domingo, 29 de abril de 2012

Una idea por sobre los nombres



Siempre que un técnico comienza a “analizar” su futuro, el desenlace es previsible como película pochoclera: Azconzábal pidió cuarenta y ocho horas para pensar y, acorde a la lógica futbolera, en dos horas se bajó del barco. Esta vez el hincha no pidió masivamente corte de cabezas, ni chifló ni llamó desesperado a la radio: fuimos civilizados y bastante coherentes en nuestros reclamos (los canchistas, claro está, no los hinchas radiofónicos), y hasta algunas encuestas respaldaban una continuidad del Vasco. Quizás tenga que ver con el pasado pincha y la bonhomía del juninense, su invicto inicial y la promoción de varios chicos; quizás con la sensación de que, tres técnicos después, nada cambia, y entonces el planteo debe ser más profundo que el típico golpe efectista de timón. Lo cierto es que al Vasco no se lo comieron los socios, los hinchas, la opinión pública, que aceptó bastante resignada este presente de un punto sobre quince; no, al Vasco se lo comió la propia lógica histérica del fútbol en la que ha caído, lamentablemente, un Estudiantes donde mucho se habla de proyecto, pero poco se planifica.

Azconzábal será el tercer técnico en irse desde 2011, y el tercero en ni siquiera terminar un torneo. El problema, es evidente, trasciende la esfera del conductor y revela la falta absoluta de rumbo: Berizzo fue un experimento, un intento de descubrir al próximo Simeone o Sabella en un momento donde, sobre todo desde la propia dirigencia, algunos seguían ninguneando el laburo de Pachorra y creían en el reinado de los jugadores “que se dirigen solos”. Tras la decepción del bielsista, se buscó un técnico con espaldas y de la casa: Miguel Angel Russo llegó con todos los pergaminos, armó un equipo para ganar dos competencias en Europa, y se lo devoraron los resultados y las rencillas, dejando como legado un larguísimo plantel y un importante agujero económico. Como toda medida efectista fue absolutamente ineficiente: fue su peor actuación al frente de un equipo en dos décadas.

Tras el enorme gasto y la realización de que, más allá de quien estuviera al frente, también se imponía un ordenamiento en el seno del plantel, la dirigencia entrante buscó primero un DT de perfil alto, acorde a las exigencias del endulzado paladar del hincha y buscando un cimbronazo en el arranque de su campaña, para luego girar 180º y proponer la continuidad del interino Azconzábal, que por cierto, pasó de elegir técnicos a ser técnico a no ser nada... Los buenos resultados cosechados en el cierre del Apertura 2011, la falta de otras ofertas, el bajo costo del DT y la posibilidad de comprarle pocos refuerzos e indicarle que su labor era la promoción de juveniles, inclinaron la balanza. Se trató de una decisión sensata, que sin embargo asomaba falta de audacia: el laburo del DT se centraría en hacer jugar a los chicos e intentar llegar a fin de semestre cerca de la punta. Un objetivo lo logró, el otro parecía disolverse cuando el Vasco tomó su decisión.

Y en la vorágine irreflexiva que se activa por instinto, ya se nombra a Pellegrino, Martín Palermo y Nelson Vivas. ¿Pero cual es la intención? ¿Hacer hincapié en profundizar el camino de revalorización de la cantera en detrimento de los pases rutilantes, y dedicarse a sumar puntitos para sobrevivir? ¿Invertir fuerte en el estadio y ahorrar en lo deportivo? ¿Alcanzar una copa? ¿Pelear un título? De la respuesta dependerá, en primera instancia, el plantel con el que se trabajará. Y el técnico debería ser elegido acorde a la decisión tomada en este sentido: si se habla de Martino y luego se contrata a Azonzábal, como ocurrió tras la partida de Russo, es evidente que no hay una decisión fuerte al respecto. Si esto se repite, se corre el riesgo de, por apresuramiento y desesperación, borrar los pasos positivos dados en este ciclo del juninense (buscando la renovación del plantel con sangre joven) y de profundizar los errores del pasado (no percatarse de la necesidad del recambio propio para las arcas y para la propia salud del plantel). Y en definitiva, además, si se continúa realizando apuestas, ¿no volverá a suceder lo mismo? ¿No perderá un novato Palermo/Vivas/Pellegrino, por impericia, dos o tres partidos claves, y caerá el hacha sobre su cabeza? Seguramente. Y así no hay proyecto que resista. La idea madre, que incluye no solamente una conducción o un estilo de juego sino una noción integral de lo necesario para el club, debe ser la base del proceso, por encima de nombres propios; en lugar de esto, se busca antes el nombre, y el shock mediático para calmar al ansioso, sin haber aclarado la idea, sin poner por delante un proyecto.

Y entre los nombres propios, tema tabú, están los jugadores que no han podido sacar adelante este momento durante un año y medio ya. No se trata de acusar tontamente a tipos con una historia enorme encima del lomo: no debemos caer tampoco en esa histeria destructiva del “que se vayan todos”. No ha faltado voluntad ni compromiso: lo que a faltado es tranquilidad, fruto de una institución que se ha tornado incoherente e impaciente a pesar de su discurso largoplacista. Sin caer absurdamente contra la historia viva, deben valorarse momentos, ganas, costos; al fin y al cabo, ¿es tan terrible que algunos jugadores estén desgastados, necesiten cambiar de aire, buscar ambientes diferentes? El club, ha quedado claro tras el último informe de las finanzas, necesita reducir el gasto; el largo plantel, repleto de nombres que olvidamos por momentos (¡Nelson Benítez! ¡José Luis Fernández! Emblemas de un Estudiantes del despilfarro), una limpieza.  Siempre ha sido un equipo de personalidades fuertes y quizá ayude a descomprimir un equipo estancado, notablemente frustrado en la cancha, muy presionado desde adentro y desde afuera, que algunos busquen nuevos rumbos, diferencias económicas, desafíos distintos.

Por supuesto, si Azconzábal se halla sin fuerzas, golpeado al borde del nocaut como dicen, no hay nada que hacer: el apoyo debió haber llegado antes, si se consideraba -como debe considerar la dirigencia a su conductor designado- que el Vasco era esencial al proyecto. Aunque también es sumamente atendible que la conducción del club, que tiene sus ambiciones deportivas, entienda que, si alguna vez se recurrió al Vasco porque se necesitaba un poco de calma, perfil bajo y sensatez, considere ahora el ciclo cumplido. Lo que es incomprensible es el fin abrupto: no hay coherencia en terminar ya mismo un ciclo que se sabía, más allá de las esperanzas que nos despertaron los refuerzos y las victorias, se trataba más de acompañar la transición que de bañarse de gloria. ¿Qué cambia trabajar siete fechas con Azconzábal, o siete fechas con un DT interino? ¿Es saludable acostumbrarse a la inestabilidad, cambiar siempre que llegan las pálidas? El ciclo del Vasco debería llegar a su fin natural, haciendo menos traumática además su salida para el plantel. Y mientras termina el torneo, los dirigentes podrían tomarse su tiempo para formular un plan deportivo serio y sin concesiones a los pedidos mediáticos, propios de la ansiosa y bipolar lógica del titular marketinero, y contratar un conductor acorde. Y, claro, respaldar su decisión con hechos, acompañar, comprometer al plantel y dejarlo laburar. Todo apunta, sin embargo, a que una vez más, por cuarta vez en un año y medio, Estudiantes traerá un DT a las apuradas, improvisando por la supuesta urgencia. Y la urgencia es sólo percibida: Estudiantes todavía está a tiempo de pensar antes de correr, como decía Pachorra. Estudiantes todavía está a tiempo de ser paciente y consecuente con sus ideas: ése es el único camino hacia la grandeza.

sábado, 28 de abril de 2012

La caída de la casa de apuestas


Saltó la banca. Se rompió la Matriz. Se cayó el sistema. Nos prometieron una final y el 19 de mayo no habrá ninguno de los dos supuestos finalistas en en el Allianz Arena de Munich. Contra toda lógica, pasaron el Chelsea y el Bayern Munich, en detrimento de los finalistas a priori, Real Madrid y Barcelona. El que niega que, tras un año de disputa de la hegemonía en la cancha y en los medios, no imaginaba una final entre los grandes del fútbol español y del marketing, miente.

