sábado, 1 de marzo de 2014

El valor del ciclo

Quizás Arsenal haya sido el punto más alto en el ciclo Pellegrino. El equipo jugó a una velocidad diferente, lejos de los ataques abúlicos del 2013. Los jugadores no cayeron en pozos de confusión respecto a sus roles, demostrando que el cambio de esquema (del europeo 4-2-3-1 al 4-4-2) permite no solo mayor equilibrio táctico sino también mayor compromiso y comprensión de parte de los intérpretes. Si bien presenta algunas incógnitas (¿puede jugar en este esquema Patricio Rodríguez? ¿Puede Correa hacer la banda? ¿Cuánto puede Estudiantes retener a Silva, zurdo y ahora polivalente?) básicamente el cambio despejó la nube de dudas que ensombrecía el andar del equipo.

El “aburrido” 4-4-2 permitió, paradójicamente, mayor soltura que el 4-2-3-1, diseñado para soltar a los puntas pero que generaba ataques amontonados y algo obvios y lógicos desequilibrios defensivos en los laterales.  El esquema actual, a priori más estático y previsible, dio mayor vuelo tanto individual como colectivo, desde un mayor entendimiento de su tarea:Estudiantes construyó una decena de situaciones de gol y dominó absolutamente el trámite.

Aún así, apenas ganó 1-0, con un gol, de mano, en contra.

Entonces, antes que euforia debe haber cautela. Estudiantes arrastra como legado del pasado la falta de gol, mientras espera el despertar de Carrillo y los goles de Jara. Jugó, además, contra un equipo desconocido: mérito de Estudiantes reducirlo a su mínima expresión, no todos los equipos serán tan sumisos. Arsenal apareció en el estadio Ciudad de La Plata con dos bajas clave (Aguirre y Caraglio) y se lo notó cansado y lento desde el comienzo, todavía en modo pretemporada. El clima y la cancha pesados agigantaron la brecha entre el equipo más fresco y el más golpeado.

A este ítem absolutamente clave para medir las aspiraciones (la falta de gol), se le suman otras dos cuestiones cruciales: resta ver cómo reacciona este equipo prácticamente sub 23 a la adversidad y si consigue un rendimiento sólido a pesar de su inexperiencia. Porque, como es lógico y como se vio en 2013, un equipo que alinea a 7 jugadores juveniles (Rulli, Silva, Jara, Gil Romero, Correa, Auzqui, Carrillo) será propenso a la irregularidad, a actuaciones individuales fluctuantes, a errores. Es parte del momento que atraviesa la institución.

Y sin embargo, es en esta juventud, la que genera incertidumbre respecto a las posibilidades de Estudiantes, donde reside el verdadero valor del ciclo. Asistimos a una refundación al estilo 2003-2005, donde de la mano del Doctor y Merlo se afianzó el futuro, futbolístico y económico, de Estudiantes: en este modelo del fútbol argentino, que vive al día o peor y necesita ventas para equilibrar las finanzas, era un mal negocio seguir trayendo figuritas (muchas veces a préstamo o en condiciones poco claras, como el caso Carbonero) y tapando lo que constituía el patrimonio del club, los juveniles. Paradójicamente, en un fútbol que subsiste (apenas) por los pibes, es moneda corriente que se frene, por necesidad de resultados a corto plazo o desconfianza, el ascenso de los juveniles.

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