martes, 17 de enero de 2012

Flores para Don Osvaldo

Para SolosContraTodos.com.ar

Entran los jugadores a la cancha, con flores en la mano. Las entregan al público para hacer las paces con la opinión sostenida por todos: aquel equipo juega sucio y feo. Ellos llevan flores, como un signo de paz y también como un modo de reírse de todo ese circo montado por los medios para tirarle la gente en contra a un equipo chico que amenazaba seriamente a los poderosos de siempre.

La cancha no es Old Trafford, el equipo no es Estudiantes. Es Atlanta, el Atlanta de las flores, dirigido por un joven Osvaldo Zubeldía. Ya por entonces, por los albores de la década del 60, mientras Don Osvaldo conducía al equipo bohemio a su mejor campaña, tenía que soportar las puteadas de los ignorantes y los negadores. Algunos, con intereses escondidos, otros sencillamente repitiendo la sarta de pavadas que se han convertido en un discurso muy agradable al oído pero puro chamuyo en la cancha. “Trabajar, trabajar, trabajar”, repetía en todos lados el juninense, y en aquellos días de preparación física nula, de preparación táctica inexistente y de entrenamientos muy livianitos, lo que proponía el Zorro era para muchos matar al fútbol, robotizarlo. Los mismos que sostenían y sostienen esas absurdas ideas aún hoy, los mismos que defienden ese fútbol del pasado mágico, el fútbol de la improvisación donde el equipo con mejores individualidades gana y donde todo está librado al azar, ellos, que defienden ese fútbol individualista, de gestos y no de cohesión, se enrojecen las manos aplaudiendo al Barcelona de Guardiola hoy. Lo hacen convenientemente propio, exitistas ellos, olvidando de donde proviene el circular constante de la pelota y de los jugadores, la ausencia de un nueve de área, el adelantamiento de la defensa: el gen del Barcelona es el del fútbol holandés, del fútbol total, que llegó a través de Cruyff, quien lo mamó de Rinus Michels en el Mundial 74. ¿Sabe usted lo que dijo Michels? Que el fútbol total lo inventó un tal Osvaldo Zubeldía en Estudiantes de La Plata.

Pero aquel equipo fue recordado no por su revolución sino por los arrebatos violentos que le endilgaban, haciendo la vista gorda cuando los pisotones y las piñas ocurrían en Capital o en Avellaneda. Aquel equipo cambió un fútbol improvisado para siempre, acercó las brechas en un fútbol dominado por la billetera de los grandes, que compraba promesas y arreglaba partidos. Se la bancó contra todo lo que le dijeran, y se consagró en la mismísima Inglaterra. Y nada, che. Siguen hasta hoy diciendo que aquel equipo era una manga de sucios que ganaron con técnicas desleales. Mientras tanto, aplican lo inventado por el Vasco: tiran el offside, preparan los tiros libres, marcan a presión…

Han pasado ya 30 años desde que murió quien cambió la historia del fútbol. Pasó su vida intentando que lo escuchen, que lo entiendan, que no simplifiquen su mensaje en consignas cesgadas por el interés económico que siempre ha dominado el deporte profesional. Pasó la vida entregando flores a los demás, con esa decencia tan suya, con esa humildad de los grandes, escuchando todas las posiciones, pensando, siempre. Ya va siendo hora de que sea Don Osvaldo quien recibe las flores, las que merece su memoria, las que honren su legado. Flores que serán rojas y blancas, pero también amarillas y azules, blaugranas, flores que llegarán también desde Colombia. Porque donde fue, dejó una huella, fundó una escuela. Una escuela no de violencia sino de trabajo, de honestidad intelectual, de decencia. Una escuela contra los pillos que poetizan su vida parásita. Una escuela contracultural, revolucionaria, mucho más rupturalista que el fútbol lírico que pregonan los pobres engañados y que permite el triunfo de los ricos. Una escuela donde se enseña que la gloria florece regada por el sudor del trabajo y la inteligencia.

1 comentario:

  1. Llegue a este blog de casualidad...bueno digamos que de causalidad: me encontraba buscando un poco mas sobre aquellas declaraciones de Rinus Michels sobre la genesis del Futbol Total y di con este maravilloso relato.

    La figura de Don Osvaldo Zubeldia, a quien todo hincha de Estudiantes de La Plata ama incondicionalmente, es muy especial para mi: ademas de ver a un revolucionario me acerca a esa figura de abuelo que la vida no me ha dejado tener, me imagino a Don Osvaldo de viejo, haciendo docencia y me emociona

    Te felicito Ismael por esto que has escrito, es realmente conmovedor.

    Un abrazo.

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