Parecía el año del Madrid, sin dudas. Venía de vencer al Barcelona y asegurarse la Liga, y sabía que enfrentaría a un Chelsea aguerrido pero de menor jerarquía en la final. Encima, arrancaba 2-0 arriba, con dos de un Cristiano al que ya bautizaban más mesías que Messi. Algunos se apresuraron en soñar una goleada y a vaticinar que sí, que finalmente el atroz redentor Jose Mourinho liberaría al Merengue de su galáctica mufa con la Orejona, de los años de bullying del culé, de la costumbre de ser segundón resignado. Pero la diferencia era apenas un gol, y el Real Madrid dejaba ominosos huecos preámbulo de lo que vendría. Una contra tomó mal parada a la defensa blanca, partió el centro al corazón del área hacia la posición de Gomes y entonces, el momento en que la sensación de triunfo seguro se evaporó: fenómeno extrañísimo, inexplicable, impredecible, ¡cobraron un penal contra el Madrid en el Bernabeu! Algo raro pasaba. ¿Era realmente el año del Madrid? Robben ejecutó con una seguridad amnésica del gol increíble que había marrado minutos antes, y volvió el suspenso: así iban al alargue.

Lo que siguió fue aún más extraño, con el Merengue sufriendo un partido que debió haber dominado. El golpe lo mareó, sintió la presión del favorito. Y el equipo bávaro olía sangre, y fueron los tanques y francotiradores de Munich firmes y fuertes en busca del segundo. Los alemanes, que todos los años, calladitos, meten por lo menos semi de Champions, tienen un tremendo equipazo: Robben, Ribery, Lahm, Schweinsteiger, Cross, Gomes, Muller, y por supuesto Manolo Neuer. Por un rato el encuentro fue de la banda teutona, y luego comenzó el juego de especulaciones y nervios. Ambos prefirieron no perder y tirar la moneda en los penales: una de las series más gélidas que se recuerde. Primero marraron los dos primeros disparos los merengues Cristiano (celebrado por las viudas del Barcelona y Messi) y Kaká. Real Madrid se había mostrado atado y timorato durante el partido, y los penales atajados brillantemente por Neuer (además de plantear la pregunta: ¿se terminará alguna vez la era de los penales pateados a colocar?) reflejaban esa imposibilidad de sobrellevar la presión, cualidad indispensable de todo campeón que el marketinero merengue todavía no termina de edificar. Los bávaros convirtieron sus disparos y la serie parecía terminada, y entonces fueron ellos los que entraron en pánico: Iker tapó a Cross y Lahm. Fantástico el duelo de porteros. Los del Real, por segunda vez en la tarde, pensaron que su destino era Munich. Y entonces Ramos pateó como un apertura, anotando una conversión imaginaria. El referí no convalidó el tiro, claro, y Bastian Schweinsteiger, pura alemanidad de gélido acero, no tuvo ningún problema para sellar el pase a la final.

Pasaba el Bayern, una victoria se pagaba 6 a 1 en las casas de apuestas, y las chances de campeonar figuraban 5 a 1. Peor fue lo del Chelsea: los ingleses, antes de las revanchas, pagaban ¡12 a 1! A quien apostase a su conquista de la Orejona, 11 a 1 un triunfo en el Bernabeu y 6 a 1 el empate que finalmente se dio. Festejaron los osados que no se dejaron convencer por las mediáticas promesas de morbosa final Mou-Barsa, Cristiano-Messi y etcéteras. Por supuesto, hubo bastante suerte en sus apuestas, pero también mucha pericia: porque este Barcelona no fue el de la temporada pasada. Se lo notó cansado, menos claro, no tenía el equipo de memoria y desde el banco no aparecían las soluciones. Y además de todo esto, es claro que la presión de mantenerse siempre arriba desgasto mentalmente al plantel, consumido y sin ese instinto asesino que lo caracterizó durante 4 años en los momentos difíciles que enfrentó (pocos y no muy duros en su mágica carrera a la cima). Una estrategia rara vez efectiva contra los culé, la de abroquelarse atrás, fue muy eficaz contra este equipo falto de pimienta y messidependiente, y cuando se apagó Messi el Barsa sufrió: mucho antes de Chelsea, estuvieron los puntos perdidos en la Liga que le permitieron al Real sacar 10 puntos de ventaja, para despilfarrarlos y darle a la audiencia una especie de espejismo de partido definitorio en el clásico. Y tres días después de perder, en casa, el clásico y las chances de Liga ante un Real Madrid que fue muy superior esta temporada y, sobre todo, que mostró el hambre que el Barsa ha perdido temporalmente (aunque al final le temblaron las piernas), enfrentó a su bestia negra, el Chelsea de Cech, el anti-Messi que sigue invicto versus la Pulga (¡en ocho encuentros!), el Chelsea del titánico Drogba que encarna el espíritu solidario y guerrero de los de Londres, un equipo con mucho coraje, con bastante oficio y además, con mucha suerte: porque en la revancha, los Blues se descontrolaron, perdieron a un jugador y se encontraron dos goles abajo, pero a pesar de todo no solo pudo embocar al Barsa a través de una contra que desnudo las falencias defensivas que ha mostrado toda la temporada el blaugrana, sino que después de dar un penal errado trágicamente por la Pulga y ser salvado dos veces por los palos, consiguió empatar el encuentro, como para dar el tiro de gracia al pasmado público barcelonés, acostumbrado a una era, como anuncia el titulo reconocidamente irónico del libro de los intelectuales del Barsa, “cuando no perdían nunca”.

Supo ser casi perfecto el blaugrana. Esta temporada mantuvo un alto nivel ofensivo, pero defensivamente se lo vio flojo, por momentos demasiado largo entre líneas, producto de instalarse en el límite del área contraria a tocar, el juego que le proponen los rivales resignados al carácter sublime del juego culé: y cuando los equipos se amurallan y no surge Messi… bueno, en general gana igual el Barcelona. Pero este año, sin el picante habitual, le ha costado a los de Guardiola, han lucido menos, han dependido más de las gambetas del rosarino para romper el cerco. Siempre hablando de niveles de exigencia muy altos (y el contexto, no hay que olvidarlo, es el de las semis de Champions) perdió el equilibrio: atacó mucho para defender, cuanto menos, peligrosamente. Y pagó no solo con el Chelsea: pagó con el Madrid y con varios equipos inferiores en la liga. Con todo, con la suerte de su lado se hubiera convertido en finalista. Pero este año no era el del Barsa, no estaba ni anímica ni futbolísticamente iluminado, para colmo ensombrecido todo por los rumores de fin de ciclo Guardiola: porque mas allá de la suerte, debió ganar en la ida frente a Chelsea y perdió, y en la vuelta le marcaron dos tantos 11 contra 10.

Con menos ruido mediático, un poco de suerte (los ingleses pasaron bendecidos por los palos, los alemanes a través de la lotería -que no es tan azarosa- de los penales) y mucha firmeza, pasaron los dos equipos más aguerridos, los que más lo quisieron, los que menos dudaron. El Barsa y el Madrid, curiosamente, pagaron las consecuencias de un largo y desgastante enfrentamiento mediático: llegaron con la presión de ser banca y el Chelsea y el Bayern, sin nada que perder y con mucho por ganar, la hicieron saltar. Los grandes españoles tendrán que conformarse con buscar uno con la Liga y otro con la Copa del Rey. Y nosotros tendremos que aprender a prescindir de tanta apreciación dicotómica. Y a meterle alguna fichita, de vez en cuando, a los que llegan de punto.

jueves, 26 de abril de 2012

Cambiar para que nada cambie: los nuevos parches de la AFA


Todo sigue igual en el fútbol argentino. Durante un año entero se habló de modificaciones de fondo en la forma de los torneos argentinos. Detrás quedó el megaproyecto de cuarenta equipos impulsado por Grondona para asegurar la permanencia de los equipos de la capital federal y competir con Daniel Vila y sus promesas de federalizacion, cuya resonante derrota propinada por los hinchas amenazó como nunca el reinado de Don Julio. Luego de aquel triunfo cívico, los popes dejaron aquietar las aguas mientras desde las sombras se gestaban nuevos proyectos, cuyo objetivo era cambiar sin irritar a las masas. Y entonces, comenzaron a filtrarse los rumores: trascendió que habría un torneo de 36 equipos (en lugar de los 40 originales de la primera propuesta, un recorte en absoluto significativo), luego que volvían los torneos largos, que se acababan los promedios, las promociones…

Finalmente nada sucedió, excepto el nombramiento de una comisión que, ejecutando una farsa democrática, debía decidir autónomamente (es decir, desligando a Grondona, muy cuestionado por los medios, de supuesto lobby a favor de sus ideas) si era o no necesario modificar los torneos. Así se craneó el proyecto de Nicolás Russo, presidente de Lanús que algunos consideran una especie de opositor (pero que ha sabido votar a favor o, a lo sumo, no votar en contra): Russo determinó, tras un mes de profundo estudio, que lo más conveniente… era copiar el sistema del torneo de la URBA.

