Aunque los cientos de efectivos nunca ven nada, como las miles de cámaras. Por supuesto, la policía, contratada para garantizar la seguridad, no puede garantizarla ante una actitud “sorpresiva” , muy novedosa, como que diez tipos quieran suspender un partido tirando bombas de estruendo. Para que están, entonces? Para que se pagan operativos absolutamente inflados, con una cantidad de efectivos fastuosa (que además, son efectivos que no están en otros lugares), si 750 efectivos no pueden sino mirar como 10 tipos tiran bombas y suspenden un partido? Para que existe ese organismo absurdo, denominado CoProSeDe, en teoría creado para organizar la seguridad en los espectáculos deportivos? Resulta ya irrisorio que exista este organismo, que no trabaja con inteligencia previa, que nunca previene ninguno de los choques que se ven venir o situaciones absolutamente premeditadas como la que ayer ocurrió en Quilmes. Se trata de un organismo absolutamente nominal, careta, creado por los dirigentes de nuestro futbol y nuestra política para dar la sensación de que se trabaja en seguridad.

Los operativos del CoProSeDe

Pero todo es una mentira. Los operativos del CoProSeDe son todos iguales: muchos efectivos controlando la nada misma, haciendo mil y un cacheos, empujando y toreando al hincha comun, familiero, que deja encendedores y paraguas en la puerta. Mientras, las policías regionales, y el propio organismo de seguridad deportiva (todos recordamos el balazo al uruguayo que conto con la complicidad de Ruben Perez, el director del CoProSeDe, quien ordeno que se abrieran las puertas para que la barra fuera a realizar el ataque), están en general entongados con las barras. Entonces, mientras el hincha comun sufre “el operativo”, que no es sino una fachada para la televisión, los barras pasan caminando, tranquilos, sin hacer cola, sin hacer cacheos. Con armas, con fuegos artificiales, palos, con lo que sea.

El CoProSeDe es una entidad absolutamente podrida, que vive de cobrar operativos innecesariamente caros y que nunca previene ninguna de las tragedias que, ahora, vienen ocurriendo cada vez con mas frecuencia. El nombre del juego es platita, y nadie quiere quedarse afuera, ni siquiera estos barras que han pactado con el organismo para controlarse y controlar a los demás. Los barras son como patovicas empleados por el CoProSeDe, que, como los patovicas, de vez en cuando piden permiso al jefe para empezar alguna tangana. Y entonces, la comisaria del lugar o directamente el CoProSeDe liberan la zona y se arma en serio. A Estudiantes le sucedió en un partido con All Boys del año pasado, y también en aquel partido mencionado con Nacional. Pero sucede todo el tiempo en el fútbol argentino. Los lazos entre barras, policía y CoProSeDe, y la complicidad de estos en numerosos hechos de violencia mafiosa, son irrefutables y muy íntimos. El CoProSeDe no hace su trabajo de garantizar la seguridad, aunque mediante la fachada de seguridad convierte a los clubes en rehenes de sus estrafalarios e inflexibles pedidos de guita. Y para colmo, el organismo de Perez, demasiado sospechado, agudiza esa sensación que tenemos cada vez más los hinchas, de ser rehenes de unos pocos que hacen lo que se les da la gana, impunemente.


La reacción 

Hace rato que está cansado el hincha de Estudiantes. Enorgullece su reacción, su indignación. También la de los jugadores, que pusieron la cara, que no se desentendieron, que incluso se pelearon con la mafia barra. La línea que camina el club es clara y muy loable, pero como dijo el presidente Lombardi, es imposible no pagar por la determinación de cortar los recursos a la barra si no hay resoluciones de fondo en el futbol. Porque el problema es mucho mayor, y viene de arrastre: a las barras las dejaron crecer, mirando para otro lado, sin lidiar nunca de frente con el tema, como ayer hiciera el corajudo Verón, a quien extrañaremos profundamente.

Y entonces cual es la solución? La solución verdadera no puede nunca provenir del club, dado que como hemos descripto las barras trabajan con la venia de la policía y el CoProSeDe, y hasta que no se termine esta sociedad nefasta nada podrá hacerse verdaderamente más que tomar medidas-parche. Pero algo se podría esbozar más allá de las saludables medidas de negar entradas y admisión a los barrabravas, como por ejemplo contratar seguridad privada que trabaje independientemente de la policía de los mil cacheos que nunca para al tipo que lleva el arma. No mucho más, en verdad. Mientras tanto, no quedará otra que retrasarse siempre que uno va a la cancha, mirando impotente la parodia de operativo policial que te lleva por el camino más largo, te para, te revisa el micro y después pasa lo que pasó ayer. No quedará otra que resistir la voluntad del CoProSeDe, siempre poniendo partidos en horarios absurdos, no quedará otra que resistir el manoseo, las colas, la violencia innecesaria contra el pobre tipo que deja todo para ver al Pincha. Y no quedará otra que seguir aguantando estoicamente a estos hijos de puta que, mientras tanto, pasan tranquilos con un arsenal bombas y te suspenden el partido porque no les dan sus entradas.

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