jueves, 16 de febrero de 2012

Los barras y la agenda del año

Para Solos Contra Todos

En medio del entusiasmo por el inicio del torneo y de la sostenida lucha de los hinchas en los foros por impulsar de una vez la ingeniería económica que permita, en el mediano plazo, la terminación de nuestra cancha en 57 y 1, pasó desapercibido que el miércoles, mientras Enzo Pérez llegaba a Argentina, los dirigentes de Estudiantes realizaban una conferencia de prensa en la Legislatura para hacer público su pedido de ayuda a los políticos en la lucha que lleva el club contra los violentos que, por primera vez en mucho tiempo, para no ser humo, pura declaración demagógica con entradas que pasan por debajo de la mesa.

La comisión se ha propuesto erradicar a las facciones de la barra que tantos inconvenientes han generado, peleando entre ellos por cuestione sede guita y poder y poniendo en peligro al hincha e incluso al club, que estuvo muy cerca, luego del escandalete versus Banfield, de ser sancionado deportivamente (de hecho recibió una sanción económica). En aquel partido quedó en evidencia que los barras están descontentos con el accionar de los dirigentes, que han dejado de pasarles los famosos tickets de cortesía con los que entran y también revenden por unos pesitos. La barra entró a la cancha decidida a suspender el match y, a pesar incluso de la furia del capitán y emblema Juan Sebastián Verón, que puso la cara con su habitual coraje en lugar de quedarse en el molde como hacen dirigentes y jugadores en todas las canchas, consiguieron su cometido. En el siguiente encuentro de local la policía detuvo un micro con barras que cargaba armas y además carnets de socios, evidenciando el modus operandi para entrar a la cancha que utilizan los violentos, restando descubrir (aunque no cuesta mucho imaginarlo) en connivencia con quien ingresan los barras la pirotecnia y algún elemento contundente.

Pero la trama nunca es tan sencilla. El pedido de los dirigentes tiene que ver, sobre todo, con obligar a los políticos a sacarse las caretas. Las barras bravas en Argentina, se sabe, son una fuerza que mueve masas a los actos políticos e incluso funcionan como fuerza de choque. Además, de los chanchuyos alrededor del negocio de la intimidación (puestos de venta de merchandising, estacionamiento, drogas, todos alimentan los bolsillos de los líderes) han llamado la atención de las fuerzas de seguridad, que lejos de detenerlo han querido una participación, generando así una peligrosa sociedad causante de las últimas tragedias en el fútbol argentino, siempre sospechadas de liberación de zona y otras complicidades. Apenas hace tres años el jefe del CoProSeDe, tan celoso para habilitar canchas y tan negado a cambiar horarios (tan dispuesto también a cobrar por fastuosos operativos innecesarios), abría las puertas del Unico para que la barra pincha llegase a la tribuna norte y le pegara un tiro a un hincha de otra facción, el conocido Uruguayo. De aquellos choques románticos entre barras de equipos diferentes no queda nada: hoy todo es pelea entre facciones del mismo equipo, todo es por plata y nada por el equipo propio. Los barras, no nos confundamos, van detrás del negocio y no de la pasión.

Encabezados por Lombardi, los dirigentes ya habían planificado la conferencia de prensa cuando dos miembros de la comisión recibieron amenazas de muerte y hasta les tiraron bombas en la casa. Los atentados precipitaron la acción de un tema que requiere, justamente, un accionar incesante e infalible: no hay que dejarse estar. Este es uno de los tres puntos centrales que debe estar en la agenda, y los hinchas no debemos dejar que quede en el olvido.

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