El formato, denominado Super Liga, efectivamente acababa con el drama del descenso por dos motivos. En primer lugar, creaba una especie de limbo divisional de cuarenta equipos que se mixturaban a lo largo del año. La palabra descenso, de hecho quedaba eliminada, reemplazada por el eufemismo “reubicación”: los diez peores del torneo de “primera” de la parte inicial de la temporada disputarían una competencia denominada Torneo Reubicación durante el segundo tramo del año competitivo con los diez mejores de la segunda categoría, y los diez peores de ese torneo jugarían en la segunda categoría al año entrante. Mucha movilidad y la eliminación de los promedios (un largo reclamo de los medios) caracterizaban un sistema que, además, desdramatizaba el descenso porque, quizás sin quererlo (difícil de todos modos saber que pasa en la corte del Rey Julio), la idea continuaba con el blindaje hacia los grandes que había impulsado Grondona cuando implementó los promedios: y cuando los grandes no peligran, el ruido y el drama mediáticos son mucho menores, casi inaudibles. Si aquella creación ad-hoc fue bastardeada por favorecer a los equipos capitalinos, que difícilmente realizaran tres malas temporadas (finalmente se dio), mediante este nuevo método AFA se aseguraba que los cinco equipos que venden diarios y avisos de televisión, para descender, tuvieran primero que quedar entre los diez peores de “primera”, y algún denominado grande puede, hoy por hoy, quedar ahí; pero luego debían clasificar entre los peores diez en una competencia contra diez equipos del ascenso...

Fueron los clubes, y no un Grondona que continúa intentando desligarse del espinoso tema, los que le bajaron el pulgar al torneo soñado por Russo, demasiado complejo y rebuscado. Porque tras todos estos frankesteins, se imponía una pregunta: ¿por qué se resiste el fútbol argentino a una organización sencilla, lógica? Se trata de uno de los pocos torneos de elite (si es que seguimos siendo de elite) en el cual se disputan torneos cortos, además de uno de los únicos campeonatos en el mundo en el que se utilizan los promedios, ese complejo sistema que castiga a destiempo. Un torneo por año, largo, sin promedios ni promociones: la absoluta justeza del lógico formato quitaría algo de ese dramatismo por no descender cimentado en cálculos y especulaciones, y el resto es adjudicable, básicamente, a una sociedad excitable y exitista donde el fútbol ha reemplazado la discusión política y moral.

En un nuevo paso contra la sensatez, se anunciaron ayer las “modificaciones” al torneo de AFA: permanecen los torneos cortos, también quedan los promedios… Solo se eliminan las promos: habrá tres descensos, dos por promedio y uno según la tabla general. Una mezcolanza que sigue complicando la vida del hincha, justo cuando se acostumbraba a la calculadora: ahora, además, debe ingresar en los cálculos que, si quien desciende en la general también lo hace según la tabla de promedios, se liberaría un cupo. ¿El nuevo cupo perjudicará a un equipo comprometido en la tabla anual o en la tabla de los promedios? No ha sido aclarado. Los clubes, y no El Padrino, votaron este híbrido, y eligieron el formato de los torneos cortos porque, si bien desjerarquiza la competencia y el campeón, da más chances de campeonar a los equipos, sobre todo en esta realidad donde tres o cuatro triunfos hilvanados te depositan en la punta. Don Julio, dice él mismo, hubiese preferido un torneo largo. “Un torneo largo con dos campeones”, dicen, absurdamente, desde AFA, los defensores de los cambios que se implementarán desde XXXXXXXXXX, aludiendo quizás a que los cupos para las copas y dos tercios de los descensos sí se decidirán acorde a la lógica de un torneo largo.

COPA ARGENTINA

La conservadora medida tiene apenas dos aristas que puedan considerarse positivas. Además de la eliminación de las promociones, verdaderos festines del morbo que llegaron a su punto culminante en el partido revancha entre River y Belgrano (siempre hace falta que caiga un grande para que se anoticien los dirigentes), se decidió que la Copa Argentina reparta un cupo directo (no un repechaje) para Copa Libertadores, en lugar de un cupo para la Sudamericana como en la actual edición. La primera versión de la Copa Argentina fue lanzada de apuro, para acallar las voces opositoras del interior, y quedó clarísimo que el abultado premio económico no fue suficiente para incentivar la participación de los equipos. Todos, sin excepción, pusieron en cancha cuando menos con un mix, y partido tras partido ningunearon la competencia tanto los clubes como los hinchas: canchas vacías en su mayoría, ratings bajísimos y la consecuente pérdida de platita obligaron al replanteo. Ahora, con un cupo de la máxima competencia deportiva sudamericana en juego, quizás se jerarquice una competencia que, al estar tan bastardeada, no impulsa a ningún club a esforzarse por campeonar. Una derrota en Copa Argentina, después de todo, no molesta mucho; una victoria, sin embargo, obliga a viajar en un par de semanas a algún lejano rincón de la patria para jugar 90 minutos y pegar la vuelta cansado a disputar los encuentros que importan de verdad.

Porque, además del casi escaso premio deportivo, la Copa Argentina no resulta atractiva a nadie al obligar a  dos clubes, a veces incluso dos equipos de la misma provincia, a realizar absurdos traslados en nombre de la federalización. Que Boca, que River llenen una cancha en Jujuy con entusiastas hinchas que nunca vieron a los clubes “grandes”, resulta hasta lógico: después de todos, los medios nacionales son los medios de capital, y han diseminado por esta Argentina siempre unitaria la fama de los supuestos grandes y sus estrellas por todo el país con sus tiradas. Pero, ¿qué van a hacer Gimnasia y Tigre a Catamarca, un martes a las 10 de la noche? Aquel despropósito (y hubo varios similares) resultó una invitación a ningunear la copa. Se habrá recaudado, en concepto de entradas, apenas lo suficiente para comprarle unos patis a los chicos de la cuarta que se animaron a viajar hasta allá y jugar un rato en una competencia con mucho aire de amistoso de pretemporada.

El modelo a copiar resulta, sin dudas, la FA Cup. Los cruces se sortean, también las localías. Los viajes al interior del país no son gratuitos y absurdos, sino que tienen como objetivo que los clubes del interior, generalmente menos poderosos, vivan jornadas históricas contra los grandes, se hagan fuertes en sus canchas, y se reflote así el folclórico mito del reducto irreducible. No es lo que sucede cuando Ramón Santamarina juega con Boca en Salta o River enfrenta a Sportivo Belgrano en Catamarca. “No creo que esa sea la esencia de la Copa Argentina. Aunque estoy seguro de que alguien se beneficia, y no es precisamente el federalismo puro”, escribió Osvaldo Wehbe en su artículo “La Copa de la Argentina unitaria”. “Cada una de las ciudades en donde están los estadios a los que van a jugar los equipos tiene buenas relaciones políticas deportivas. Y la Copa Argentina ya es un tráfico de favores para gobernadores e intendentes”, sentenció. Se trata, más allá de la intromisión política, de una falsa federalización basada en la exportación del centro a la periferia, de la venta de los productos capitalinos (River, Boca) al interior, antes que del intercambio cultural democrático. Como es un buen negocio llenar la cancha con el producto capitalino, nadie se queja de seguir siendo sometido culturalmente desde las estructuras.

En AFA la postura reinante es la de contentar a todos. Cuando la opinión pública pide que se terminen las promociones, desde Viamonte sale un parche que las liquida. Cuando desde la prensa se exigen modificaciones en los torneos, los clubes votan aplicar un poco de maquillaje. Solo así, con ese falso consenso público, puede continuar el negocio. No son muchos los que han planteado el absurdo de los viajes en la Copa Argentina; sí son muchos (o muy poderosos) los que los defienden. La gente de Gimnasia, por ejemplo, se quejó por el viaje a Catamarca, pero encontró la resistencia de una provincia que quiso beneficiarse del supuesto turismo que convocaba aquel encuentro: es este el argumento fuerte a favor de las canchas neutras (y los feriados puente). ¿Pero conviene sostener esta noción a todas luces falsas de un interior del país reactivado y unido por el turismo de una competición futbolera, en detrimento de la competencia misma y su esencia folclórica y federal? ¿O es que la prioridad ya ha dejado de ser, tan rápidamente, el torneo?

