miércoles, 19 de marzo de 2014

Sangre albirroja

Su cabeza sangra como en aquellos días en que trababa con la cabeza. Y no deja de llenar su boca con un grito desaforado de victoria: alrededor, un millar de enemigos quieren verlo muerto. Por supuesto que se trata del Flaco Alayes.
 
Y es que Estudiantes, el equipo en el cual ahora ocupa un cargo serio, profesional (cualidades habitualmente contrapuestas a la pasión) acaba de marcar un gol a su clásico rival: no van diez minutos y en el silencio de un estadio sólo apto para el público local, se escucha su euforia y el grito de un puñado de camisetas albirrojas en el césped del Bosque.
 
Alayes siempre fue desaforadamente hincha de Estudiantes, como usted, como yo mismo: quizás incluso más. Un sentimiento gutural animaba sus actuaciones con la camiseta albirroja, y sus gritos de gol eran particulamente emotivos. Todavía recuerdo aquella noche en Quilmes ante San Pablo, con el Flaco gritando el 1-0 mano a mano con los hinchas, colgado del alambrado a dos metros del suelo, la Copa del renacer de la mística. La furia y el llanto en el festejo ante Arsenal ese mismo año, fondo de pantalla durante un lustro y parte de lo que le contaré a mis hijos cuando le cuente nuestra historia, bueno, le pone la piel de gallina a cualquiera.
 
No iban 10 minutos, el partido empezaba, no era un tanto sobre la hora. Pero el Flaco, que sabrá usted nunca perdió un clásico, perdió la chaveta, y esto también lo contaré a mi prole: el Flaco Alayes era enfermo por Estudiantes, sus lágrimas en cada final fueron las nuestras, una encarnación alquímica del sentimiento del hincha.
 
No iban 10  minutos cuando Jara esquinó su remate ante el arquero de los vecinos y Alayes, en representación nuestra, los exiliados forzados a mirarlo por la tele, gritó sin importarle nada: se trepó al alambrado como si todavía fuera el seis, o mejor, porque es un hincha más. Su cabeza golpeó contra un hierro, quizás colocado estratégicamente allí por algún local rencoroso. De su sangre brotó como un manantial la sangre: sangre cien por cien albirroja. Y el Flaco siguió gritando.

viernes, 7 de marzo de 2014

Vivir al día

Si el país no estalla en enero y febrero, dicen los que saben, las crisis se planchan: pareciera ser esa la apuesta dirigencial, resistir, resistir y resistir. El verano es una temporada con poco ingreso (apenas la TV del verano, pero sin recaudaciones y con mucho socio que se va de vacaciones) pero mucha erogación, entre la pretemporada que hay que bancar y, por supuesto, los refuerzos.

Con la billetera flaca, numerosos conflictos durmientes emergieron para poner los pelos albirrojos de punta: hubo empleados impagos que se negaron a poner en condiciones el Country; la interminable novela de Duvan Zapata escribió un nuevo capítulo; José Leudo y su agente intentaron escapar por la ventana como la moda en Estudiantes (Vergini, Fernández) lo marca; y, finalmente, el DT Mauricio Pellegrino reconoció que se le adeuda el sueldo desde el año pasado, mientras que el plantel le deben un poco menos porque AFA, ese órgano facilitador de dinero, dealer de favores, mantiene a sus adictos contentos a cambio de favores.

El eje de todo es Duvan: Zapata sigue siendo sinónimo de salvación. El jugador fue vendido de emergencia el año pasado y parecía que el oro que ingresaba a las arcas curaría todo. Pero Napoli paga en cuotas y Estudiantes tenía, para los primeros millones, el dinero comprometido en deudas del pasado. Apenas pudo cancelar los compromisos, que ya estaba asumiendo nuevas deudas: el club vive al día, como un estudiante.

Por Duvan apareció primero un intermediario, oscura figura del fútbol, que, juicio mediante, pide su millonaria comisión por acercar, en teoría, la oferta del Napoli a Estudiantes. Esta versión fue negada por el club, pero Ferreira hizo públicos algunos papeles que sugieren que, al final de todos los juicios, el club deberá afrontar otro gasto millonario. Mientras tanto, Estudiantes aún no había pagado la mitad del pase de Zapata a América de Cali, pero ya lo había vendido: pasados varios meses de promesas y teléfonos descompuestos, también hizo público su reclamo el presidente del club colombiano, exigiendo 1,5 millones que se adeudan de un pase que se hizo en 2,7 millones. Advirtió que acudió a FIFA, con el fantasma de la quita de puntos dando vueltas en el insolvente fútbol argentino, y mientras tanto, ya corren intereses.

Las dos versiones que se manejaron mediáticamente indican que o Estudiantes tiene el dinero pero no puede girarlo por las trabas que rigen en el país, o el club tiene decidido vender los papeles correspondientes a la segunda cuota del pase de 10 millones al Napoli (resignando dinero) para afrontar los compromisos. Y los compromisos son vastos.

Porque ante la presión de América se avivó, por ejemplo, Julián Carmona, presidente de Cafeteros: Leudo, jugador suyo, está en el club a cambio de 500 mil dólares, pero Estudiantes sólo realizó un pago de 250 mil. Cuando las finanzas comenzaron a ahogar al club, apareció Carmona para pedir el resto, o se llevaba al jugador: maniobra similar a la que había facilitado la salida a Vergini y Fernández. Estudiantes, que aún debe casi un millón de dólares a Tigres de México según ordenó el TAS por el caso de la Gata, prefirió primero rescindir con Leudo, sin lugar en el equipo, y cercernar un problema económico y judicial, pero finalmente el exorbitante pedido de 50 mil dólares para liberar al jugador hizo que la CD determine que el colombiano siga en el club.

