sábado, 30 de marzo de 2013

No es lo que hay: un llamado a la cordura

Demasiados técnicos han pasado ya por el club durante estos últimos años como para plantear hipótesis simples para esta crisis que atraviesa Estudiantes. Tampoco, claro, es el Pincha la anomalía: todos los clubes despiden técnicos con pasmosa facilidad, la misma con la cual contratan al sucesor entre los técnicos disponibles y pagables, mientras hablan de proyecto y largo plazo. Por eso, dada la escasa disponibilidad de nombres, son demasiado pobres los técnicos que suenan para suceder, como para imaginar soluciones simples a esta crisis que atraviesa Estudiantes.

Los problemas son varios, profundos y de difícil diagnóstico. Pero, pareciera, lo que requiere urgente solución es la inmediatez, lo futbolístico. El paso al costado de Cagna sirve para dar aire, bríos, a un ciclo que se notaba desgastado aún en sus momentos de juego pasable. Quizás estirar la decisión, por motivos económicos, por falta de convencimiento en los nombres que rondaban, y también por respetar la bandera del "proyecto", haya sido desacertado, teniendo en cuenta que Cagna nunca fue el DT elegido para el largo plazo y la tan mentada transición, sino un técnico que llegó tras la negativa de los señalados por la sede para llevar adelante el proyecto futbolístico. Cagna llegaba con la obligación de demostrar, se construyó un colchón de 28 puntitos el torneo pasado, pero despilfarró su crédito en estas siete fechas.

Las derrotas, y sobre todo su forma desoladora, protagonizadas por un equipo desinflado, atonal, evidenciaron ánimas bajas y, sobre todo, la incapacidad del actual cuerpo técnico de elevarlas. Quizás hayan colaborado los constantes cambiazos y borronazos como única solución, el sufrimiento defensivo de un equipo que se olvidó, a pesar de contar con tres centrales de experiencia, como marcar la pelota parada, la falta de cambio de ritmo, de sorpresa, en el ataque, siempre terminado en centro largo y predecible, siempre lento en la transición, y, claro, la evidente merma física de los segundos tiempos, que provocó las derrotas que más duelen. Cualquier falencia de las muchas que muestran los equipos de Argentina se expone doblemente cuando las cabezas andan gachas, cuando no hay confianza. En siete fechas, Estudiantes fue potenciando cada desgracia con otra desgracia en un suplicio que parecía no tener fin. Un suplicio que dejó sin fuerzas ni respuestas a Cagna y también a sus jugadores, notablemente abrumados por cada gol sufrido.

Los tres puntos en siete fechas parecen empujar, por un lado, a emparchar rápido el fútbol: conseguir alguien que se haga cargo del equipo, que comience a trabajar ya mismo en la remontada, parece obligado. Y sin embargo, en esas condiciones se contrató a Cagna, Berizzo, Sensini, Russo, incluso a Sabella, único de la lista en funcionar. Si Estudiantes apuesta verdaderamente al largo plazo, no debe conformarse con lo que hay en el mercado. Debe apostar por un DT que amerite banca en las difíciles porque es un técnico integral a un proyecto. Repite Verón cada vez que puede que Ferguson pasó sus cuatro años iniciales sin ganar nada en Manchester: Estudiantes necesita su Ferguson, difícil en un fútbol gobernado por la intuición, el amiguismo y la ambición, hermanos del cortoplacismo.

Si ese hombre idóneo no está disponible, debe, necesariamente, esperar tanto tiempo como pueda (es decir, lo que resista el interinato) en busca de su conductor ideal, porque, en definitiva, quien venga enfrentará los mismos problemas de fondo que condenaron a varios entrenadores al fracaso. Sino continuará contratando técnicos incapaces de elevarse de la medianía, aves de paso que durarán lo que duren los resultados circunstanciales, y el volátil ánimo y el compromiso de los jugadores que son directa consecuencia de ellos.


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