Agota la repetición de conceptos y críticas. Se torna repetitiva hasta la bajada de línea este constante machacar con lo mismo. Para no continuar, remitimos a los artículos anteriores al respecto de este tema que hemos publicado, que quizás puedan profundizar sobre algunas ideas tratadas aquí. Después de todo, permanecen actuales porque, aunque algunas cosas se modifican, cambian para que nada cambie.

miércoles, 25 de abril de 2012

Lloran hasta la ceguera

Lo del Olé se ha puesto insoportable. Prometemos profundizar este concepto livianito en los próximos días pero la tapa talibán y absolutamente retrógrada indigna.

Ocurre que en su creciente campaña militante de re-dicotomización del fútbol, la derrota del Barsa no significó una mera derrota, "que podía pasar" como ellos dicen y, después de todo, no resulta el fin de nada, sino una derrota simbólica, ideológica. Su reacción inmediata, como ocurrió ante el descenso de River que propulsó una increíble campaña de re-jerarquización del Millo (este tema será tratado en los próximos días), fue atacar a sus enemigos invisibles, cargarles la culpa moral de festejar la derrota ajena a quienes ellos han situado en el lugar del "anti", del "no", la otredad pura y malvada: parece un debate de siglo XIX, pero no, es actual.

El ataque visceral a los fantasmales enemigos minimiza el propio debate, si reviste de algún interés, si el fútbol pasa por este tipo de discursos mediáticos y no por cuestiones del juego, al simplificar al enemigo a la mínima expresión, al convertirlo en el depositario de todos los males. A través de la misma lógica reduccionista se ha atacado el "juego pragmático" del Real Madrid, el equipo más goleador de la Liga por mucho (y también el campeón por anticipado, pero no hablemos de resultados que varios se enojan: parece que el objetivo de este espectáculo superprofesional y de millones de euros es divertirse) y se recargan las tintas ahora sobre un Chelsea que, a partir de sus limitaciones, y de bastante culo es cierto, armó una resistencia valiosa desde los nombres y desde el panorama absolutamente desfavorable que se fue dando (2-0 abajo con un tipo menos). Los de Londres llegaron al empate y Barcelona, con mucha posesión, generó muy poco. Hay mérito del Chelsea, y además un obviado y craso error del Barsa, que cayó en la trampa, que nunca tuvo variantes.

Es que el culé 2012, lo quiera ver quien lo quiera ver, no es ya el de antaño. La segura salida de Guardiola viene seguramente por el lado de un desgaste, emocional (también allí un desgaste dado por lo mediático, por la confrontración y la presión constantes) y también por la lógica del tiempo. fue en gran parte por responsabilidad propia. Este Barcelona no fue el de la temporada pasada, se lo noto cansado, menos claro, cambio muchas veces de formacion, y no solo no salia el equipo de memoria sino que desde el banco no aparecian las soluciones. Y ademas de todo esto, es claro que la presion de mantenerse siempre arriba desgasto mentalmente al plantel, consumido por la presion y sin ese instinto asesino que lo caracterizo durante 4 años en los momentos mas o menos dificiles que tuvo (decimos mas o menos porque casi ni sufrio en su magica carrera a la cima). Una trampa rara vez efectiva, la de abroquelarse atrás, fue muy eficaz contra este equipo falto de pimienta y muy messidependiente, y cuando se apago Messi el Barsa perdio o empato: mucho antes de Chelsea, estuvieron los puntos perdidos en la Liga que le permitieron al Real sacar 10 puntos de ventaja, para despilfarrarlos y darle a la audiencia una especie de espejismo de partido definitorio en el clasico. Y tres dias despues de perder, en casa, el clasico y las chances de Liga ante un Real Madrid que fue muy superior esta temporada y, sobre todo, que tiene el hambre que el Barsa ha perdido temporalmente, enfrento a su bestia negra, el Chelsea de Cech, el unico portero que puede con Messi, el Chelsea del titanico Drogba, un equipo con mucho coraje, con bastante oficio y ademas, con mucha suerte: porque en la revancha, el Chelsea se descontrolo, perdio un jugador, se encontro dos goles abajo y no solo pudo embocar al Barsa a traves de una contra que desnudo las falencias defensivas que ha mostrado toda la temporada el blaugrana, sino que encima, despues de dar un penal y ser salvado dos veces por los palos, consiguio empatar el encuentro, como para dar el tiro de gracia al pasmado publico barcelones, acostumbrado a una era, como anuncia el titulo reconocidamente ironico del libro de los intelectuales del Barsa, “cuando no perdían nunca”, ahora frente a una temporada donde apenas les queda el premio consuelo y donde perdieron sus titulos en manos, nada menos, que del clasico rival del cual se rieron durante cuatro años.

Supo ser perfecto el blaugrana. Esta temporada mantuvo un alto nivel ofensivo, pero defensivamente se lo vio flojo, demasiado lejos los mediocampistas que antes parecian reproducirse y no perder nunca la pelota, demasiado distraidos los defensores para tirar el offside, perdiendo siempre mano a mano. Siempre hablando de niveles de exigencia muy altos (y el contexto, no hay que olvidarlo, es el de las semis de Champions) perdio el equilibrio: ataco mucho para defender, cuanto menos, peligrosamente. Y pago no solo con el Chelsea: pago con el Madrid y con varios equipos en la liga. Con todo, con la suerte de su lado, se hubiera convertido en finalista. Pero este año no era el del Barsa, no estaba ni animica ni futbolisticamente iluminado, para colmo ensombrecido todo por los rumores de fin de ciclo Guardiola: porque mas alla de la suerte, debio ganar en la ida frente a Chelsea y perdio, y en la vuelta le marcaron dos tantos 11 contra 10...

Como vemos, la militancia extrema reduce la realidad a expresiones insignificantes que sirven muy bien para etiquetar y contentarse con la posición ideológica propia, pero muy poco para analizar los matices complejos de la realidad. Por supuesto, sirven también para vender, apelando desde las posiciones reconocibles, estereotipos, bandos, buenos y malos, etc., a la sensibilidad fundamental de un mayor grupo de consumidores que si el debate se centrara, seria y profundamente, en el juego. En ese caso, la eliminación de un equipo desgastado quizás no hubiera resultado noticia tan inesperada (aunque es cierto que lo de Chelsea linda con el milagro) y seguramente no hubiera ocupado la tapa de un diario deportivo argentino: la apropiación del estilo del Barcelona, convertido sin explicación en un ejemplo de "la nuestra", hizo de un acontecimiento del deporte para España e Inglaterra tema de tapa en Argentina. ¿La razón? Olé ha centrado hace rato el debate eterno y estúpido del estilo en el fútbol del extranjero, alcanzado por la globalización y la imposición de la agenda de los medios internacionales. Y es un mal perdedor: la derrota no le llevó al análisis, al replanteo o a la mera crónica, sino a la acusación contra un enemigo invisible, un monstruo que, como todos los monstruos, son creación propia, el otro, el miedo a lo desconocido. Mejor quedarnos en nuestro reducido recinto con un montón de excusas con olor a vencimiento, que salir a ver lo que efectivamente existe afuera.

domingo, 22 de abril de 2012

Cosas que pasan cuando las cosas andan mal



Cuando “las cosas”, ese concepto intangible con que el periodismo designa todo y nada, salen bien, ponés a Alayes a marcar a Palacio y el Flaco lo borra de la cancha. Pero cuando el rumbo viene torcido... Te ganan todos los rebotes. Te clavan cuando estas jugando mas o menos bien. Te clavan además en momentos clave: cuando arranca el partido, o cuando arranca el segundo tiempo, o cuando estás por empatar. Te clavan sin quererlo casi: te clavan porque te mandas una cagada, o les haces un penal o un tiro libre, o porque te ganan todos los rebotes. Eso: te ganan todos los rebotes. Cuando las cosas andan mal, pareciera que astros y piernas torcidas y palos malditos y mentes obnubiladas conspiran contra la victoria.
PRESENTE

Pero no se trata de mala suerte, no: sin deslindar la ausencia del favor de la diosa Fortuna en los últimos encuentros (Rafaela, Colón y Belgrano marcaron con rebotes y con dos o tres llegadas), que también supo venir y darnos puntos y sueños, y que ahora se va y nos deja rabietas, estos supuestos conjuros de la suerte son en su mayoría sintomas.


