domingo, 27 de febrero de 2011

La gente hecha jugador




“Braña es la gente hecha jugador”, dijo Berizzo, demostrando haber entendido las cosas rapidamente y demostrando tambien el poder de contagio emotive que genera el Chapu, el corazón del equipo. Los propios jugadores sienten lo mismo,y y asi lo manifestaron al recibir el homenaje que el blog brindo a los campeones en formato revista: unánimemente dijeron que en la conducción del vehículo destartalado faltaba el Chapulin. Confian ciegamente en el 22, y en la cancha son liderados por el cerebro ambicioso de la Brujita, claro, pero también por el silencio emotivo del Chapu, que corre y corre y corre y obliga a correr al lesionado. Petiso, guapo y calenton, el Chapu ha dado mas de una vez el ejemplo y se ha clavado dolorosas agujas para poder pisar: y termino siendo figura. El Chapu muestra el camino sin decir nada. Y en momentos de dudas, de conflictos, de derrotas, su interminable correr muestra, mucho antes que declaraciones pour la gallery o llamadas de atención del DT, como debe afrontarse la adversidad: terminando con el eterno discurrir de las palabras, las peleas, las declaraciones y las dudas, y corriendo, metiendo, dejando todo. Por el compañero. Por el equipo.
El Chapu es quizas el maximo exponente de una raza de jugadores ninguneados y para nada apreciados por el periodismo (ese que dice saber que futbol le gusta a la gente) pero adorados por los hinchas. Estos jugadores, hombres verdaderos, que no se detienen en la queja, que declaran poco y seco, son, después de todo, la representación de los hinchas en la cancha, metedores, abandonando todo, físico, salud, por la causa, como cualquier hincha haría. El
periodismo (y mucho deterio barato) preferiría ver en la cancha, siempre, a los cincos aristocraticos, limpios, de cabecita levantada, pelota al pie y manito recogida. No hace falta ni siquiera aclarar que no recuperan, no contagian y no pueden jugar si no es rodeados por jugadores que se muevan constantemente por ellos, que les marquen el pase, que cubran las bandas, que colaboren con la defensa: demostración de ello es que hoy en dia estos jugadores no juegan nunca sin un cinco sucio a su lado. A cambio, claro, la claridad de estos iluminados le da al equipo una impronta mucho mas pulcra y clara. El cinco aristocratico es el jugador-emblema no del hincha, sino del paladar aristocratico. Los que dicen que al hincha le gusta ese futbol, se equivocan.
Al hincha, si se puede generalizar algo, le interesa la solidaridad, la garra, la entrega por el equipo. El Chapu Braña es, sencillamente, entrega, solidaridad, garra. Pequeño gigante, crack menospreciado y vituperado, es Estudiantes encarnado. El paladar albirrojo ya lo ubico en el pedestal de los héroes, y cuando los de afuera hablan de los finos que han pasado y juegan en el

club, ellos defienden el accionar del guerrero de toda la cancha, el hombre multiplicado. Y sin
embargo, en este juego dialectico siempre se escapa la verdad. Y la verdad es que Braña no es un rústico que mete y emociona: el Chapu es un grandísimo jugador, mucho más pensante de lo que se piensa, dueño de una gran inteligencia para limpiar la cancha empleando pases brujísticos y hasta gambetas verticales. Recupera la pelota y suele descargar rápido, sí, y a veces también la revolea: pero son las menos. En general, y a pesar del tole tole en el que se ve involucrado para quitar el balón, con la pelota
ya en sus pies y en medio de la vorágine levanta la cabeza, busca el pase y si no lo ve, mete enganches casi mágicos para quitarse los rivales de encima y aclarar el panorama. Quitarle la pelota es muy difícil, y cada vez más es él quien comanda los ataques cuando los caminos se cierran. Descargada la pelota, este pedazo de jugador retorna a su lugar y espera al próximo que quiera pasarlo con la media sonrisa de los corajudos, de los atrevidos.

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