lunes, 16 de febrero de 2015

Crece en la brava


El Viaducto. Esa cancha de mierda. Cinco escalones en la tribuna, y cinco metros de arco a arco. Y mirá que la gloriosa cancha de 1 no era demasiado grande, pero acá la cosa siempre termina peluda, a las patadas. Y bueno, no nos vamos a hacer los finos: nos gusta raspar, así que tampoco le viene tan mal al alma del equipo ir de arranque a la complicadísima cancha de Arsenal. Prueba dura: porque sabés que si ya no venías derecho con la pelota, no vas a enderezar el camino en el Viaducto, sin un espacio.

Entonces, aprobadísimo este escueto uno a cero de Estudiantes en su excursión a la cancha de Arsenal. Jugado cuando se pudo, laburado cuando se terminó el aire y el partido llamó a bajar la persiana. Y con muchas altas individuales: Cerutti siempre obligando, Guido en todas partes bancando piñas y patadas, el doble cinco cada día más motor de juego, y el resto sólido, concentrado y solidario.

Y con orden bancó tranqui a Arsenal: el local tuvo la pelota buena parte del partido, pero nunca ahogó. Arrancó mejor, el elenco de Martín, pero chocó y chocó contra Estudiantes, que en quince minutos se había acomodado y empezaba a salir de contra.

Vertical a partir de Barbona y Cerutti, pero algo desprolijo, llegó primero y dos veces. Tuvo el gol Carrillo, pero no le quedó. Respondió Arse con su único arma de la noche: el tiro de afuera. Pasó cerca, nada más. Y ya, con 25 jugados, tomaba las riendas Estudiantes. En deuda, como desde enero, con la generación de juego y la llegada por sorpresa de los volantes, el modo en que plasmó su superioridad Estudiantes fue con la pelota parada. Que, para regocijo, comienza a funcionar realmente bien. De los pies de Gil partieron cuatro o cinco corners en la primera etapa, todos causando angustia en la parcialidad local que copó el Viaducto. Y cualquier tiro libre se convertía en una excusa para mandarla al área. Así te quiero ver.

Y de la última de una primera etapa pareja pero con Estudiantes más cerca del gol, llegó el centro al primer palo demasiado lejos del arco, que capturó el Chavo y volvió a sacar para Gil, el ejecutante.Gil amagó, pasó y tiró: centro-pase para Damonte que, ¡de tijera!, la envió al segundo palo.

Golazo. Y en el momento justo: para mandar al rival al vestuario lleno de preguntas.

Debió aumentar en la segunda etapa el León. Tuvo de arranque una con Auzqui, que de volea no concretó; después un centro pinchadito de Barbona para Carrillo dio en el palo, y otro de Aguirregaray que no pudo ser: Estudiantes, sin tenencia, controlaba el partido y salía de contra, y, como no sucedió en todo el verano, sorprendía con la llegada de volantes y laterales, anunciando la conformación de algunas pequeñas sociedades.

Mientras tanto, el rival tenía la pelota todo el tiempo. Tocaba. Parecía que Arse ahogaba pero… ¿cuántas veces pateó al arco? Una o dos. Estudiantes se robó el ping pong. Debió aumentar otra vez con una contra organiada por Sanchez Miño, que en un puñado de minutos demostró que será pronto titular, que terminó con Carrillo centrando y el tiro a bocajarro del propio Sanchez rebotando en el defensor de Arsenal. Tuvo otra el ex Boca, tras buena pared en el borde el área tirando desde afuera, y tendría una más Estudiantes, con una contra de Gil que, de enredarse, terminó saliendo de manera fantástica y habilitando a Rosso, que tiró apenas afuera.

Arsenal tocaba pero sin profundizar. Estudiantes ocupó muy bien los espacios y redondeó una buena tarea. Muy buena. Quizás terminó demasiado retrasado, demasiado largo para intentar la contra, pero el cansancio juega. Quizás no mostró fútbol, pero quizás este Estudiantes sea más vértigo, más fútbol sin pelota. Quizás no la metió cuando debió, pero es evidente que tiene poder de fuego y, más, voluntad de gol en todos sus jugadores. Triunfazo, entonces: Estudiantes pasó con creces la dura prueba del Viaducto que siempre, antes que una preuba futbolística, es una prueba de carácter.

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