miércoles, 12 de diciembre de 2012

Rastrojero y después


Para Solos Contra Todos



Un 12 de diciembre Estudiantes conseguía un título puro ADN Pincha: sin delantero de área, con un esquema pergeñado desde la necesidad y perseguido por un equipo mediático y lujoso, se recuperó de su subcampeonato anterior con un título que tuvo todos los visos de una elegía. Porque el capitán sufría dolor cada vez que pisaba y no podía completar los partidos, porque el equipo se había desarmado, porque todos envejecían. Y porque, finalmente, aquel fue el último campeonato de Sabella.

Las razones concretas de la salida abrupta de Pachorra, en plena pretemporada, nunca fueron develadas, pero mediante las pistas uno puede darse una idea bastante concreta de lo que sucedió: fueron dos mercados de pases donde se hizo oídos sordos a los pedidos del DT campeón de la Libertadores y el Apertura, donde le acercaron jugadores que no quería y donde a raíz de algunos reclamos suyos se generaron problemas con algunos de los referentes. Sabella, cansado de ser subestimado por la dirigencia y viendo que en puerta había un conflicto con los jugadores, deseosos de cobrar sus premios, confiados en que su capacidad no necesitaba refuerzos y algo frustrados por la danza del DT en torno a la firma del contrato seis meses antes, dio el portazo antes que pelearse con sus jugadores o agachar la cabeza.

Caro costó aquel juego de poder entre dirigentes, jugadores y DT: Sabella, integral para el proyecto futbolístico a largo plazo de Estudiantes, orgulloso de su herencia pincharrata y generador de mística en el vestuario, el hombre que comprometió a la Gata, el técnico que creó a Fernández y Rojo (las grandes ventas del club en los últimos años), ingenioso para superponerse a los obstáculos y obsesivo para pensar el fútbol, la partida de Sabella dejó un vacío muy difícil para llenar. Primero se pensó que el origen de todo era Verón y sólo Verón, y se pensó que cualquier técnico novato podía ser moldeado por la Brujita en un DT ganador: así llegó y se fue Eduardo Berizzo, así pasaron también los interinatos interesantes de Azconzábal y Zucarelli. El siguiente reflejo fue, como si de una fórmula se tratara, buscar a una gloria del club para recrear la mística: así llegó y se fue un hombre de los pergaminos de Russo. Entretanto, Estudiantes, que ya en 2011 estaba en un claro proceso de desgaste y envejecimiento, desperdició tiempo valioso para comenzar su necesaria transición.

Son dos años de aquel título ejemplar, que convirtió un plantel corto y desarmado en 45 puntos campeones y un equipo hambriento y comprometido. Un campeonato donde las críticas de afuera y de algunos de dulce paladar de puertas adentro surgieron de todos lados en las malas, atacaron desde posiciones agazapadas con sonrisas sádicas. Una historia para cerrar una era gloriosa. Estudiantes afronta ahora otro proceso: Cagna es el DT elegido, y por suerte mantenido durante un campeonato entero, para llevar adelante una transición que pinta aburrida, desprovista de épica, pero que debe constituirse en nueva semilla. Los procesos a largo plazo son valiosos y deseables, pero también deben llevar consigo metas cortas, que mantengan a socios y jugadores comprometidos. La enseñanza de Sabella, que edificó un equipo campeón donde no había plantel, donde abundaban las lesiones y donde el perseguidor asomaba feroz. El Rastrojero, todo un símbolo de los ideales de Estudiantes, debe guiar el camino: lento, pero seguro.

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