jueves, 26 de febrero de 2015

Convence




Estudiantes sigue en ascenso: en una semana no apta para cardíacos, consiguió pasar el primero de sus dos compromisos con holgura y, sobre todo, con mucha soltura. Fue una demostración de los de Pellegrino, en franco ascenso futbolístico, demostrando poder de fuego, sociedades y jerarquía y, aunque todavía falte para ver una versión confiable, le sobró para pasar por encima a Barcelona de Guayaquil.

Fue 3 a 0, una goleada hilvanada con goles esporádicos dentro de un dominio abrumador del Pincha. Apenas alguna aproximación hacia el arco de Hilario (tapó bien un tipo libre y desactivó varios centros complicados) de parte de la visita, que sufrió la mejor forma de la presión de los de Pellegrino, compacto para ir a ensuciar y recuperar. Y muy rápido para salir, sobre todo a partir de Cerutti, cada día más difícil para los rivales: encarador y guapo, se ganó otra merecida ocasión al salir reemplazado.

Pero la figura, claro, fue Carrillo. Porque abrió el marcador, luego de que Estudiantes, instalado en campo rival, buscara el hueco abriendo la cancha. El hueco no apareció, Damonte eligió terminar la jugada con un tres dedos furibundo que el arquero ecuatoriano no pudo detener y, entonces, apareció Carrillo, con un hambre de nueve, y la mandó a guardar. Corrían quince de la primera etapa.

La figura fue Carrillo, también, porque aumentó la cuenta: con 35 en el reloj, le llevó tranquilidad a Estudiantes de cara al entretiempo, con un tremendo cabezazo, demostración de su potencia, tras gran centro de Sánchez Miño.

Y la figura fue Guido, cada vez más cotizado, porque en un encuentro donde la norma fue el dominio de Estudiantes, las excepciones fueron los goles de Carrillo: si el Pincha siente el espíritu más descansado este domingo, deberá agradecerle al nueve, que con su hattrick volvió el debut copero en un trámite. El tercer fue el más lindo: contra rápida que pasó de Auzqui a Carrillo, que de pivot abrió para Rosales, quien centró, todo de primera. Carlitos Auzqui llegó al primer palo pero, sin ángulo para empujarla, la dejó pasar, y detrás estaba Guido para romper el arco de Barcelona otra vez y sellar la goleada.

¿Qué el rival no amerita grandes festejos? Que digan eso los que no juegan Copa. O los desmemoriados que olvidan que Estudiantes perdió su invicto de local en la Libertadores, por 1971, ante Barcelona de Guayaquil. El equipo que cambió la historia del fútbol dejó los puntos en casa por primera vez ante un por entonces muy modesto conjunto de Ecuador, hoy un conjunto muy popular en su patria. Entonces que no te digan que es fácil: cada triunfo de Copa es para festejar. Más si salda una deuda histórica, le da los tres puntos al Pincha en el debut copero y encamina la semana.


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