De un Estudiantes dormido hasta que le mojan la oreja, siempre reaccionando. De un Estudiantes que marca desequilibrado, y por ende comete demasiadas faltas cerca del área, donde generalmente se da el desequilibrio, el quiebre del rival que desnuda los huecos defensivos, tácticos en principio pero también frutos de desatenciones y falta de intensidad para retroceder.

Síntomas también de un Estudiantes que defiende las pelotas paradas con miedo, metiéndose solo contra su arco. La propia tension que se impone le limita la reaccion para la segunda jugada. El retroceso temeroso, ese mirar la pelota con pánico mientras sobrevuela, ubica a la defensa muy cerca de Andújar, provocando a) el error de un golero desprotegido que se encuentra con una multitud merodeando el area chica; b) que cualquier pelota que quede boyando, que no sea despejada satisfactoriamente (por la desesperación, por la falta de claridad) sea medio gol.

Si este análisis le parece algo caprichoso, una generalización apresurada o una narrativa sin basamento real, solo tiene que ver los goles que le convirtieron en las últimas tres fechas a Estudiantes: Belgrano marcó dos goles de rebote de pelota parada (uno con complicidad de Andújar), COLON??? y ayer, Rafaela conquistó su tanto tempranero tras una salida mala de Andújar y dos rebotes dentro del área. El segundo fue un golazo, sí, pero la defensa estaba, otra vez, demasiado retrasada, abriéndole el espacio para el tiro a Fissore. Como en el básquet, cuando se cierra la zona se tira de afuera: Rafaela tuvo apenas esta lucidez en el partido, casi instintiva, a pesar de lo cual marcó tres tantos. Estudiantes recibió siete goles en estas tres fechas de la debacle (y no incluimos a Boca, rival de fuste que generó que el Pincha caiga en su trampa) y los que pateaban contra su arco no hicieron mucho más que tirar bochazos y oler por oficio las hoy indisimulables falencias del equipo en defensa. Falencias que, encima, ahora se encarnan en los jugadores, que son un notorio manojo de dudas.

Entonces, el cambio de esquema termina por resultar una anécdota. Era acertado intentar soltar a Enzo: en lo concreto, pareció que quizás Mercado, o mejor aún Modón, eran más equilibrados para marcar por la banda q ue un ausente Mariano González. Jara se bancó el laburo y sin desequilibrar terminó siendo desequilibrante: dos centros suyos sirvieron para sendos descuentos. Pero todo terminó siendo irrelevante ante ciertas fallas estructurales de arrastre, y también el creciente desconcierto. Falta un rumbo claro, un plan en el que se crea aún en la adversidad: los jugadores ya no sienten el libreto del Vasco, previsible y lento en el ataque, largo entre las líneas y por ende bastante desprotegido, un equipo cada vez más partido, a medida que la intensidad decae por el cansancio y la falta de fe. Hay aún respuestas animicas, al menos por momentos, cuando no hace mella la frustración por chocar siempre contra los jugadores y los planes obvios del rival (en estas tres fechas no nos han ganado equipos cerebrales y estrategas sino autitos chocadores regularcitos). Además, a pesar de que casi no hay posesión de calidad -fluida, profunda y sorpresiva-, el equipo de Azconzabal es muy peligroso: marcó cinco tantos en los últimos tres encuentros, una gran marca que muestra que hay vías posibles a la victoria y hay jerarquía para concretarlas. Pero no alcanza, por cuestiones relativas a la suerte, a errores puntuales, y a la impúdica desnudez de los problemas defensivos de Estudiantes: sencillamente no consigue defender los tantos conseguidos. Los contrarios lo olfatean y lo buscan, y lo encuentran.

FUTURO

Pedir que el replanteo necesario implique un corte de cabeza, insistimos, no tiene sentido. ¿Quien llega si se va el Vasco? Y además, ¿cual es el proyecto? ¿Mantener a este caro plantel, incluidos varios prestados a traves de nuevos prestamos que generen una importante descapitalizacion y mantienen un plantel de jerarquia? ¿O aprovechar estos meses de transicion y apostar por los pibes y los jugadores que si pertenecen al club? ¿Un mix entre ambas, quizas? Se deberá elegir un DT acorde a la respuesta, pero a partir de junio: antes seria una paparruchada, significaría continuar con la política irreflexiva que llevó a Estudiantes a quedarse en los últimos dos torneos sin entrenador (Berizzo y Russo no terminaron siquiera un torneo), y descabezar el equipo con apenas 8 fechas por delante. Habrá que plantear que en la austera realidad, además, quizás sí sea Azconzabal el indicado para seguir al frente (si es que aún tiene banca en el seno de un plantel con soldados al borde de la rebeldía: así son los equipos acostumbrados a ganar). Porque hoy pareciera que todo es un desastre, pero ayer nomás hilvanó doce al hilo sin perder, además de encarar la necesaria renovación del plantel. ¿Puede o no seguir creciendo el Vasco, afrontar compromisos más importantes que salir de la mala y ordenar el vestuario? ¿Puede o no Estudiantes bancar, como pidió la Bruja, el crecimiento del juninense? Si el objetivo desde junio es pelear un título, a la vista de los resultados pareciera necesario apostar por otro nombre, siempre teniendo en mente que ningún DT, ni siquiera gente proba como Miguel Russo, han garantizado nada. ¿Pero si la idea del club es otra?

Por supuesto, la posibilidad de continuar dependerá necesaria y directamente de una mejoría en el andar futbolistico: así, y esto es una certeza, no se puede jugar ni para pelear un título ni para sumar para las copas, despilfarrando los goles convertidos, un plantel enorme y las muchas posibilidades que da el torneo ante rivales bastante pobres e inofensivos. El futuro del Vasco está escribiéndose en estos partidos, aunque esto no implica que deba escriturarse su final ahora sino, acorde al proyecto esbozado cuando asumió, que se haga un balance al finalizar el torneo. Este llamado a la coherencia (para nosotros un llamado a la cordura) no lo hacemos por consideracion a un historico, sino por conveniencia de una institucion necesitada de estabilidad: mejor pensar y preparar en todo caso un cambio desde ahora, que dar un intempestivo volantazo y terminar, otra vez, improvisando el camino.

Los sueños de título se alejan, las derrotas se acumulan y el colchón de puntos se afina. Las cosas andan mal. Pero es entonces el momento del análisis, de la calma y del empuje. Y no del desorden y la locura: Estudiantes no puede, futbolísticamente, institucionalmente, confundirse, perderse, desesperar y que lo claven de rebote, de chiripa, por dormilón o por dubitativo: sería el equivalente a un carísimo gol en contra. Más vale cuidar el arco propio y terminar empardados que perder por errores propios.

domingo, 15 de abril de 2012

Un deslucido Estudiantes arañó el empate por la Gata

Para Sentimiento Pincha

Estudiantes apenas arañó un punto, como local ante un rival mediocrísimo y luego de ir ganando. Por supuesto que una tercera derrota al hilo, segunda como local, hubiese significado casi una debacle, causante de una de esas semanitas donde se prende fuego todo y de las que resulta difícil volver. Incendio que, a fin de cuentas, sin ideas, pudo evitarse con oportunismo, las apariciones de la Gata que empujaron anímicamente a Estudiantes y el golazo de Boselli, que sigue demostrando sus condiciones y su capacidad de resolución en momentos calientes. Se empató, y sobre la hora, y entonces algo es algo. Pero algo es poco: Estudiantes repitió problemas, despilfarró nuevamente el divino regalo de divina definición felina gracias a un segundo tiempo absolutamente deslucido, y permitió que un equipo inofensivo y sin mucha actitud, casi sin quererlo, le virara el resultado.

El trámite en el primer tiempo fue parejo, por la falta de variantes para atacar de dos equipos muy lineales, repetidos en un previsible abrir la cancha y centrar muy fácil de prevenir por parte de las defensas. Algunos jugadores rompieron el molde, y así llegaron las chances, un par de jugadas de riesgo por el costado de Iberbia para Colón (Graciani marró un mano a mano inconcebible), y otro par de jugadas para el local, cuando los habilidosos de Estudiantes, Pérez y Fernández, consiguieron sacarse un tipo de encima y romper el embudo. Poco hubo para comentar en el primer tiempo, salvo que al extinguirse un pelotazo de Andújar que le caía mansito a Garcé fue peinado de prepo dejando a la Gata, a espaldas del alfajorero mundialista, solito solito. Exquisito Fernández, tiró una vaselina que ingresó hermoso, bien despacito, con mucho suspenso.

