sábado, 16 de junio de 2012

DIA DE GRACIAS

Para Solos Contra Todos



Verón no vende humo, señores. No dice lo que quieren escuchar los medios, tampoco la gente. Dice lo que piensa. Y se dedica, antes que a decir, a hacer. Llega primero a todos los entrenamientos. Disfruta de la vida en el Country. Ama el club y si hay que jugar con medio tobillo, con la espalda a la miseria, con un dolor tan generalizado que es imposible de puntualizar, se juega así, con coraje, con entrega. La divisa ante todo. Mucho se habla desde afuera, pero la realidad es que sus compañeros lo idolatran. Verón, desde el ejemplo antes que desde el discurso, obliga a terminar con las excusas, obliga a ser mejor. Es un fantasista porque hace los sueños realidad.

Hay toda una bruma triste en el hincha que sabe que se despide el tipo que se bancó todas con tal de llevar al club a la gloria. Pero por eso justamente llegó el día en que, antes que lagrimear, hay que devolver con afecto la revolución pelada: hoy es Día de Gracias. El día para agradecerle al Pelado su amor, al volver contra dólares y consejos al club de su vida. El día para agradecerle que no haya retornado por el aplauso fácil, que haya puesto el cuerpo detrás de la causa hasta inmolarse la salud, que haya puesto el alma a pesar de los retrógradas que envidian y quieren destruir. El día para agradecerle aquel título repleto de genética pincharrata, contra todas las chances, del 2006, año de su regreso. El día para agradecerle su paternidad sobre el vecino, cimentada antes que en el juego superlativo, en una dominación ejercida desde la pertenencia, desde el orgullo, desde el corazón.

Porque es el día para agradecerle a Verón lo que ha construido, que no se limita a edificios de primer mundo o esponsoreo: Verón reconstruyó en Estudiantes esa identidad dispersa tras años de gestiones malas y jugadores de paso. Es ADN Pincha en estado puro, y volvió para volver a encender esa llama en el club, en los hinchas jóvenes, en los jugadores que llegaban o que subían de las inferiores: hoy hay militancia pincharrata nuevamente, desde nosotros, y también desde los jugadores. Verón edificó la pertenencia al club no desde palabras bonitas, sino volviendo a pesar de todo, contra todo, jugando a pesar de todo, contra todo.

¿Cómo no seguir al Capitán Ahab hasta la muerte, entonces? Así lo entendió aquel plantel que comandado por La Brujita alcanzó la gloria en el Mineirao. Otra vez, contra todo, contra 50 mil almas, contra las probabilidades, contra ese gol en contra. Era la saga del destino, era el hijo que levantaba el trofeo que le habían dado al padre porque ya cansaba llevarlo cada año a La Plata. Nuestra Copa. Verón volvió y cumplió un sueño que, cuando llegó, nadie podía siquiera imaginar. Tras 23 años de sequías había cierto acostumbramiento a la medianía: una buena campaña, claro, un torneo local, difícil… Una Copa Libertadores, sencillamente un sueño. Verón volvió y cumplió el sueño de todos, porque creía que era el destino del club. Hoy es el día para agradecerle a Verón querer siempre más.

Verón cambió todo porque cambió la mentalidad. Desde afuera seguían con el chiflido, con el inglés, con el traidor, con el tiki tiki. Que digan lo que quieran. Verón es nuestro, y mientras muchos hablaban el construía. Sus soldados pusieron de rodillas al mejor de la historia, y poco y nada se dijo: sobre todo, que Estudiantes debía haber atacado más. Aquel descomunal esfuerzo se engrandece con el tiempo.

Verón habla poco, elige sus palabras: “El que quiere espectáculo que vaya al teatro”, dijo tras las chicanas del tres veces descendido Cappa. Y con sus pocas palabras y su entrega inclaudicable, el Pelado hizo escuela. En el título del 2010 estuvo más afuera que adentro, y sin embargo fue indispensable: Verón hizo escuela entre sus soldados, escuela pura cepa pincharrata, esa que busca siempre el modo de ganar antes que el modo de agradar, esa que se entrega. Sin excusas, con humildad y solidaridad, el Rastrojero que parecía destartalado fue campeón. Ese título otoñal en su carrera es quizás el premio máximo a lo que construyó, un título en el cual no fue indispensable ya su liderazgo, porque las almas de sus compañeros ya habían sido transformadas, estaban hermanadas destrás de la divisa, como él siempre había querido. No hay un solo tipo que haya jugado con Verón y no haya aprendido algo.

Y sin embargo el tipo se inflitró en aquel torneo hasta quedar incapacitado para jugar de por vida. Y después jugó un año y medio más, para ponerle la espalda a la pálida, para comandar la transición, porque sus compañeros, esos que supuestamente lo odian, le pidieron que siguiera. Verón es enorme, pocos entregan el cuerpo como lo hizo él. Verón dejó todo, todo, pero no el todo mediático, casetero: Verón dejó el tobillo, la espalda, el alma. Me hacés llorar, la gran puta. Hoy es el día para agradecerle a nuestro Juan Sebastián Verón haber resucitado a Estudiantes. Capitán de los sueños, Comandante de corazones, el 11 de mirada hosca hizo lo que nadie creía y nos hizo volver a creer. Plantó una semilla que perdurará por décadas. Hoy sí o sí, la gran puta, nos quedamos todos afónicos recordando, lagrimeando, que ésta, la que todos odian, la que todos quieren tener, es la famosa Bruja que volvió a Estudiantes para ser campeón. Y festejar como un chico que cumple su sueño. Gracias Capitán, gracias eternas por hacernos acordar de qué se trata Estudiantes.

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