martes, 13 de septiembre de 2011

El hambre


Son seis finales seguidas las que pierde Rafa Nadal con Djokovic. Pero es cierto lo que el mismo admite: su andar este año ha sido excelente, salvo por algunos momentos de sufrimiento físico, y si hubiera vencido en, digamos, el 50% de las finales que perdió con Nole, tendría los títulos para probarlo. Además de perder 6 con Nole ha perdido apenas 5 partidos, algunos de ellos bastante disminuido físicamente (dos a principio de año, uno difícil de creer contra Dodic). Pero contra su archinémesis no puede.

¿Es Djokovic tanto mejor que Nadal, que no puede vencerlo ni siquiera una vez, sin importar superficie o circunstancia? Djokovic es un jugador más talentoso que Nadal, y notablemente más completo. Pero Nadal ha enfrentado –y vencido- a este tipo de jugadores consistentemente (incluimos a Federer) gracias a su mentalidad y concentración. Nadal es la competición pura, todo lo hace para ganar, no conoce otra forma de competir y hay allí una gran nobleza que se trasluce en su absoluta humildad al declarar, para nada contradictoria con la confianza en sí mismo que tiene el mallorquín.

Lo que pareciera suceder es una cuestión, simplemente, de hambre. Djokovic quiere vencer a Rafa, su contendiente por el dominio mundial. Quiere hacer historia. Llegar al número uno es difícil, pero más difícil es mantenerse en ese sitial de presión y responsabilidad: todos quieren ganarte. Djokovic es el ejemplo de esa lógica: en ascenso, convencido de su objetivo como un león que acecha a su presa, se comió a todos. Ha tenido una temporada arrolladora y es el número uno indiscutido. Pero aún no ha sufrido el desgaste de la defensa del título. Todo es nuevo, todo es conquista para él, nada es defensa. El hambre en Nole es notable, mientras que esta temporada hemos visto a un Rafa cansino, disminuido por su enemigo a una versión pensante, racionalizadora, de lo que supo ser un verdadero vendaval que no dejaba nada a su paso.

Lo sabe Roger Federer. El mejor de la historia sufrió el huracán Rafa y perdió final tras final sabiendo que era el mejor tenista de ambos. Federer parecía invencible, pero fue vencido por un joven voluntarioso aún en su plenitud. Hoy ya comienzan a notarse algunos rasgos de su declive: Roger no parece poder mantener la intensidad y la concentración en el mismo nivel y durante el mismo tiempo que antaño. El problema no es físico sino síquico, de satisfacción: juega un tenis menos ambicioso, menos interesado en la historia que ya hizo, y más relajado. Aún así, aún perdiendo más a menudo, pierde poco y es el 3 del mundo. Ya le ganó a Nole en aquel Rolanga donde le hizo un favor a su amigo Nadal, con quien se admiran mutuamente tras años de rivalidad y competición acérrima. Y en este US Open lo tuvo nocaut. Los propios lapsus de Federer perdieron aquel partido en el que se vio que si las desconcentraciones contra otro jugador no importaban, contra Nole eran letales. Federer perdió por segunda vez en su carrera tras ir dos set arriba.

Lo curioso de aquella semi fue que Djokovic se vio seriamente maniatado por Federer, algo que nunca se vio cuando el serbio juega con Rafa, que vence al suizo regularmente hace un lustro. La meta de Nole es Rafa, a él se preparó para vencer: allí reside una posible explicación. Federer es una sorpresa en el camino entre cazador y cazado, un animal imponente al que nadie prestó atención por mirar la lucha principal.

La otra semi Rafa la pasó caminando, como todo el torneo. A pesar de su notable fastidio por el rigor físico que viene sufriendo, Rafa tuvo un torneo espectacular. No ganó partidos con chapa, no tuvo complicaciones: se vio al Nadal hambriento de antaño. En la final lo esperaba Nole, y todo parecía indicar que no era el escenario que Nadal temía, sino el que buscaba.

Pero la final, a pesar de ser una maravillosa demostración de técnica, a pesar de una enorme paridad punto por punto, a pesar de una notable agresividad de Nadal, a pesar de que el español cometió menos errores no forzados, fue inexorablemente encaminándose para Nole. Escribió Doble Mixto al respecto:

"Djokovic es el mejor, entre otras cosas, porque doma a Nadal, quien era el mejor hasta que el serbio se proclamó el mejor. Es parte de un año donde todo cambió. Los resultados le dan sentido a todo lo que se pueda decir.
"El serbio podría haber implementado el mismo régimen de entrenamiento o alimenticio, pero sin victorias nada tendría el mismo valor. Ya no se ahoga. Ahora gana rallies de 30 pelotas jugados a máxima intensidad. Y así hace pasar a Nadal o a Federer.
"Su devolución (nadie le quebró ¡11 veces el saque a Nadal en Grand Slams!), el revés paralelo, su flexibilidad para patinar en cemento, la potencia de piernas para llegar a casi todas, toma de decisiones correctas, suscriben a su éxito.
"Nole construye su reinado sobre victorias y más victorias. Triunfos consagratorios, en partidos increíbles. Cómo revirtió a Federer en semifinales, cómo dominó a Nadal en la final. Como lo hizo en otros seis partidos por el título contra el español, que resignado y con más ganas de llorar que de otra cosa, dijo en la premiación: “Lo que hiciste este año probablemente sea imposible de repetir”, Rafa Nadal."


El serbio ejerce ya sobre Rafa un dominio sicológico, lo somete con su sola presencia, lo lleva a la duda y la presión constantes. Lo mismo le sucedía a Federer con el joven Rafa. A lo mejor se trate sencillamente del instinto de supervivencia latente, que huele el peligro del depredador hambriento: si la especie Nadal fue depredadora de Federer, el espécimen Nole es el depredador natural de Nadal. Es el modo en que funcionan las cosas: siempre hay alguien más joven, más rápido, más fuerte.

Este año está perdido para Rafa: tuvo un US Open increíble, jugando con agresividad y convicción, pero en la final, a pesar de jugar un tenis maravilloso, se vio reducido a la derrota aún antes de que ésta se concrete. Habrá que ver cómo el serbio maneja la presión de cara al año que entra (de seguro su desfachatez le vendrá a mano) y cómo se prepara Nadal, el deportista con mentalidad más arrasadora del mundo, para con fuerzas renovadas arremeter contra lo que le quitaron.

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