Para Solos Contra Todos
Un 12 de diciembre Estudiantes conseguía un
título puro ADN Pincha: sin delantero de área, con un esquema pergeñado desde
la necesidad y perseguido por un equipo mediático y lujoso, se recuperó de su
subcampeonato anterior con un título que tuvo todos los visos de una elegía.
Porque el capitán sufría dolor cada vez que pisaba y no podía completar los
partidos, porque el equipo se había desarmado, porque todos envejecían. Y
porque, finalmente, aquel fue el último campeonato de Sabella.
Las razones concretas de la salida abrupta
de Pachorra, en plena pretemporada, nunca fueron develadas, pero mediante las
pistas uno puede darse una idea bastante concreta de lo que sucedió: fueron dos
mercados de pases donde se hizo oídos sordos a los pedidos del DT campeón de la
Libertadores y el Apertura, donde le acercaron jugadores que no quería y donde
a raíz de algunos reclamos suyos se generaron problemas con algunos de los
referentes. Sabella, cansado de ser subestimado por la dirigencia y viendo que
en puerta había un conflicto con los jugadores, deseosos de cobrar sus premios,
confiados en que su capacidad no necesitaba refuerzos y algo frustrados por la
danza del DT en torno a la firma del contrato seis meses antes, dio el portazo
antes que pelearse con sus jugadores o agachar la cabeza.
Caro costó aquel juego de poder entre
dirigentes, jugadores y DT: Sabella, integral para el proyecto futbolístico a
largo plazo de Estudiantes, orgulloso de su herencia pincharrata y generador de
mística en el vestuario, el hombre que comprometió a la Gata, el técnico que
creó a Fernández y Rojo (las grandes ventas del club en los últimos años),
ingenioso para superponerse a los obstáculos y obsesivo para pensar el fútbol,
la partida de Sabella dejó un vacío muy difícil para llenar. Primero se pensó
que el origen de todo era Verón y sólo Verón, y se pensó que cualquier técnico
novato podía ser moldeado por la Brujita en un DT ganador: así llegó y se fue
Eduardo Berizzo, así pasaron también los interinatos interesantes de Azconzábal
y Zucarelli. El siguiente reflejo fue, como si de una fórmula se tratara,
buscar a una gloria del club para recrear la mística: así llegó y se fue un
hombre de los pergaminos de Russo. Entretanto, Estudiantes, que ya en 2011
estaba en un claro proceso de desgaste y envejecimiento, desperdició tiempo
valioso para comenzar su necesaria transición.
Son dos años de aquel título ejemplar, que
convirtió un plantel corto y desarmado en 45 puntos campeones y un equipo
hambriento y comprometido. Un campeonato donde las críticas de afuera y de
algunos de dulce paladar de puertas adentro surgieron de todos lados en las
malas, atacaron desde posiciones agazapadas con sonrisas sádicas. Una historia
para cerrar una era gloriosa. Estudiantes afronta ahora otro proceso: Cagna es
el DT elegido, y por suerte mantenido durante un campeonato entero, para llevar
adelante una transición que pinta aburrida, desprovista de épica, pero que debe
constituirse en nueva semilla. Los procesos a largo plazo son valiosos y
deseables, pero también deben llevar consigo metas cortas, que mantengan a
socios y jugadores comprometidos. La enseñanza de Sabella, que edificó un
equipo campeón donde no había plantel, donde abundaban las lesiones y donde el
perseguidor asomaba feroz. El Rastrojero, todo un símbolo de los ideales de
Estudiantes, debe guiar el camino: lento, pero seguro.
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