sábado, 4 de octubre de 2014

La famiglia desunita

Siempre en familia, se dijo, al menos de las puertas para afuera. Con disidencias, como en toda familia, pero con algo más importante en común, la ley primera de estar unidos porque los de afuera son devoradores. Y entonces, hasta la fecha, la mayoría de las elecciones transcurrían en silencio, sin estruendos. La oposición era muchas veces sólo nominal, siempre se buscaba la unidad y a partir de sumar voces, aunque sean disidentes, se intentaba trabajar a largo plazo, con la lista oficialista renovandose y continuando.
 
Así, por ejemplo, se sucedieron Valente, Alegre, Abadie, Filipas y Lombardi, que no son parte de un mismo grupo y una misma idea de club, pero que sí forman parte de la misma línea evolutiva del oficialismo. Nombres propios, importantes, de la historia del club, que eligieron por voluntad propia correrse para no dañar al club con disputas insustanciales, sin por eso marginarse de la política del club o dejar de afirmar su disidencia.
 
Hoy, cuando ese modelo es adoptado por clubes como Vélez y Lanús, en Estudiantes estalla el conflicto de manera pública y provocando un desagradable divorcio entre dos glorias del club que desvirtúa y personaliza todo debate serio sobre el proyecto de club de los próximos tres años.
 
La campaña de las listas, de hecho, no sólo nunca intentó la unidad que el mismísimo Doctor Bilardo, candidato a vice por la Lista 1 y 57, pidió a gritos. Además, lejos de intentar imponerse con las ideas, desde ambos lados se esgrimían acusaciones de todo tipo. Que este es un sin códigos, que arregló con aquel, que este no quiere la cancha, que aquel te funde con la cancha, que robó, que es un mentiroso, que se viene el fraude...
 
Fue una campaña demasiado pública y demasiado sucia para la historia del club. Por supuesto que son tácticas de guerra de dos bandos que creen tener la razón, uno porque efectivamente equilibró y encaminó un club a la deriva y estableció un plan de acción coherente que fundó una nueva era, el otro que está convencido de que hay que profundizar un modelo profesional de gestión que, por falta de recursos o de voluntad, quedó a medio camino.
 
Pero, en rigor, los modelos lejos están de ser irreconciliables: si ayer nomás eran parte de lo mismo. Entonces la sensación que tienen varios hinchas es que los dos candidatos, contra la lógica pincharrata de que la unión hace la fuerza, eligieron no deponer su voluntades individuales de manejar el club (por convicción propia, claro, no por ambición desmedida) en pos de la unidad, con el objetivo de no pelearnos entre nosotros.
 
Esos hinchas, los que no quieren elegir entre Bilardo y Verón (porque, como quedó dicho, la campaña quedó reducida, entre acusaciones, a una pelea mano a mano), no irán a votar, desinformados por tanto cruce mediático, alienados por el corazón partido entre dos glorias.
 
Es entendible. Pero también son justamente ellos quienes deberían ir a votar: no los talibanes de uno u otro bando que hace rato decidieron con quien van sin escuchar motivos, que entregan el club por ciego fanatismo sin saber a qué proyecto se lo dan.
 
Es difícil la elección. Pero es a la vez la lógica conclusión de dos corrientes que se vienen gestando en silencio en el club, dos generaciones en una lucha, hasta hoy subterránea, que tiene la misma cuota de convicción en sus ideas (en ideas tradicionales por un lado, en ideas modernas por otro) que de afán de poder y protagonismo.
 
Pero bueno, a desdramatizar: nos gustaría que todo se resuelva en diálogo, pero a veces las confrontaciones ayudan a crecer y siempre, siempre, es mejor una distancia sincerada que una unión forzada. Tampoco, a fin de cuentas, se trata Estudiantes de no poder disentir y discutir: como dice Walter Vargas, una cosa es la familia y otra la mafia. Y, de todos modos, a no pensar que el divorcio de la famglia es definitivo. La política, incluso en la de Estudiantes, como se vio en esta campaña, no tiene mucha memoria y el que pierda de los ídolos, probablemente, se verá ligado a la vida del club en el corto plazo.
 
Para votar, entonces, recuerde: llevar carnet, llevar DNI, luego de que la lista de la oposición advirtiera un posible fraude, y, ante todo, olvidar los nombres propios y votar los proyectos, las ideas y los equipos: porque al final no son los hombres sino los equipos los que llevan a la gloria, ¿o no enseña eso el club?

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