domingo, 22 de marzo de 2015

Otro fallo del catenaccio

Estudiantes volvió a modo exasperante. Y mirá que al hincha le gusta ganar metidito atrás, pero otra vez falló el catenaccio: el Pincha pareció meterse demasiado atrás, demasiado temprano y sin necesidad (¿decisión del entrenador, de los jugadores, o necesidad?) y terminó con una derrota increíble.

Porque, con 40 del segundo tiempo en el reloj iba ganando, y terminó perdiendo ante Banfield, como local, y otra vez perdió puntos ganados. Necesariamente, algunas alarmas se encendieron esta tarde en el Ciudad de La Plata. El equipo alternativo cosechó 1 de los últimos 9 puntos (habiendo jugado dos de local), tras un arranque perfecto, y si bien faltan mil fechas y hoy el foco está en otra parte, pierde pisada: queda en evidencia que Estudiantes no tiene plantel para dos competencias, y además el equipo, lentamente, comienza a asemejarse a una enfermería.

Estos son los asteriscos que presenta la increíble derrota del Pincha esta tarde. Pero, más allá de lo que sucede fuera de la cancha, el equipo de Pellegrino pareció otra vez perdido, sin brújula, a pesar de un buen arranque. ¿Estado físico? En las últimas cinco presentaciones el equipo desinfló su juego ofensivo, y cada vez le cuesta más recuperar la pelota.

Así volvió a pasar con el equipo de Almeyda: en los primeros treinta Estudiantes ahogó a Banfield, el quitó la pelota, lo presionó y le generó varias chances de la mano de Cerutti y la peligrosidad de Auzqui, sorpresa como 9 aunque con poca definición en las chances claras que tuvo. Pero poco a poco el Pincha perdió terreno y pelota y el Taladro, vía un Bertolo intermitente y las intervenciones para cortar y salir rápido de Domingo, le llegó franco a Hilario.

Y en ese momento donde se emparejaban las cosas, apareció, de exquisito centro del Pocho, contundente cabezazo del Chavo: gol, y el panorama se aclaraba para Estudiantes.

Pero otra vez el Pincha falló en el control del resultado. Como ante Argentinos, eligió demasiado temprano el refugio cuevero, paradójicamente obligándolo a correr el doble. Le dio vida a un Banfield que inquietaba pero que asomaba con poco poder de fuego, aunque la treta, a pesar de que había forzado a Navarro a ser figura, parecía exitosa. El partido se iba y Estudiantes ganaba.

Cosas del azar, también. Te pueden empatar, pero difícilmente ganar un encuentro con cinco minutos en el reloj: hay culpa y casualidad en la derrota del Pincha, fundidos los motores, claramente, equivocadas quizás las decisiones tácticas. Estudiantes pagó carísimo desatender un encuentro que creyó ganado.

No había jugado en la segunda etapa, como indicó Desábato, pero se llevaba la victoria antes de que agónicamente Viatri empatara con una pelota suelta en el área y luego, ante un público boquiabierto, Cazares ponga el 2-1 final.

En casa no se puede perder, y menos de manera tan embarazosa. La gente siguió cantando porque entiende el cansancio y el recambio y porque agradece la noche del miércoles, pero se fue con varias preocupaciones en el anotador. ¿Qué pasa? ¿Hay que preocuparse? Mejor, ocuparse: recuperar soldados durante la primera semana larga desde febrero, revisar estrategias, actitudes y buscar el once ideal para comenzar a recuperar terreno desde el domingo que viene, ante el temible Boca en la compleja Bombonera.

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