Para Solos Contra Todos
Tras sinuosas cuatro fechas,
Estudiantes parece estancado. Fueron cuatro fechas donde se
alternaron buenas con malas, ilusiones con decepciones, pero donde a
fin de cuentas el equipo de Cagna no terminó de despegar. Ayer
jugaba un muy buen primer tiempo cuando un contraataque de Colón
mostró la fragilidad del Pincha y cambió el partido. El pecado
original que parece determinar el andar del albirrojo en este torneo
parece ser cierta ingenuidad táctica defensiva, que deja demasiada
cancha y que ni siquiera el veloz Angeleri, el experimentado Chavo o
la prestación constante de Ré pueden resolver.
Pero tampoco es que Estudiantes se
desprotege a cuesta de un ataque voraz: lleva cuatro goles en cuatro
partidos, promedio que lo obliga, al menos, a defenderse fuerte para
ganar y, por supuesto, a no cometer las ingenuidades de los dos
partidos de local: pelotas paradas cerca del área, manos, marcas
laxas y distraidas... Hemos analizado esto hace un par de semanas,
cuando tirar el offside en mediacancha con Desábato y Alayes de
centrales le costó el partido ante un equipo que, diga lo que diga
la historia, es de flojito para abajo, como demostró su paupérrimo
encuentro ante San Lorenzo, otro candidatazo a la nada. La victoria
en Boedo sigue valiendo tres puntazos, pero la mejoría de aquel
encuentro no fue la pintada: el rival hizo lo suyo y el Pincha tuvo
la pelota, pero nunca fue peligroso.
Lo mismo ocurrió anoche, donde tras un
primer tiempo de bastante movilidad, combinaciones riquísimas y la
constante insinuación de peligro, Estudiantes registraba solo dos
jugadas de peligro. Colón, con la mitad, tenía un gol. Terminaría
con dos goles habiendo pateado dos veces al arco. Además de una
verdadera bestia negra, el Sabalero es en verdad largamente el mejor
rival que ha enfrentado Estudiantes esta temporada, como lo demuestra
su posición en la tabla... y tampoco (con un partido entresemana en
el lomo, es cierto) hizo demasiado en el estadio Ciudad: el torneo
está para el que más rápido cierre filas y, mancomunado, se crea
capaz de quedarse con todo y robe los puntos que el resto despilfarra
falto de convicción.
Es cierto que vale la intención de
juego que muestra el equipo de Cagna. También que Román Martínez
(ausente ayer por el destape de las triangulaciones) aportó algunas
pinceladas nomás, Jara sigue verde y Braña aún continúa atado a
su rol de marca, lejos de aquellos partidos exquisitos de la era
Sabella: sobre ellos reposa la ilusión de volver más voluminoso el
juego pincha. Además, el nuevo esquema ubica a Iberbia de
lateral-volante, y con voluntad no se tiran buenos centros (del otro
lado Jara sufre en el retroceso y en su irregularidad se nota su
juventud). El ataque parece funcionar pero en tres cuartos de cancha
agota sus variantes y se reduce a la inspiración de la Gata, la
voluntad y enorme eficacia de Carrillo y el inesperado nivel alto de
Núñez: ayer ellos gestaron el empate. El equipo espera la
recuperación de Duvan, que tampoco es Batistuta y además está bien
cubierto por el magdalenense: el problema parece estar en el
funcionamiento, demasiado estático y dependiente de arrestos
individuales. El esquema no terminó de solucionar los problemas
defensivos pero los mejoró notablemente respecto al encuentro con
River; como contrapunto, ofensivamente ofrece poco esta táctica que
precisa de bandas profundas con hambre de área.
La gente mostró ayer una saludable
paciencia. El hincha genérico, y hay pocos hinchas más sabedores de
fútbol (el que se juega en las canchas, no en los diarios) que el de
Estudiantes, veía ayer como el Pincha caía por segunda vez en
cuatro fechas, las dos veces como local, y aún así empujó a un
equipo que, tras el primer gol colonista, perdió paulatinamente la
brújula y terminó yendo hacia adelante solo por ímpetu, sin
argumentos. Empató sobre el final, pero un
penal tonto de Desábato, que no modifica las conclusiones, lo
dejó sin nada.
Pero el público, aún así, entendió
la realidad: la transición pos Verón será dura. Estudiantes busca
rellenar el enorme vacío futbolístico dejado por la Brujita no a
partir de una figura mesiánica sino desde el esfuerzo colectivo:
saludable superación. Es un equipo honesto, humilde, laburador, que
escucha a un DT que tampoco miente y busca soluciones sin orgullos
nocivos. Pero todavía no las encuentra, y tampoco encuentra
Estudiantes su lugar en el torneo: la segunda derrota de local deja a
los de Cagna inmersos en la irregular medianía general. El Pincha
quiere sacar la cabeza del barro de mitad de tabla, pero todavía le
falta. Quizás el equipo se termine de armar en estas fechas: pero si
no lo hace, no debe ser motivo para la desesperación sino para
mostrar paciencia y esperar resultados a un plazo más largo que 19
caprichosas fechas, coherencia que viene escaseando en los recientes
proyectos futbolísticos de Estudiantes.
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