miércoles, 7 de diciembre de 2011

El cuerpo detrás de las ideas

Para Solos Contra Todos


Con el alma cansada, con el cuerpo roto, camina el once por la cancha. Todos lo buscan, compañeros e hinchas. Es el líder natural, contagia, ordena, calma, pero su andar se nota rengo y también su espíritu, tocado la ingratitud de un puñado de desmemoriados. Sus compañeros lo necesitan, pero él ya no sabe si está para estas cosas…
Pero el equipo anda último y no hay que esconderse. La semana la supera a duras penas, con novedosos dolores nunca imaginados en aquellas épocas de indestructible juventud. Cuesta, pero es necesario. El tipo deja todo por la camiseta de sus amores, mucho más allá de lo que el lugar común sugiere: dejó una vida europea, dejó euros, oportunidades de carrera más tentadoras, para volver a La Plata en una demostración de amor contra todo que muchos han intentado imitar, pero nadie ha podido siquiera acercarse a igualar. Y también dejó su cuerpo, dio su físico por su causa, se rompió el lomo, los tobillos, las rodillas, la espalda jugando en los potreros argentinos. Sacrificó todo, y ahora una vez más la causa lo llamaba a aparecer. Y ahí está él, rengo, cansado, dolido, pero presente, el primero en tirar el carro destartalado para adelante.
Juan Sebastián Verón es un verdadero ejemplo. Los envidiosos, los que se creen el verso capitalino y las dicotomías baratas, lo acusan, lo odian, lo chiflan, lo inglesean. Pero quienes lo conocen lo admiran: sus compañeros, sus amigos, sus técnicos, nadie ha podido dejar nunca de elogiar su espíritu combativo sin concesiones, sin excusas. A la Brujita poco le interesa la corrección política, está en la cancha para competir, para ganar. Los románticos detestan esta expresión de la más pura  estudiantinidad: quieren un fútbol con ballet y amiguismo made in Fox Sports. Quienes juegan con él, en cambio, llegan incluso a modificar sus hábitos, su liviandad, y a comprometerse más con la causa, con el modo pincharrata de ser, que encarna puro en Verón: para espectáculos bonitos, al teatro. Y por eso, por ese compromiso que irradia y contagia el ilustre capitán, declaran en todos lados el deseo del pueblo, que es el de unos meses más. Por eso lo meten en un cuarto y lo chamuyan. “Quedate Bruja”, le dicen, y afuera lo gritamos nosotros en forma de cántico tribunero. Quedate.
No se trata ya, como antes, de la sensación de que el apocalipsis sobrevendrá cuando se retire el Pelado. Durante este semestre de retiro confirmado muchos cambiaron su posición: los verondependientes comprendieron que este día iba a llegar, y los veronresistentes empezaron ante la inminencia de su retiro a reconocer su increíble influencia en la historia de Estudiantes. Y todos coincidieron: el Pelado no se merecía este retiro, desgarrando con su último resto físico la tela de la tabla de posiciones para intentar escalar algunas mínimas posiciones.
Avisa ya que de quedarse andará por el verde césped con el alma cansada, con el cuerpo roto. Avisa que hay que ver si es lo mejor para el club. A la luz de sus últimas actuaciones, absolutamente rejuvenecidas, tirando juguetonas paredes con la Gata y Mariano González, metiendo los ya célebres cambios de frente que doblan por arte de brujería, conduciendo al equipo con firmeza por un camino prístino y finalmente victorioso, será sin dudas lo mejor para Estudiantes. Sus compañeros se lo han hecho saber, en una emotiva demostración de fidelidad hacia un líder que desde afuera todos cuestionan sin saber. Algo tendrá el Pelado, que sus soldados le son tan fieles y sus enemigos lo quieren matar tan rápido. Es un orgullo que exista no un jugador sino una persona así, irreducible en sus convicciones, contagioso, luminoso, capaz de hacer llorar al más cínico. Nuestro capitán: aunque el once camine por la cancha con el alma cansada, con el cuerpo roto, todos queremos buscarlo. Todos queremos abrazarlo.
Pero en el fondo, en todos , compañeros, hinchas, dirigentes, prevalece no la idea de que conviene que siga para las aspiraciones deportivas del club, sino un sentimiento: la Brujita merece otro final. Porque dejó todo, porque se rompió el alma por alcanzar la gloria, porque se murió de tristeza en cada derrota. No existe en la historia del deporte una historia de tanto sacrificio por una comunidad. Y en este mundo superprofesional de lazos fugaces más resalta la figura del Capitán Verón, que volvió al club contra toda racionalidad, que llevó al humilde Estudiantes a lo más alto contra todo pronóstico, que condujo a través de un mar bravo de insultos, patadas y envidias un pequeño barco de orgullosos marineros revoltosos que se alinearon detrás de su líder porque creyeron en él. Y él les respondió con su compromiso sin fisuras, con sus pinchazos para saltar a la cancha con un tobillo de melón, con el pecho adelante para bancar los naufragios. Imposible no creer en Brujas. Quedate.

No hay comentarios:

Publicar un comentario