domingo, 22 de febrero de 2015

Fútbol y carácter: Estudiantes avanza

Estudiantes comienza a aceitar y a ilusionar: en un sábado con mucho olor a previa de la doble función de la semana que comienza mañana, el equipo e Pellegrino tocó, generó, buscó, corrió e incluso agregó una épica cotidiana al partido dándole vuelta el resultado a Godoy Cruz y llevándose una victoria más importante para la confianza que para la tabla de este larguísimo torneo.

La gente llegó a la cancha, en efecto, charlando más de lo que se venía de lo que se jugaba, pero el gol inesperado a los 10 de la segunda etapa del Tomba enojó a la multitud, que empujó como el equipo hacia una victoria más por atrición que por juego.

Porque juego hubo, pero más que nada en la primera etapa: la gran deuda de los dirigidos de Pellegrino venía siendo la generación, y en este encuentro, donde el Míster volvió a modificar los integrantes (y hasta las posiciones) del cuarteto mediocampista, la deuda comenzó a pagarse. Con Sánchez Miño arrancando por derecha pero con libertad y un interesante tándem zurdo entre Pereira, mucho más profundo en este encuentro, y Barbona (que promete pero le falta), Estudiantes abrió la cancha constantemente, buscando ser punzante ante una defensa agrupadita y que buscaba la contra.

Tocaba y tocaba Estudiantes, paciente, dando vuelta la cancha, acelerando, frenando, centrando. Y una a una cayeron las situaciones. Barbona conectó con Palito y tiró al arco pero comenzó a convertir en figura a Moyano, con 11 en el reloj: hasta ahí Estudiantes era más pero pura aproximación y, curiosamente (o no tan curiosamente) había sufrido en el retroceso y casi había encajado un gol por la espalda de Rosales. Cerutti tuvo un par, pero el uno mendocino respondió, Carrillo tuvo la suya pero no llegó tras desborde el enorme e incansable Pocho, Gil recuperó tras buena presión del delantero y tiró afuera…

Era casi todo de Estudiantes, aunque preocupaba que no entrara y, también, que la defensa, en el afán de acortar el equipo, se parara tan adelantada y se expusiera a la contra. Sobre todo, siendo que los laterales se van y los centrales no son velocistas precisamente. Así los apuntes de la primera etapa, que se mostrarían inútiles en la segunda.

Porque el cansancio y el rival juegan: en la segunda etapa el Pincha fue mucho menos ordenado, perdió seguido la pelota y tuvo que luchar bastante. Encima, desde el vestuario Godoy Cruz se trajo un golcito: Sánchez Miño la perdió en el medio y Desábato y Domínguez retrocedieron con desesperación, tratando de tapar a Fernández: el nueve bailó sobre la pelota, desacomodó la cadera del ex Vélez y tiró al arco desde afuera para marcar un verdadero golazo.

Estudiantes había mostrado una cara con pelota y otra sin: obligando a Cerutti, Damonte y Gil a la presión heroica, mirando muchas veces antes que marcando, y tardando mucho tiempo para recuperar la pelota. El gol, entonces, era la peor noticia: pasarían los minutos, el Tomba tocaría y el Pincha desesperaría ante el cerco rival.

Nada de eso pasó. El elenco de Pellegrino dio la talla y empujó al triunfo, en el momento en que las armas futbolísticas parecían disiparse. El empate llegó enseguida, y otra vez de balón parado. Gil la envenenó desde el costado derecho, nadie la tocó y chau pichi. La actitud no mermó y, entre el insistente Pocho y el despiole que armaba el chico Acosta, Godoy Cruz se metió en problemas.

El gol de la victoria llegaría tras un penal de esos que si te los cobran en contra puteás toda la semana. Guido, en un partido donde había lucido apagado (y hasta dolorido), cambió la falta que le hicieron por gol cuando corrían 27 de la segunda etapa y entonces fue momento de cerrar las cosas. Gil Romero por Cerutti y la pelota para que Acosta se canse de encarar y el reloj corra.

El rival tuvo un par (se lució en el cierre Navarro) producto de la desesperación, pero incluso en aquellos momentos Estudiantes era mejor. Tuvo una última, clarísima: Acosta armó una hermosa pared por todo el frente de ataque y descargó con sorpresa al otro costado, donde apareció solito Rosales, que centró y sirvió el gol a Sánchez Miño, quien otra vez hizo lucir a Moyano.

Y el partido se fue. Y Estudiantes sumó tres puntos y mucha confianza: el equipo encuentra sus sociedades, hay material en la cancha y en el banco, hay cada vez más variantes posicionales y estratégicas y, sobre todo, hay respuesta anímica. Todas buenas noticias para un equipo que crece.

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