lunes, 12 de noviembre de 2012

Contra los murmullos a Román Martínez

Para Solos Contra Todos


Román Martínez sufre al hincha de manual. Al parecer algunos creyeron que llegaba el sustituto de Verón, y subidos a la nube del “bombo” no pudieron soportar después la frustración al ver en la cancha a un jugadorlejos de la brillante conducción del ex capitán. El ex Tigre llegó con demasiado cartel, y la decepción, ante tanta propaganda, fue inevitable: el hincha sigue dulce como si Estudiantes no hubiese entrado hace un par de años en una complicada meseta entre el recambio y los manotazos que intentan una resurrección que, a base de golpes de mercado consistentemente desacertados, sigue sin darse.

Entonces, lo que paga Martínez no es su nivel que, lejos de ser malo, transita por los mismos carriles que los del resto del equipo: intermitente, lo de Román se entiende mucho más si tenemos en cuenta que se trata de un puesto creativo que tiende a las lagunas (quien sostenga 45 minutos el quiebre constante de las defensas rivales será un crack y estará en Europa) y, claro, que es un jugador en pleno proceso de adaptación a sus compañeros y a un club que, para colmo, no brinda una base estable de esas que facilitan la aclimatación. Martínez rinde a veces por encima y a veces por debajo del resto, pero lejos de dar lástima ha brindado varias muestras ya de su pegada, de su llegada al área y de su facilidad para encontrar huecos para filtrar pases: abrió su historia en el arco con el Pincha ante San Lorenzo; un gol de 9 del jugador había permitido el triunfo pincha ante Arsenal; con Quilmes fue él quien abrió la cuenta de un partido que debió terminar 1-0, pero por esas cosas del fútbol terminó terminando 2-1. El sábado, con su seco zapatazo marca Martínez, cuarto gol con la albirroja, solucionó un partido que venía muy cuesta arriba. Es el goleador del Pincha junto a Duvan Zapata.

¿Por qué, entonces, el ensañamiento con Román Martínez? La respuesta es, sencillamente, por ser el nuevo. Edificado durante el mercado de invierno como el mesías, el salvador y otros rótulos siempre nocivos, paga ahora los platos rotos de una nueva temporada que arrancó con pretensiones poco realistas. Los hinchas lo murmullan porque no pueden chiflar a otros experimentados del plantel, blindados por años de gloria. Naturalmente, además, los hinchas prefieren a los jugadores del club como Iberbia o Núñez, y protegen a los chicos. Así que Martínez queda marcado como el responsable. Siempre en la derrota, nunca en la victoria. Ayer se regaló un golazo en el momento exacto en que empezaba a ser superado por el nerviosismo.



El hincha de Estudiantes es uno de los más sabedores y desmitificadores del fútbol. Sin embargo, sufre de visceral odio por la tibieza, y algunos jugadores juegan a un ritmo desacelerado que nubla la percepción del hombre de tablón: en seguida el pincharrata le endilga a ese tipo de jugadores el dañino mote de pechofrío, piden el cambio aunque más no sea por su sobrino que juega en infantiles y murmuran frustrados ante cada pase errado. Sólo los grandes jugadores exquisitos, esos que además de técnica poseen un carácter fuerte, sobreviven al hostigamiento. Román Martínez, de grandísima técnica y tranco creado para ser puteado, posee una mentalidad centrada que promete en algún futuro pedido de disculpas de parte de la grey pincharrata. En este apresuramiento el hincha de Estudiantes, único en su desmitificador conocimiento del deporte, se parece al resto de las hinchadas, nerviosas y rápidas para la puteada.


Por ahora, sin embargo, Román Martínez permanece preso de la misma confusión que acecha por momentos al resto. Arranca lejos del arco, se le obliga a retroceder y queda así cansado y a gran distancia de su zona de influencia. Pasa gran parte del encuentro sin encontrar la pelota, le pasa por arriba, por los costados y Román acompaña al trote. El esquema lo condena a la intrascendencia, a asumir un rol secundario que no le queda. Estudiantes, en tanto, adolesce de creatividad de tres cuartos de cancha en adelante, cae siempre en el argumento del centro y gana por individualidades que salvan las papas. Fue Duvan el sábado, pero tendrá sus encuentros: Diego Cagna debe trabajar, en este sentido, para crear mayores variantes de ataque. Su problema parece ser encontrar un equipo equilibrado, y resultado de su miedo a la manta corta es que Román ha permanecido atado al círculo central durante estas 14 fechas.

El problema asoma profundo y complejo, con solución a la vista recién para 2013. Pero igual paga Román, es lo más fácil: el hincha ha mostrado una paciencia y un reconocimiento del momento ejemplares, pero a veces vuelve a caer la histeria y putea, porque comienza todo análisis viciado por aspiraciones irrealistas acerca de las posibilidades del club y sus individualidades. Hasta ahora, la postura del hincha de manual, que es también la de la mayoría de

l fútbol argentino, habla de procesos y recambios pero exige contrataciones y resultados. Y se vuelve loco cuando las contrataciones no dan el resultado esperado, que es obviamente salir campeones del universo, obligando así, al año siguiente, a una nueva catarata de contrataciones infladas en expectativa y precio, alimentando el círculo vicioso del fútbol en detrimento de las acuciantes arcas del propio club.

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