miércoles, 1 de octubre de 2014

El tour por Argentina arrancó con victoria


Ese segundo tiempo: para ponerlo en cuadrito. No fue una tromba, Estudiantes, pero en ese segundo tiempo tuvo todo tan claro que pareció un equipo que no necesita arrasar, que gana por decantación. Porque era obvio, clarito, lo que había que hacer: pelota a espaldas de esa defensa de Independiente que invita. Pero en el primer tiempo la última puntada siempre quedaba un poquito atrás, un poquito adelante, un poquito embarullada, y parecía que se venía el fastidio cuando, acierto de Pellegrino mediante, entró el pibe Cerutti y rompió el partido.
 
El primer tiempo ni merece contarse: dos equipos que, supuestamente, “proponen”, “van al frente” y demás pavadas (todos quieren ganar, a su manera) pero que, en definitiva, veían como sus intenciones bonitas se ahogaban en la mediocridad. Nada por aquí, nada por allá y a tomar agua, con una certeza: Independiente, al que venden como una máquina donde juega “La Pulga” Mancuello, defiende tan adelante como cuando vino a La Plata. Es por ahí.
 
Y así lo entendió Román Martínez, quien, en evidente decisión del entrenador, jugaba casi detrás de la línea de mitad de cancha, buscando meter el bochazo. En la primera etapa las imprecisiones habían frustrado al Pincha: en la segunda, Román encendió la lámpara y fue el conductor que siempre decimos necesita este joven Estudiantes.
 
Primero habilitó delicioso a espaldas de la defensa a Correa, quien en un mano a mano definió medio al tobul y tapó Rodríguez. Luego, el gol, pero antes, Independiente tenía su única llegada ¡Raro! Para ser un equipo que propone… y encima fue un autoboicot de Estudiantes, que queriendo salir prolijo terminó entregando el balón para Riaño, que la picó por encima de Navarro pero Schunke, atentísimo, llegó a despejar antes de que la pelota pase la línea.
 
Si entraba, era para matarse: un partido que estaba tan claro, un equipo que marca tan adelantado y evidencia tanto los huecos estratégicos… La suerte favoreció al León y, acto seguido, Pellegrino hizo saltar en la cancha a Cerutti, que revolucionó todo. Paradito casi de volante, partía de más atrás, evitando el offside y aprovechando para ganar en velocidad: gran movida desde el banco, y el ex Olimpo respondió. Román le tiró un delicioso pase desde atrás de media cancha y, cuando el Ruso salía a cortar, pim, por arriba y a otra cosa.
 
Iban 30 y ya faltaba poco. Independiente no había llegado nunca y, apurado y con Estudiantes retrasado y metiendo volantes, difícilmente iba a encontrar el hueco ahora. Pero, parado de contra, la mesa estaba servida: y tras algunas insinuaciones, le pegaron a Damonte cuando ganaba en la presión y Cerruti, de tiro libre, rompió el travesaño.
 
En rigor, pareció gol del pibe. Los árbitros se hicieron los sotas, con tanta mala suerte para ellos que, curiosamente, quienes se quedaron como reclamando fueron los del Rojo, y Vera, siempre con ese hambre primordial de gol, aprovechó y con gran simpleza tocó el rebote, con la cabeza, a la red.
 
Partido liquidado. Fue 2-0 para el Pincha, que pasó así a cuartos de Copa Argentina y empieza un interesante tour por el país. Viaja a Bahía, obligado a poner suplentes y casi casi a despedirse (por segunda o tercera vez) de un torneo que, claramente, ya no es más prioridad sino laboratorio de pruebas de pibes. Y después, Formosa, con Huracán. ¿Independiente? Al igual que River, su viaje por Copa Argentina le quedó re cerquita del partido por el torneo.
 
¡Qué casualidad! Hay olor a que los equipos grandes empiezan a pisar fuerte en la descabezada AFA. Nada que ver con la crónica del partido (aunque sí de las que vendrán, porque habrá que explicar por qué Estudiantes pone once suplentes), pero en semana electoral, el manoseo es para tomar nota…

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