domingo, 10 de marzo de 2013

Al borde del suicidio

El ciclo de Cagna se termina devorando a sí mismo
Hace un par de semanas nomás, Diego Cagna declaró que a su parecer Estudiantes defendía notablemente mejor con línea de 3 y Angeleri parado de líbero. Aquella sentencia duró apenas siete días: Estudiantes no pudo contar para el choque con Newell’s al Rana Iberbia y la ausencia del lateral utilitario desencadenó un nuevo cambio de esquemas y nombres.

El último volantazo de Cagna dejo al equipo al borde del suicidio: con una línea de 3 mediocampistas habituados a presionar y adelantarse (incluso Braña), Estudiantes dejó un campo a sus espaldas que aprovecharon los rapiditos de Newell’s con envidiable eficiencia, devenida en parte de las comodidades que tuvieron (Desábato y Shunke, dos centrales lentos, tuvieron que encargarse de marcar a los movedizos delanteros de la Lepra) y en parte, claro, de la suerte, que no ha acompañado este inicio de campeonato. El equipo de Martino atacó 6 veces y marcó 4 goles.

Por supuesto, hay responsabilidad individual: el presente de Silva, y en menor medida de Desabato y Shunke, ha tenido mucho que ver con la fragilidad defensiva. En el resto del equipo poco han hecho Braña, Martínez y Fernández (17 fechas sin marcar), los encargados de darle jerarquía al equipo. Pero Cagna no ha logrado, y no parece encaminado a lograr, elevar el nivel de las individualidades, encontrarle la vuelta al equipo, brindarles a sus jugadores comodidades posicionales, certezas desde lo estratégico, para que levanten vuelo: pasó de jugar con un esquema durante todo el verano, buscando asentar un once de memoria, formar sociedades y construir un equipo sólido, a esta versión ciclotímica de Estudiantes, que presenta un equipo diferente cada encuentro y margina a los jugadores que juegan mal, volviéndolos responsables a ellos y no al andamiaje colectivo. Cagna busca, pero ha extraviado claramente el rumbo, el eje. Conduce, en consecuencia de estas circunstancias, un equipo vaciado de ideas, de identidad.

Un equipo, además, notoriamente falto de piernas. El resultado de una pretemporada aparentemente mala es un equipo lento, falto de reacción y que pareciera derretirse en las segundas etapas. Los comienzos del equipo suelen ser interesantes, intensos, profundos en ataque, sólidos y solidarios en defensa. Suelen arrancar bien, los de Cagna, pero luego se diluyen, se quedan sin nafta.: 7 de los 12 tantos que le marcaron fueron en el segundo tiempo.

Tampoco parece Cagna, adentrándonos en la metafísica, capaz de insuflarles mancomunión y espíritu guerrero. De modales parcos, su manejo grupal, quizás más apto para administrar riqueza que para capitanear tormentas, no se vislumbra que en la semana el técnico toque fibras íntimas y conduzca a generar una hermandad fortalecida por la adversidad. El Estudiantes de Cagna, carente de ánima, casi fantasmal, arrancó ganando 4 de sus 5 encuentros (Tigre, San Lorenzo, Colón y Newell’s), y no ganó ninguno: apenas rescató, de esos 12 puntos posibles, 2. Los golpes lo demuelen, lo derrotan antes del límite: Estudiantes se ha transformado en un equipo fácil, con la mandíbula de cristal. Es lógico, por tanto, que flaquee en los momentos donde debe hacerse fuerte, y que continúe recibiendo goles sobre la hora, en lugar de hacerlos o al menos buscarlos.

Es esta percepción la que genera ese olor a fin de ciclo: no se advierte que Cagna pueda revertir el momento desde el juego o desde el ánimo. En apenas 5 fechas parece haber despilfarrado la dignísima campaña del 2012: 27 puntos, por primera vez en el post-Sabella, pero 7 derrotas, que sumadas a las 3 de este año ponen en números rojos la estadística del DT al frente de Estudiantes (8 victorias, 6 empates y 10 derrotas).
En rigor nadie esperaba campañones, a pesar de que la percepción general es que Estudiantes no carece de jerarquía en el nivel que se declara, para excusar la irregularidad, sino que por contrario tiene más que muchos. Pero ante un arranque con 3 derrotas y ninguna victoria, con 12 goles en contra en 5 encuentros, 7 en los últimos 2 partidos, con rivales accesibles y desenlaces descorazonantes, y habiendo sacado 2 puntos de los últimos 18… en los tiempos cortos y algo histéricos del fútbol argentino, con los pocos pergaminos de Cagna y una perceptible falta de comunión, de llegada con el grupo, un buen torneo no alcanza.

Los números son contundentes: el ciclo Cagna se dedicó durante 5 fechas a autodestruirse, a despilfarrar lo edificado, en las últimas dos fechas de los modos más espectaculares, y se encuentra al borde del suicido. Pero Estudiantes no tiene plata para indemnizaciones y debe esperar la decisión del DT, que probablemente se mantenga en el cargo hasta que la evidencia lo aplaste o se produzca el milagro de la revolución. Tarde o temprano, a todas luces, Cagna se convertirá en un DT más que no cumple su contrato, el quinto desde la partida de Sabella (Berizzo, Zuccarelli, Russo y Azconzábal engordan la lista). Es un rubro clave, que en este momento de crisis económica, no permite una nueva falla.

Los nombres mencionados, sin embargo, técnicos jóvenes, accesibles para las arcas del club pero sin demasiados pergaminos, asoman apuestas riesgosas que parecen destinadas a sumarse a la lista mencionada: Estudiantes necesita un técnico capaz de aportar un plus, de potenciar lo que hay, y ya no un administrador de riquezas para un equipo que juega solo. A lo mejor, al traicionar su pasado tacticista e imaginando, ninguneando y expulsando a Sabella, que el equipo volaba en piloto automático, es que Estudiantes perdió la línea. Se urge encontrarla, no elegir entre lo que está disponible sino buscar lo que se precisa.

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