Y entonces hubo entusiasmo: no pudo ser más oportuno el gol, para irse exultante a los vestuarios y armar una estrategia para, en estos tiempos de necesidad, resistir. Pero no: por enésima vez en el torneo, el equipo del Vasco desperdició la ventaja, ingenuo en la marca, lento para a segunda jugada quizás porque, falto de calma y confianza, termina metiéndose en cada centro abajo del arco. Estudiantes sigue chocando con la misma piedra: otra vez entró dormido a la segunda etapa, no se asocia en un mediocampo muy esquemático y demasiado lejos de los de arriba, y además recibió 4 goles casi idénticos, síntoma de los mismos errores, en los últimos dos partidos. La defensa, es cierto, no puede repetir alineación y sufre por las bandas la falta de marca de sus volantes y algun déficit por izquierda. Ahora, además, se la nota dubitativa, estática, y el manto de dudas ha cubierto hasta al mismísimo Andújar, antes candado garantía de seguridad y hoy también él inseguro.

El Pincha, en rigor, no reaccionó hasta las instancias finales del encuentro. Antes chocó, sin variantes, fue, pero sin convulsionarse. El equipo está notablemente falto de confianza, frustrado por su propia falta de respuestas. Lo despertó del sopor la Gata Fernández, figura excluyente, que en los últimos 10' fue para adelante y empujó al equipo a posición ofensiva. Y cuando todo era más ímpetu que ideas, y el reloj del Estadio, calvado en 45, indicaba que se jugaba el descuento, cayó un centro de Enzo Pérez, quirúrgico en el envío, y un cabezazo mineiresco de Boselli, de pique al suelo saltando más que todos, decretó el empate. Claro que se gritó. Para sacudirse la mufa en un día funesto para el cabulero público pincha (el segundo que le toca vivir en un mes), pero no para olvidar no sólo que ha bajado el nivel individual, la concentración grupal y la solidez del equipo, sino que además se mantiene la escasez de ideas de calidad y claridad para asociar jugadores, quebrar la línea y atacar agrupados y punzantes.

Se dice fácil, claro. No debe olvidarse el pantano en que se encontraba el Pincha antes de Azconzábal y de loce invictos que hilvanó de la nada. Pero dos derrotas al hilo más un empate de local ante un rival accesible, con la potencialidad de quedar a siete del líder al finalizar la fecha, obligan a cambiar las cosas. En principio, no haber sacado a la Gata Fernández por una vez fue una modificación más que saludable al libreto habitual del juninense que pagó sus dividendos cuando la noche platense se iba, dejando mucha preocupación y ceño fruncido. Tiene que cambiar, Estudiantes: pero así, por lo menos, se afrontará el muy necesario replanteo con más calma.

miércoles, 11 de abril de 2012

¿Dónde está Estudiantes?

Para Solos Contra Todos




El Pincha de Azconzábal insinuaba más. Ganaba sin jugar bien, había cierta solidez y mucha convicción, y todavía a la espera de la aparición de sus figuras máximas (Enzo Pérez, Verón, la Gata) estaba puntero. Y de repente, lo desnudaron y le pincharon el Globo.

¿Cuál es el verdadero Estudiantes, el de los 12 invictos o el de las dos derrotas consecutivas con muchos signos de interrogación? La respuesta, a riesgo de caer en el análisis tibio y trillado, es ambos. El Estudiantes perdedor estaba oculto allí, en las victorias que matizaban los errores defensivos, en cierta fortuna que disimulaba la falta de inventiva para crear caminos al arco rival. Estudiantes, el de las siete fechas primeras y la punta, tuvo muchísima actitud para tapar agujeros, fruto de una profunda convicción en este equipo de campeones y hermanos.

Bueno, un golpazo de un Boca inteligentísimo alcanzó para crear incertidumbre. Y eso fue lo que se vio ayer en la cancha: un equipo frustrado por equivocar el camino, con muchas dudas, que terminó dividido. Faltó intensidad porque faltó fe en el plan delineado desde el banco.

BELGRANO

Estudiantes viajó a Córdoba para visitar un reducto históricamente complicado y un rival que, sin lucir, supo realizar una buena cosecha durante esta temporada. Pero el Belgrano preocupante en la previa no jugó el partido. Y sin hacer demasiado, el Pincha avisó un par de veces con una Gata que parecía despierta, encontró un gol de arranque (testazo de centrodelantero de Boselli, amigado con el gol y siempre solidario para luchar y pasar) y se acomodó para jugar tranquilo y aprovechar los trancazos de Enzo y Mariano González.

Pero nada de esto ocurrió. Porque si bien el rival no inquietaba nunca y mostraba enormes falencias en la marca, el equipo del Vasco también parecía falto de intensidad y atención. Cuando el periodismo dice erróneamente que el fútbol de hoy suele no tener demasiada explicación para el resultado, se refiere a estos partidos: pelota prestada, rumbos confusos para atacar y muchos huecos. Así se fue el primer tiempo, con casi nada para destacar de un Estudiantes que insinuaba arriba sin concretar y lucía algo desatento para la marca y la segunda jugada, y un Belgrano sin demasiadas ideas.

Estudiantes se ubica en la cancha para ser protagonista, pero esa decisión se fue diluyendo a medida que las ocasiones quedaban en la nada: con el centro de la cancha fracturado por la posición retrasada de los cincos y la falta de sorpresa de los volantes, atados a las bandas, el equipo se dejó marcar hombre a hombre sin rebeldía y un Belgrano apático le tomó la mano arriba. Nunca el equipo se hizo cargo de un partido que a todas luces tenía entregado.

El modo en que salió el equipo pirata a la segunda mitad así lo evidenciaba: el Pincha presionó casi por obligación y durante cinco minutos le cayeron todos los rebotes. Belgrano estaba grogui. Pero Estudiantes seguía sin claridad ni picante, atacando enmarañado, previsible, algo lento para aprovechar los múltiples yerros de la defensa cordobesa. Para colmo, comenzaron las señales de fastidio de un Enzo Pérez demasiado atado a la banda, obligado a un rol secundario que no le gusta ni conviene, y de la Gata Fernández, incapaz de encontrar socios para romper la franja central. Le faltó convicción a Estudiantes para pegar en ese momento y preparar la fiesta. Y entonces, en medio de la frustración y las chances despilfarradas, casi sin buscarlo, por ley del fútbol, Belgrano embocó un golcito, de rebote, de pura confianza en aprovechar la segunda jugada ante un equipo cada vez más estático. Y empujado por su gente fue, y así lo ganó, sin que se le caiga una idea a nadie, pero con deseo, ese que le faltó a un equipo algo cansado, carente de fuerza.

BUSCAR

Nos ilusionamos. Nos acostumbramos otra vez al Estudiantes ganador, y fuimos muchos, incluido quizás el técnico, quienes minimizamos los errores en el análisis y nos subimos acococho de la algarabía. Pero en apenas dos partidos la ilusión se ha desplomado y el Pincha parece haberse extraviado: ahora aquel Estudiantes victorioso, de repente, parece lejano y nos subimos al autito chocador de la derrota.

Nada es tan extremo, como suele rezar la casetera frase, ni antes éramos unos fenómenos ni ahora unos crotos. Es cierto: Estudiantes dejó pasar un tren más para alcanzar la meta de todos, que no es la de exigir un título sino la de pelear arriba. Y si Boca le ganó bien, la exposición de las falencias defensivas y previsibilidad ofensiva que hizo el Xeneize el domingo pasado evidentemente hizo mella en el ánimo de un equipo que, por primera vez, lució cansado, algo deprimido, buscando explicaciones sin encontrar respuestas. La solución tampoco la tienen en el banco, que no sólo no realiza cambios que revolucionen el partido: además no ha sabido leer las señales de tormenta en tiempos de victorias, y ahora tiene que trabajar en la semana con dos derrotas y muchas dudas en el lomo.

