La pregunta, desde nuestro anterior capitulo, surge inmediata: como formar entonces a un jugador con herramientas para subsistir en su éxodo europeo y en su vida tras ser jugador? La propuesta es bastante verde y agujereada.
Existen centros de entrenamiento especializado, a los que los jugadores acuden para solucionar problemas específicos. Los clubes latinoamericanos deberían montar sus propios centros, y los jugadores jóvenes deberían acudir, a contraturno del entrenamiento, para fortalecerse muscularmente, trabajar con cuestiones técnicas muy especificas de modo intensivo y estudiar el futbol desde cierta distancia (tácticas y demás). Tambien habría que sumar, por ejemplo, el estudio obligatorio del ingles, idioma de uso habitual en Europa por la diversidad de colectividades. Si llega una oferta concreta, podría estudiarse el idioma del país al que ya se sabe emigrara el jugador.
Estos dos últimos aspectos (idiomas y tácticas) deberán estudiarse con las herramientas actuales y no con los métodos tradicionales: un análisis de juegos como el PES y el FIFA puede servir mucho mas que una sesión de videos, y la internet como modo de estudiar idiomas (a partir de YouTube, búsqueda de chismes, foros, etc.) es una herramienta invaluable.
El beneficio para el club es claro: no solo mejora al jugador, sino que permitiría que los jóvenes no sientan que pierden el tiempo jugando en America y no quieran partir a la primera oferta: la ansiedad se veria reemplazada (sobre todo si el proyecto resultase exitoso) por la sensación de estar preparándose para jugar en Europa, tanto mentalmente como futbolísticamente. El club gana, y también el jugador.
Muchos son los clubes que utilizan algunas de esas herramientas. La mayoría se queda en el bello discurso de que "es necesario que los chicos acumulen herramientas para cuando su carrera termine o no se lleve a cabo", o, a lo sumo, empuja a los juveniles a terminar el colegio secundario. La realidad marca que aún el secundario no los ayudara a conseguir una independencia económica, y si dejan prematuramente el fútbol luego de dedicarle veinte años exclusivos sin aprendizaje de otras habilidades, un diploma secundario no significará gran cosa. Por supuesto, el fútbol suele dar trabajo a los jugadores salientes, jóvenes o novatos, pero en verdad tampoco para ese trabajo tienen más herramientas que las adquiridas a través de la práctica, lo cual, salvo excepeciones, determina una carrera pos fútbol, ya sea como entrenador, profe o lo que fuera, dificultosa de frustraciones y aprendizajes sobre la marcha.
Vélez, club ejemplar en varios aspectos, va un poco más allá y da a sus jóvenes la posibilidad de acceder a herramientas concretas: en su club se cursa la carrera terciaria de Educación Física. Los que prefieran, pueden cursarla mientras compiten por llegar a primera. El diploma les permite tener una salida laboral alternativa y relacionada con el campo en el que tienen experiencia y que, en teoría, les gusta (el deporte) terminando así con la oposición absurda y contraproducente entre aprendizaje y deporte, entre academia y actividades físicas. Si esto se implementara a nivel nacional, además, los clubes tendrían asegurados varios profes de educación física. Se supone incluso que en un ámbito de debate surgen ideas novedosas: por lo tanto el desarrollo en este área debería ser considerada una inversión a futuro concreta, no abstracta y moral como son los programas para que los chicos terminen la escuela. Se trata, sin dudas, de un ejemplar camino que debe continuarse, incluyendo todo tipo de carreras relacionadas al deporte en el currículum, ya sea ciencias económicas o dirección técnica. Si los clubes forman sus propios valores futbolísticos, ¿por qué no forman sus propios dirigentes, empresarios, profesores, entrenadores?
Vélez, club ejemplar en varios aspectos, va un poco más allá y da a sus jóvenes la posibilidad de acceder a herramientas concretas: en su club se cursa la carrera terciaria de Educación Física. Los que prefieran, pueden cursarla mientras compiten por llegar a primera. El diploma les permite tener una salida laboral alternativa y relacionada con el campo en el que tienen experiencia y que, en teoría, les gusta (el deporte) terminando así con la oposición absurda y contraproducente entre aprendizaje y deporte, entre academia y actividades físicas. Si esto se implementara a nivel nacional, además, los clubes tendrían asegurados varios profes de educación física. Se supone incluso que en un ámbito de debate surgen ideas novedosas: por lo tanto el desarrollo en este área debería ser considerada una inversión a futuro concreta, no abstracta y moral como son los programas para que los chicos terminen la escuela. Se trata, sin dudas, de un ejemplar camino que debe continuarse, incluyendo todo tipo de carreras relacionadas al deporte en el currículum, ya sea ciencias económicas o dirección técnica. Si los clubes forman sus propios valores futbolísticos, ¿por qué no forman sus propios dirigentes, empresarios, profesores, entrenadores?
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