martes, 14 de septiembre de 2010

El oficio

Hemos hablado recientemente del deseo aristocratico que en Argentina lleva el nombre de la “nuessstra”, que pretende no practicar y esclavizarse a la maravillosa improvisación. Fruto de este mal, los defensores no se valoran, y las defensas no se entrenan adecuadamente. A lo largo del tiempo, este mal genera un segundo mal subsidiario: de la creencia de que el talento crece solo, en lugar de ser cultivado, se produce un empobrecimiento del estudio y el trabajo técnico sobre el futbol. Entonces, “el oficio”, eso que en otros ámbitos designa una dedicación y un conocimiento técnico, en futbol designa un estado mágico que alcanzan jugadores que, por su experiencia, han encontrado “mañas”, trampas para imponerse: aguantar la pelota poniendo el culito, ganar la posición en un corner, etc.
Estas trampitas, este oficio, no es sino la utilización recurrente de ciertas técnicas que no se entrenan por prejuicio (es decir, se piensa que son moralmente malas) o por desconocimiento (pocos técnicos conocen “la técnica”, la mayoría se concentra en las cuestiones meramente estratégicas, grupales, y no en el modo de mejorar lo individual). Tambien en inferiores se han achicado los espacios para la practica puramente técnica, priorizando la competencia y empobreciendo el futuro de los jugadores (es que creemos en la nuestra, que implica que crack se nace).
Ningun otro deporte, sin embargo, incurre en este error. En básquet se entrena tirar al aro, ganar la posición o forzar la falta habitualmente. La técnica se pule, se purifica. Potencia el talento natural, no coarta la libertad sino que la apuntala. El mito del “habilidoso irregular” tiene, en mi opinión, este punto de partida: el mismo no conoce su capacidad técnica, no ha mecanizado ciertos movimientos básicos a partir de los cuales improvisar. Habita el reino de la gambeta salvadora, improvisada. Los jugadores argentinos tienen cada vez menos un conocimiento integral del juego, tanto técnico como mental, con poco tiro de larga distancia, poca definición, poca capacidad física, poco cabezazo, poca inteligencia de pase… todos herramientas que convertirian al crack en megacrack, y al mediocre en bueno. El jugador completo no existe, y en Europa, desde hace décadas, la tendencia lleva cada vez mas a un futbol ensamblado y complementario. Los resultados en los últimos mundiales están a la vista, con notorio retroceso de Brasil y Argentina y las potencias europeas en ascenso.
El jugador argentino no tiene formación, no tiene base donde pararse. Por eso es irregular (que se confunde con genial). El futbol es un trabajo como cualquier otro, donde se tolera en nombre del show un nivel de improvisación y una falta de moral de trabajo que no se tolera en ningún lado.

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