jueves, 6 de noviembre de 2014

El aprendizaje de dejar todo y quedarse sin nada

A nadie en la porción mayoritaria de la ciudad le gusta hablar de derrotas dignas, pero sí es de hincha de Estudiantes saber apreciar que los procesos son largos: el Pincha perdió, y perdió con justicia, pero también es claro, notorio, el crecimiento que mostró el equipo en esta Copa Sudamericana, agrandándose en cada etapa, respondiendo con hombría y germen de equipo difícil a los numerosos golpes que recibió.
Y, para no desentonar, el partido con River de esta noche le volvió a proponer pálidas para que se rebele, para que crezca la juvenilia: porque a los 40 segundos parecía que todo se terminaba. Gol de River de entrada, global 3 a 1 y la necesidad de hacer dos tantos sin que te conviertan.
Estudiantes no quemó los papeles. El equipo de Pellegrino, con la sabiduría de los años que no tiene, mantuvo la calma, volvió a maniatar al equipo de Gallardo con la presión alta y, cuando parecía que se quedaba en amagues, lo dio vuelta: en el cierre del primer tiempo Vera, y de entrada en la segunda parte, Carrillo de penal tras enorme jugada de Correa, maradoniano cuando se enciende.
¿Era imposible? Ahora parecía que el destino inefable de Estudiantes volvía a manifestarse, místico. Pero River es el mejor equipo de Sudamérica y también tenía su propia narrativa: encontrarse con su archinémesis en semis, ambos en su mejor momento. Para eso, los de Gallardo demostraron una vez más que, lejos de Gallinas, tienen un temple durísimo. Fueron al frente con empuje y en dos segundos se acababa todo: el partido, puro estado de ánimo, se daba vuelta como una tortilla cada vez que alguien se enojaba.
Seguro, Estudiantes marcó mal la pelota parada, erró en los tres goles del rival. Seguro que se ha perdido seguridad defensiva, seguro que el Pincha se enciende rebelde de repente y se apaga también de golpe, y es un equipo blandito, juvenil. Seguro que en todo este tiempo el equipo de Pellegrino ha dado más muestras de lo que puede llegar a ser que de lo que es.
Seguro, algunos errores del equipo frustran por repetición. Incluso, podemos debatir si el camino para hacerle frente a este River, un planteo frontal, hidalgo, no fue ingenuo, no fue errado.
Seguro que dejó todo, en la serie y en el semestre, y se quedó sin nada, afuera de todo, un mes de hacer la plancha en un torneo que su propio nombre indica su naturaleza irrelevante. Hasta sin Libertadores se quedó.
Seguro.
Pero eso no importa, en el fondo. Estudiantes murió con las botas puestas y con señales de haber aprendido de esta caída. Y sobre todo, con mucho sudor volcado. No fueron las mejores decisiones dentro y fuera de la cancha, y no hay que quedarse con esto de que “hicimos un gran encuentro contra un gran equipo”. Nada de conformismos. Pero, hay que admitir, la sonrisa se escapa cuando aún ya derrotados y sin tiempo en el reloj, el encuentro se termina con tres jugadores de Estudiantes tirándose con botín y plancha en el medio del área para empujar a lo bonzo un balón inútil.
Estudiante’ de La Plata. Vengan de a los que quieran a criticar este proceso: hay coherencia y hay futuro. El presente, lamentablemente, es de otros.

No hay comentarios:

Publicar un comentario