miércoles, 25 de abril de 2012

Lloran hasta la ceguera

Lo del Olé se ha puesto insoportable. Prometemos profundizar este concepto livianito en los próximos días pero la tapa talibán y absolutamente retrógrada indigna.

Ocurre que en su creciente campaña militante de re-dicotomización del fútbol, la derrota del Barsa no significó una mera derrota, "que podía pasar" como ellos dicen y, después de todo, no resulta el fin de nada, sino una derrota simbólica, ideológica. Su reacción inmediata, como ocurrió ante el descenso de River que propulsó una increíble campaña de re-jerarquización del Millo (este tema será tratado en los próximos días), fue atacar a sus enemigos invisibles, cargarles la culpa moral de festejar la derrota ajena a quienes ellos han situado en el lugar del "anti", del "no", la otredad pura y malvada: parece un debate de siglo XIX, pero no, es actual.

El ataque visceral a los fantasmales enemigos minimiza el propio debate, si reviste de algún interés, si el fútbol pasa por este tipo de discursos mediáticos y no por cuestiones del juego, al simplificar al enemigo a la mínima expresión, al convertirlo en el depositario de todos los males. A través de la misma lógica reduccionista se ha atacado el "juego pragmático" del Real Madrid, el equipo más goleador de la Liga por mucho (y también el campeón por anticipado, pero no hablemos de resultados que varios se enojan: parece que el objetivo de este espectáculo superprofesional y de millones de euros es divertirse) y se recargan las tintas ahora sobre un Chelsea que, a partir de sus limitaciones, y de bastante culo es cierto, armó una resistencia valiosa desde los nombres y desde el panorama absolutamente desfavorable que se fue dando (2-0 abajo con un tipo menos). Los de Londres llegaron al empate y Barcelona, con mucha posesión, generó muy poco. Hay mérito del Chelsea, y además un obviado y craso error del Barsa, que cayó en la trampa, que nunca tuvo variantes.

Es que el culé 2012, lo quiera ver quien lo quiera ver, no es ya el de antaño. La segura salida de Guardiola viene seguramente por el lado de un desgaste, emocional (también allí un desgaste dado por lo mediático, por la confrontración y la presión constantes) y también por la lógica del tiempo. fue en gran parte por responsabilidad propia. Este Barcelona no fue el de la temporada pasada, se lo noto cansado, menos claro, cambio muchas veces de formacion, y no solo no salia el equipo de memoria sino que desde el banco no aparecian las soluciones. Y ademas de todo esto, es claro que la presion de mantenerse siempre arriba desgasto mentalmente al plantel, consumido por la presion y sin ese instinto asesino que lo caracterizo durante 4 años en los momentos mas o menos dificiles que tuvo (decimos mas o menos porque casi ni sufrio en su magica carrera a la cima). Una trampa rara vez efectiva, la de abroquelarse atrás, fue muy eficaz contra este equipo falto de pimienta y muy messidependiente, y cuando se apago Messi el Barsa perdio o empato: mucho antes de Chelsea, estuvieron los puntos perdidos en la Liga que le permitieron al Real sacar 10 puntos de ventaja, para despilfarrarlos y darle a la audiencia una especie de espejismo de partido definitorio en el clasico. Y tres dias despues de perder, en casa, el clasico y las chances de Liga ante un Real Madrid que fue muy superior esta temporada y, sobre todo, que tiene el hambre que el Barsa ha perdido temporalmente, enfrento a su bestia negra, el Chelsea de Cech, el unico portero que puede con Messi, el Chelsea del titanico Drogba, un equipo con mucho coraje, con bastante oficio y ademas, con mucha suerte: porque en la revancha, el Chelsea se descontrolo, perdio un jugador, se encontro dos goles abajo y no solo pudo embocar al Barsa a traves de una contra que desnudo las falencias defensivas que ha mostrado toda la temporada el blaugrana, sino que encima, despues de dar un penal y ser salvado dos veces por los palos, consiguio empatar el encuentro, como para dar el tiro de gracia al pasmado publico barcelones, acostumbrado a una era, como anuncia el titulo reconocidamente ironico del libro de los intelectuales del Barsa, “cuando no perdían nunca”, ahora frente a una temporada donde apenas les queda el premio consuelo y donde perdieron sus titulos en manos, nada menos, que del clasico rival del cual se rieron durante cuatro años.

Supo ser perfecto el blaugrana. Esta temporada mantuvo un alto nivel ofensivo, pero defensivamente se lo vio flojo, demasiado lejos los mediocampistas que antes parecian reproducirse y no perder nunca la pelota, demasiado distraidos los defensores para tirar el offside, perdiendo siempre mano a mano. Siempre hablando de niveles de exigencia muy altos (y el contexto, no hay que olvidarlo, es el de las semis de Champions) perdio el equilibrio: ataco mucho para defender, cuanto menos, peligrosamente. Y pago no solo con el Chelsea: pago con el Madrid y con varios equipos en la liga. Con todo, con la suerte de su lado, se hubiera convertido en finalista. Pero este año no era el del Barsa, no estaba ni animica ni futbolisticamente iluminado, para colmo ensombrecido todo por los rumores de fin de ciclo Guardiola: porque mas alla de la suerte, debio ganar en la ida frente a Chelsea y perdio, y en la vuelta le marcaron dos tantos 11 contra 10...

Como vemos, la militancia extrema reduce la realidad a expresiones insignificantes que sirven muy bien para etiquetar y contentarse con la posición ideológica propia, pero muy poco para analizar los matices complejos de la realidad. Por supuesto, sirven también para vender, apelando desde las posiciones reconocibles, estereotipos, bandos, buenos y malos, etc., a la sensibilidad fundamental de un mayor grupo de consumidores que si el debate se centrara, seria y profundamente, en el juego. En ese caso, la eliminación de un equipo desgastado quizás no hubiera resultado noticia tan inesperada (aunque es cierto que lo de Chelsea linda con el milagro) y seguramente no hubiera ocupado la tapa de un diario deportivo argentino: la apropiación del estilo del Barcelona, convertido sin explicación en un ejemplo de "la nuestra", hizo de un acontecimiento del deporte para España e Inglaterra tema de tapa en Argentina. ¿La razón? Olé ha centrado hace rato el debate eterno y estúpido del estilo en el fútbol del extranjero, alcanzado por la globalización y la imposición de la agenda de los medios internacionales. Y es un mal perdedor: la derrota no le llevó al análisis, al replanteo o a la mera crónica, sino a la acusación contra un enemigo invisible, un monstruo que, como todos los monstruos, son creación propia, el otro, el miedo a lo desconocido. Mejor quedarnos en nuestro reducido recinto con un montón de excusas con olor a vencimiento, que salir a ver lo que efectivamente existe afuera.

No hay comentarios:

Publicar un comentario