En medio del cambalache, y tras un primer triunfo que reafirmó el rumbo deportivo, se conoció la situación de plantel y cuerpo técnico, sin sueldo desde hace unos meses. Los protagonistas bancaron el momento y se informó oficialmente que mañana el club se pondrá al día. La procedencia del dinero es un tanto misteriosa, e invita a creer en la teoría de la venta de al menos una parte del porcentaje que resta del pase de Zapata. Lo cierto es que, con tanta deuda, pareciera ser que una vez más el salvador dinero del pase del colombiano servirá apenas para volver a una temporaria deuda cero: ¿y después?

El después es incierto, pero sin estadio propio, con los socios recortando gastos en medio de la crisis económica nacional (sumado a los aumentos constantes de la cuota), la apuesta de Estudiantes pasa por resistir hasta la próxima entrada de dinero: la TV del torneo Inicial y, mucho más, una venta importante tras el fin del torneo, que, en año mundialista, está a la vuelta de la esquina. ¿Se irá Rulli, o Silva, o Correa? ¿Gil Romero? ¿Carrillo? Alguien, quizás más de uno, emigrará casi seguro: aunque los hinchas pongan el grito en el cielo, el club necesita una venta como agua, si quiere comenzar a apostar a futuro, a dejar de vivir al día. Los desafíos serán, claro, no regalar por desesperados y no desarmar el equipo.

Mientras espera a que el tiempo pase, Estudiantes resiste. Y resistiendo, parece ir alcanzando lentamente aguas menos turbulentas. Febrero se extingue, disminuyen estadísticamente las chances de un derrumbe institucional. La tormenta aclara por un ratito, y el alivio de haber llegado a un impasse en las crisis se siente. Pero el cielo sigue nublado, y el pronóstico sigue anunciando altas probabilidades de precipitaciones.

sábado, 1 de marzo de 2014

El valor del ciclo

Quizás Arsenal haya sido el punto más alto en el ciclo Pellegrino. El equipo jugó a una velocidad diferente, lejos de los ataques abúlicos del 2013. Los jugadores no cayeron en pozos de confusión respecto a sus roles, demostrando que el cambio de esquema (del europeo 4-2-3-1 al 4-4-2) permite no solo mayor equilibrio táctico sino también mayor compromiso y comprensión de parte de los intérpretes. Si bien presenta algunas incógnitas (¿puede jugar en este esquema Patricio Rodríguez? ¿Puede Correa hacer la banda? ¿Cuánto puede Estudiantes retener a Silva, zurdo y ahora polivalente?) básicamente el cambio despejó la nube de dudas que ensombrecía el andar del equipo.

El “aburrido” 4-4-2 permitió, paradójicamente, mayor soltura que el 4-2-3-1, diseñado para soltar a los puntas pero que generaba ataques amontonados y algo obvios y lógicos desequilibrios defensivos en los laterales.  El esquema actual, a priori más estático y previsible, dio mayor vuelo tanto individual como colectivo, desde un mayor entendimiento de su tarea:Estudiantes construyó una decena de situaciones de gol y dominó absolutamente el trámite.

Aún así, apenas ganó 1-0, con un gol, de mano, en contra.

Entonces, antes que euforia debe haber cautela. Estudiantes arrastra como legado del pasado la falta de gol, mientras espera el despertar de Carrillo y los goles de Jara. Jugó, además, contra un equipo desconocido: mérito de Estudiantes reducirlo a su mínima expresión, no todos los equipos serán tan sumisos. Arsenal apareció en el estadio Ciudad de La Plata con dos bajas clave (Aguirre y Caraglio) y se lo notó cansado y lento desde el comienzo, todavía en modo pretemporada. El clima y la cancha pesados agigantaron la brecha entre el equipo más fresco y el más golpeado.

A este ítem absolutamente clave para medir las aspiraciones (la falta de gol), se le suman otras dos cuestiones cruciales: resta ver cómo reacciona este equipo prácticamente sub 23 a la adversidad y si consigue un rendimiento sólido a pesar de su inexperiencia. Porque, como es lógico y como se vio en 2013, un equipo que alinea a 7 jugadores juveniles (Rulli, Silva, Jara, Gil Romero, Correa, Auzqui, Carrillo) será propenso a la irregularidad, a actuaciones individuales fluctuantes, a errores. Es parte del momento que atraviesa la institución.

Y sin embargo, es en esta juventud, la que genera incertidumbre respecto a las posibilidades de Estudiantes, donde reside el verdadero valor del ciclo. Asistimos a una refundación al estilo 2003-2005, donde de la mano del Doctor y Merlo se afianzó el futuro, futbolístico y económico, de Estudiantes: en este modelo del fútbol argentino, que vive al día o peor y necesita ventas para equilibrar las finanzas, era un mal negocio seguir trayendo figuritas (muchas veces a préstamo o en condiciones poco claras, como el caso Carbonero) y tapando lo que constituía el patrimonio del club, los juveniles. Paradójicamente, en un fútbol que subsiste (apenas) por los pibes, es moneda corriente que se frene, por necesidad de resultados a corto plazo o desconfianza, el ascenso de los juveniles.