Pero vale también la aclaración: si en el Estudiantes ganador se ocultaba esta versión desnudada por el equipo de Falcioni, una versión inconstante e impotente, también, es obvio, en este equipo está el germen del Estudiantes que supo andar invicto por el torneo. Estudiantes debe volver primero a esa versión extraviada en Córdoba que a pura garra disimulaba los errores. Para eso es necesario convencer a los once tanto del objetivo final como del modo en que se busca ese objetivo. El Pincha tiene buscar el cómo, porque tiene con qué: hay material con mística y compromiso, hay dos ases esperando volver y hay jugadores lejos de su nivel, afectados quizás, es cierto, por las falencias del andamiaje táctico ofensivo. En este sentido, estas dos fechas han sido un fuerte llamado de atención. Es un desafío para los jugadores no caer en el fastidio, tanto como lo es para el técnico salirse de su libreto demasiado previsible y buscar variantes, además de intentar otra vez tocarle las fibras íntimas a sus dirigidos. No queda demasiado torneo, y sin tirarse de los pelos es hora de reconocer que han sido 9 fechas sin brillo y con problemas que deben subsanarse para conseguir el objetivo.

miércoles, 4 de abril de 2012

Los adelantados

La ciudad de La Plata tuvo el honor ayer de ser anfitriona del primer Campeonato Mundial de Picadita Sillonera. El novísimo deporte consiste en patear una pelota de goma livianísima desde una distancia determinada y conseguir que ésta se deposite en el sillón, siendo lo más complicado conseguir que el rebote en los almohadones no genere la caída del balón. Debido a que todavía se trata de un deporte sin popularidad, apenas se presentaron a la competencia dos contendientes, en lo que fue a la vez partido inaugural y final: se enfrentaron Montoneville, comunidad nómade, y Pepolandia, un país que ha sufrido recientemente el exilio. El encuentro estuvo lleno de chicanas y picante entre ambos representantes, pero lo que le faltó fue paridad. Ocurrió al revés de lo vaticinado por los medios que cubrieron el match: el representante de Montoneville, que viene de realizar una durísima pretemporada consistente en caminar por toda Europa pateando una pelotita, sucumbió ante el gordito de Pepolandia, que sufrió un esguince de tobillo en la previa y aún así decidió participar heroicamente para no desilusionar a su patria. Toda competencia de este calibre tiene su épica.

El modo tradicional de golpear el balón en Picadita Sillonera
¿Cómo consiguió el pepolandés, un seudo-Obelix con el tobillo del tamaño de la pelota que tenía que colocar en el sillón, para vencer al mejor, más apto físicamente y más técnico equipo de Montoneville? Lo que ocurrió es que en la tierra gitana, de gran tradición hincha-pelotaris (como se llama a este juego en la región vasca), son muy celosos con el cuidado de la técnica de ejecución, y dispararon siempre del modo clásico (un golpe seco, cortado, para que el efecto en el sentido de las agujas del reloj frene el balón al golpear un almohadón), que da gran dificultad al deporte. El muchacho de Pepolandia, tras varios disparos tradicionales, observó que que aquel modo no funcionaba debido a la fuerza necesaria para elevar el balón para que caiga en el sillón, inevitablemente ocasionaba que rebote. Se sabía en desventaja física y observaba atento, buscando una manera alternativa de impactar la pelotita amarilla y alcanzar la victoria. Con gran inteligencia intuyó que una vía inexplorada debía funcionar, y decidió valiente cucharear la pelota. El resultado fue inmediato: la pelota cayó mansita sobre el almohadón ante la mirada atónita de los de Montoneville, que enseguida se lanzaron a la protesta. Que es ilegal, que no vale, que así cualquiera, espetaron. Lo cierto es que el inexistente reglamento nada decía sobre la técnica de ejecución (ni sobre ningun otro aspecto del juego, por cierto), y por tanto el juez convalidó, reticente también él a lo desconocido, la conversión.
Montoneville continuó pateando del mismo modo, con magros resultados. Pepolandia, mientras tanto, convirtió uno, dos, tres, cuatro tantos más, los tres últimos consecutivos, ante la queja de Montoneville, que tras denunciar la supuesta ilegalidad reprochaba ahora la inmoralidad de la técnica. “¡Anti-picadita! ¡Resultadista!”, le gritaban desaforados los gitanos, creyéndose jueces impolutos y ganadores morales, horrorizados ante cada ejecución antiestética, y para colmo de su irritación efectivísima.
La cucharita, una revolución
El partido continuó su lógico rumbo cuando, ya 5-0 abajo, sucedió lo que era a la vez impensado y coherente con la historia del mundo: Montoneville, como todos quienes han denunciado tretas ingeniosas como inmorales, terminó humillado cuchareando la pelota ante la mirada impávida y posterior abucheo de los gitanos en las gradas. El final de aquel disparo fue lógico: Montoneville marcó su único tanto con la cucharita, antes de que el árbitro diera por terminado el pleito. El tiempo se había acabado, pero además la técnica del ingenioso participante de Pepolandia facilitaba tanto el juego que daba en el ambiente una sensación de “fin del Picadita Sillonera”, que se confirmó cuando, reunidos horas después, el Comité General de la ICVF (International Couch-Vasselin Federation) decidió cancelar la práctica internacional del deporte por haberse vuelto, tras el histórico match, demasiado fácil y poco competitiva.

La historia está llena de sujetos marginales, considerados locos por sus creencias e ideas que, demasiado adelantadas para la época, luego revolucionaron el mundo; también de sujetos hegemónicos, enquistados en la tradición, que tras insultar y condenar lo desconocido terminaron rendidos ante la evidencia y, en silencio, humillados y hasta negándolo, utilizaron lo que anteriormente rechazaban por vil e inmoral. Pepolandia repitió el pasado y convirtió la breve historia de un deporte imaginario en una página épica, heroica, de la resistencia y de la gloria de un equipo que luchó contra los prejuicios, contra los rivales, contra todo, y aplastó a su rival y a la tradición en un solo movimiento subversivo, revolucionario, que cambió para siempre a la Picadita Sillonera e insipiró a la juventud a superarse y luchar.

martes, 3 de abril de 2012

Las limitaciones

Para Solos Contra Todos

Culminado el partido de ayer, preponderaban dos comentarios desde el sentido común y la calentura: que Boca había ganado con suerte, convirtiendo de arranque y a la segunda, y que contra los mufas que llenan la cancha contra los grandes y terminan nerviosos y puteantes, no se puede. Bueno, la segunda situación genera fastidio pero no es responsable en modo alguno. En cuanto a la primera, merece un mejor análisis para no caer en los lugares comunes que insisten con hablar mal de un campeón que llegó al título con varios puntos y fechas de sobra y un invicto envidiado por muchos defensores de la inspiración.

Porque Boca no ganó en modo alguno de casualidad. Planteó exactamente el partido que jugó, defendiendo con cuatro más Somoza y con la línea media bien ordenada y solidaria, paradita en mitad de cancha y saliendo rápido de contra, para aprovechar el aguante del uruguayo Silva con pelotazos y la salida de los rapiditos de Boca, suplentes en el Xeneize y titulares hasta en Europa.

La propuesta del equipo de La Ribera fue de esas que cuando se empata o se gana apenas se etiquetan de pijoteras, pero ayer se vio que cuando las cosas salen y los jugadores se convencen, sale perfecto: la salida de Riquelme, también la de un Clemente que desordena, le sirvió al equipo para descomprimir y para intentar un planteo más sólido, y a Boquita entonces le salió, exactamente y también perfectamente (se encontró en ventaja en la primera, desconcentración y error de una defensa con muchos problemas cuando le mueven la pelota de costado a costado; y con un gol arriba, los espacios para la contra aparecieron naturalmente, ayudados por un desorden generalizado defensivo y un medio sin quite ni retroceso). Boca hizo lo que quiso hacer. Y en el mismo movimiento, no dejó hacer a Estudiantes, que cayó en su trampa mansito. Boca desnudó las limitaciones del Pincha.

Porque Azconzábal ordenó y mucho a un equipo sin rumbo, pero la defensa, que no puede conformar una dupla fija por mil problemas (cuando falta un Braña acostumbrado al relevo y a meterse entre los centrales, se extrañan los cortes de Cellay, aunque se pase de revoluciones), marca demasiado adelantada, bastante en línea y cubre mal la salida de los laterales. Mercado e Iberbia, además, no atacan bien: por limitaciones propias, pero también por correr para adelante y nunca tirar diagonales.

Lo mismo le ocurre a Enzo y Mariano, dos jugadores nacidos para tirar diagonales o incluso encarar por el medio, parecen atados a la banda, y esto más por decisión propia que por orden del Vasco. Azconzábal, eso sí, falla cuando solo los cambia de punta para marcar la salida dividiendo el desgaste (esta supuesta treta, en términos ofensivos, no sirve demasiado). Enzo, al menos, debería en porciones del partido sorprender por el medio, obligando a la Gata a abrirse un poco y tirar paredes con el eje (Verón) y con la opción sorpresa de Mercado. Los jugadores pueden ejecutar ese libreto, y debería estar entre las variantes para no caer en el desborde y centro cada vez que los rivales se cierran como se cerraron los de Falcioni. Además, hemos ya hecho referencia a que Mercado, por sorpresa, aporta potencia y desborde, pero con la lentitud y linealidad que atacaba ayer (y con la que viene atacando Estudiantes) Mercado recibe parado, con marca, y en general termina pasando la pelota para atrás.

