miércoles, 28 de enero de 2015

Los de afuera son de palo(s verdes)

El secreto a voces se hizo oficial: en año de elecciones, el gobernador bonaerense y candidato presidencial Daniel Scioli levantó la veda para el público visitante. La medida es parcial, ya que será recién a mediados de año, cuando se sumen a las fuerzas policiales miles de efectivos, y además será solamente para un encuentro por fecha, designado por AFA.

Y ahí es donde empiezan los problemas.

Pero primero lo primero: algo de contexto. La medida no se hace cargo en absoluto del problema endémico de la violencia en el marco de espectáculos futbolísticos. La violencia en el fútbol se ha complejizado en los últimos años, donde los enfrentamientos entre hinchas de diferentes clubes habían sido desplazados por los choques entre facciones de los mismos colores: la prohibición para los visitantes, en este contexto, ya había parecido una medida “pour la gallerie”, para la gilada, que no atendía el problema de fondo, por supuesto, pero tampoco, ni siquiera, el superficial.
Y de hecho, las muertes en torno al fútbol no disminuyeron en absoluto en estos meses sin visitantes. Porque la prohibición no lidiaba con el poder que detentan y que se disputan estas organizaciones, un poder económico que proviene desde arriba, desde dirigencia, políticos y policías, todos, como confirmó el reciente audio en torno al caso Nisman, aprovechando un negocio que nadie tiene la voluntad de interrumpir. Un negocio del que no hay que deslindar a APreViDe, el propio organismo que debe luchar contra la problemática y que no sólo se lavó las manos al echar a los visitantes del fútbol sino que, encima, sigue proponiendo fastuosos operativos de miles de policías, bajo las narices de quienes ingresan a los estadios las organizaciones acusadas de buena parte de los episodios sangrientos.
La voluntad política es, en este sentido, cambiar para que nada cambie: como el negocio de fondo no puede interrumpirse, hay que hacer parecer que algo se hace. Y entonces se toman este tipo de medidas, prácticamente sin sentido, como prohibir a los visitantes, criminalizando así al grueso de los hinchas comunes. Dar marcha atrás, por lo tanto, no tiene mayor significancia respecto al problema de la violencia en el fútbol, pero sí aparece como una medida que puede agradar al electorado en un año electoral.
El fútbol vuelve a ser entonces un botín político: siempre es el caso con los entretenimientos masivos, desde Roma hasta hoy. Pero un problema que no tiene solución no es un problema: la cuestión que nos ocupa, tras este largo contexto, es otra: AFA vuelve a ganar una batalla por el alma de los clubes, ya que al designar qué partido se juega en cada fecha con público, básicamente tiene a los clubes de rehenes y dispuestos a pensar que quedan debiendo favores. El ciclo vicioso del grondonato.
Como es AFA, difícilmente se reglamente qué encuentros son propensos a tener hinchas visitantes. Así, se abre la chance de que el manejo discrecional termine favoreciendo a unos: por ejemplo, que Arsenal o Tigre tengan más encuentros con visitantes que el resto, y así obtengan jugosas recaudaciones. Aún si AFA se compromete a otorgar la misma cantidad de partidos con público visitante a cada club, el hecho de que sea la entidad quien decide también abre la puerta a que, mientras a Estudiantes le toque la visita de un Central, un Newell’s o, quizás, hasta un Olimpo, otros clubes sean bendecidos con la apertura de su graderío visitante para la llegada de Boca y River.
Por supuesto, es evidente que si se trata de una cuestión de seguridad, no es AFA quién debería hacerse cargo, sino APreViDe. Pero bueno: así son las cosas en el reino del revés. Hecha esta trampa, lo que preocupa ahora es que el sistema genere desigualdades deportivas.
Lo cual parece inevitable aún si AFA dicta un reglamento que garantiza la ecuanimidad en la elección de los partidos con clubes. Porque se especula que al levantarse la prohibición en Provincia, Capital Federal y las otras plazas, que nunca prohibieron de hecho al público del visitante (de hecho, algunos clubes hasta abrieron sus puertas a los famosos neutrales)aprovechen la volada y abran indiscriminadamente sus puertas a los hinchas del rival. Así, los clubes del resto del país se garantizarán una buena recaudación cada fin de semana que toque hacer de local, y fastuosos botines cuando toquen los equipos con más convocatoria, mientras los bonaerenses deberán esperar la jornada en que AFA se decida a bendecirlos.
Todo está en veremos, claro (recién hay un principio de acuerdo al respecto y evidentemente, existen muchas aristas por redondear), pero la cosa huele mal, como siempre. A Estudiantes le compete, entonces, no vestirse de justiciero sino defender su parte en el baile: pedir clásicos y capitalinos con público porque, después de todo, el estadio que terminó de construir el propio gobernador no puede ser inseguro. Aunque, recuerdan los memoriosos, fue en esa cancha donde se produjo el enfrentamiento que provocó la suspensión de las visitas…

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