Por otro lado, si el plan, para no desequilibrar el costado, es apostar al centro, es en principio más lógico que vaya desde el arranque Modón, explosivo e intenso en el ida y vuelta, con muy buen centro, buena pegada y oficio, que Mariano González, que se desgasta inútilmente corriendo para atrás y cuando ataca se ve limitado por la banda, por la falta de sorpresa y por su cansancio. Modón, incluso, suena mejor para ese trabajo que el interesante pibe Jara, de gran calidad pero menor dinámica. También que Mauro Fernández, sin oficio para la marca y más apto para entrar y hacer desastres de contra o romper una defensa amurallada: con Boca tampoco se echó mano de esta variante. Los cambios del Vasco se repiten y no logran modificar el rumbo de los partidos. Estudiantes, es hora de decirlo, necesita desarrollar otros planes. Ser más versátil. Coraje y compromiso sobran y el hincha genuino lo sabe y reconoce. Pero sin variantes para capear temporales inesperados, sin planificación y creatividad, ante los rivales de fuste siempre se caerá en la trampa propuesta.

El Estudiantes ordenadito del Vasco merece loas por el contexto que atravesaba el club, y en rigor, con el partido empatado o adelante en el marcador, contra la mayoría de los equipos del magro fútbol argentino le alcanza al Pincha para no perder y sumar consistentemente. Pero para dar pelea arriba le falta aún el salto de calidad que, todos sabemos vino a dar Enzo Pérez. No se pide modificar un equipo equilibrado para acomodarlo al 7, pero sí que se utilice su potencial para dar variantes al ataque, que no se depende de un eslalon mágico y que no se obligue a que cada vez que un equipo se cierre el único modo de atacar sea el desborde.

lunes, 2 de abril de 2012

150 días complicados


Debía ser el anuncio de lo conseguido durante los primeros 100 días, en los que el presidente había planificado llevar a cabo varios proyectos. El ordenamiento de un club que parecía a la deriva y de sus números, vela dos adrede para ocultar malversaciones, y el lento pero firme avance de cara a reiniciar las obras en 57 y 1, son los puntos sobresalientes del laburo de estos 100 días que resultaron 150. El resto han sido, básicamente, complicaciones, trabas a los planes de crecimiento institucional que tanto entusiasmaron al socio.

El anuncio del déficit de 60 millones dado en la previa asustó a todos, y hubo un frenesí de versiones encontradas y enojos sin destino acertado. Pero el déficit supuestamente alarmante es absolutamente lógico (aunque un poco terrorífico) dado que en el último balance no había entrado el desastroso mercado de pases anterior, con la adquisición de 12 tipos caros y sus sueldos que mes a mes hacen mella en la economía. Esta comisión era en efecto víctima de la conducción irresponsable de la anterior, que se sabía de salida y buscó un golpe de efecto rompiendo el chanchito a sabiendas de que no tendría que pegarlo.

DEFICIT Y PARCHES

El aumento del pasivo, parece claro, no es responsabilidad de una comisión que no gastó demasiado en dos muy buenas incorporaciones, que además reforzaron puestos clave (Pérez y Andújar, aunque hayan llegado a préstamo, arribaron por cifras chicas y fueron los únicos refuerzos). El déficit con que operaba el club (10 palos por trimestre, acorde al informe) llevó la deuda a incrementarse automáticamente a los 59 millones actuales. La CD intenta aumentar ingresos y recortar gastos en varias areas, pero tampoco ha conseguido demasiadas victorias: el tema del esponsor fantasma es el botón de muestra de la impotencia de una comisión ha intentado revalorizar la marca en lugar de continuar regalando el espacio publicitario, pero que ha encontrado muchos problemas para concretar los ingresos imaginados. Idéntico resultado tuvo la comisión al intentar reducir su plantel (algo que deberá llevarse a cabo pronto, aunque implique resiciones): Estudiantes pretendía vender por mucho y no le ofrecían ni siquiera algo. El valor que pretende el club, que nunca ha sido vidriera (y el plan de Lombardi es que sí lo sea), para su patrimonio, se cotiza diferente en el mundo real, seguramente más ahora con la noticia de la deuda.

La conferencia se encargó por momentos de entrar en una confusa suma y resta poco clara donde se evidenció un trabajo durante este período de arduo emparchamiento antes que de construcción: ésa pareciera ser la realidad del club hoy. El déficit intenta recortarse, pero hoy más que nunca parece providencial que ese otro sponsor, el que irá en el frente de la camiseta, se concrete, diga lo que diga Lombardi sobre la publicidad en las mangas (que da un ingreso bastante mayor al que pagaba RCA). La deuda es demasiado grande para no embolsar semejante ingreso. Mientras tanto, se labura para que la AFIP permita refinanciar la deuda de 9 millones para que no pese sobre este período de reordenamiento.

LAS OBRAS EN 57 y 1

El espinoso tema estadio también parece lejos de resolverse. La opción manejada en la previa era bastante alarmante: un préstamo gestionado a partir de AFA implicaba que un club ya sin peso como somos, se convirtiera directamente en un bufón más de la corte grondoniana. Y quien niegue estos manejos que explique como siempre triunfan los proyectos del Don, aún los que van en detrimento de los votantes (como, por ejemplo, el reparto del dinero televisivo).

El presidente se encargó de aclarar que no se trataba de un préstamo sino de un “adelanto” del dinero televisivo: la verdad acerca de este asunto quedará en los pasillos del Conventillo de Viamonte. Lo cierto es que de tratarse de un préstamo, desmentiría las promesas de Lombardi en su campaña, que anunció varios planes para hacer el estadio, a mediano plazo, sin endeudar al club. De tratarse de un adelanto, seguramente hará mella en el balance siguiente, en un momento donde Estudiantes cuenta con poco patrimonio para liquidar, es decir, pocos jugadores que le permitan hacer plata. Pondría además en evidencia la imposibilidad de esta comisión de realizar sus creativos planes, justamente lo que se pidió a la dirigencia anterior desde este espacio, escudada eternamente en la falsa dicotomía estadio-presente deportivo.

Sin embargo, es más que loable que dentro de este desalentador panorama se haya comenzado, sin excusas, a trabajar como se pueda en la construcción del estadio: desmalezar, estudiar el suelo, replanificar la obra acorde a las exigencias de las ONG ecológicas, todos trabajos sencillos que habían quedado sin hacer por desidia. Se avanza en lo que se puede, como se puede. Y la venta de los lotes del Golf, anunciada, descartada y que ahora vuelve a aparecer para ser discutida (esperemos, en una Asamblea como es debido), parece en la actualidad despatrimonializada del Pincha una opción más que viable para arrancar con una buena base la obra, sin más deudas ni compromisos políticos (dos puntos que el socio debe defender) gracias a la venta de terrenos sin uso y cuya explotación se haya tercerizada, es decir, no da ganancias al club.
Es evidente que la comisión entrante se encontró, como anunciaron los alegristas apocalípticos, con un club en un estado mucho más deplorable del anunciado. El absurdo pacto de silencio para evitar cruces detrimentales a Lombardi en épocas de campaña y acusaciones posteriores a la comisión saliente ata de manos a un presidente que ingresó al club con un claro perfil de gestión que entusiasmó a todos y que pareciera empantanarse, lamentablemente, porque todos soñamos con un Estudiantes más grande, con estadio, con proyectos, con futuro.
Estudiantes ha dado un paso adelante gracias al sinceramiento de los directivos, que han decidido terminar con un lustro de ocultamientos detrás de los éxitos deportivos. En el reconocimiento de los déficits está el primer paso para solucionarlos. El panorama es el de una deuda mucho mayor a la anunciada, negada por los anteriores balances dibujados, y una realidad mucho más complicada que la imaginada, que ponen en suspenso varios de los planes esbozados en la campaña de la comisión de Lombardi: antes es necesario sacar del pozo a Estudiantes, algo que bastante cabeza, trabajo y fuerza requiere. Habrá que ser realistas, entonces, tener paciencia y acompañar. Ojalá, tras 150 de pantanos y sorpresas, comience el laburo de pico y pala necesario para sanear y soñar.